El terrible miedo de no tener el celular

Por Celina Abud.- Lleva el nombre de nomofobia y fue reconocido como un trastorno en 2011. Se traduce en la ansiedad y la angustia que sufren quienes lo olvidan o pierden, se les agota la batería o se quedan sin crédito. Para la Lic. Carmen Crespo, un buen psicoanalista puede tratarla con éxito.

Lic. Carmen Crespo.

El siglo XXI acarrea nuevas adicciones, miedos y padecimientos psicológicos. Uno de ellos es la “nomofobia” un término que viene del inglés “no-mobile” y que remite al miedo irracional de salir de casa sin el celular.

El uso de este nombre se popularizó tras un estudio de la Oficina de Correos del Reino Unido realizado en 2011, que tenía como objetivo mensurar la ansiedad que sufren los usuarios de teléfonos móviles. Sobre una muestra de 2.163 personas, casi el 53% padecían esta sensación cuando perdían su celular, se les acababa la batería o no tenían cobertura.

Para la licenciada Carmen Crespo, Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA), “los miedos, el sufrimiento y la angustia son universales y han estado presentes a lo largo de toda la historia de la humanidad”. Sin embargo, “según el contexto y la época, van tomando nuevos modos y expresiones”, entre ellos, la nomofobia.

En diálogo con DocSalud.com, la experta indicó que, desde la perspectiva psicoanalítica, “el uso compulsivo del celular y la angustia de no poder tenerlo a mano es un síntoma y puede tener muy variadas explicaciones y sentidos, de acuerdo a cada persona”.

El psicoanálisis puede ayudar a la resolución del trastorno, fundamentalmente si el paciente percibe que esta dependencia le empieza a resultar perturbadora o angustiante. Pero según explicó Crespo, “esta situación no es demasiado frecuente”, ya que un empleo excesivo del teléfono móvil y la imposibilidad de prescindir de él son vistos, por una gran mayoría, “como el resultado de una necesidad de la época y, en una medida, es así”.

Una de las consecuencias de que no separarse del aparato sea una conducta culturalmente aceptada es que, en muchos casos,  “el problema de la dependencia queda oculto y difícil de detectar”, alertó la psicóloga.

Quienes pueden sufrir el trastorno

Según indicó Crespo, para los individuos con personalidad adictiva, el celular puede convertirse en “una verdadera droga que calma sentimientos muy dolorosos”

Pero también personas con otro perfil son capaces de relacionarse con los teléfonos móviles de modos negativos, ya que el uso de estos aparatos “puede transformarse en una forma de defenderse de la aparición de angustias muy primitivas, como el miedo a quedarse solo”.

En ese sentido, según afirmó la experta, tener el celular encima suele convertirse en un mecanismo psíquico para sentirse siempre acompañado de los contactos, aunque sea potencialmente. “No tener el teléfono a mano o no ser llamado puede reactivar angustia terroríficas de soledad y abandono, lo que promueve una enorme dependencia”, agregó.

En personas con  miedos a acontecimientos catastróficos, “tener el celular siempre disponible se convertiría también en un modo de control de una realidad temible y amenazante” y a veces, para determinados padres, este aparato “se transforma en una modalidad de control obsesivo que invade la privacidad necesaria para el desarrollo de sus hijos”.

A su vez, la dependencia de los celulares es bastante común entre los adolescentes y forma parte de la importancia que para ellos tienen los grupos de pares. “Una manifestación frecuente en este grupo es el temor de quedar afuera de las redes sociales que ellos constituyen”, relató Crespo.

Agregó que el teléfono se traduce “en la  posibilidad de estar permanentemente conectados, lo que para ellos significa un resguardo indispensable” y explicó que no se debe olvidar que gran parte del intercambio social de los chicos pasa por los mensajes de texto.

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