TOC: la enfermedad secreta

Hasta la década de 1980, se pensaba que este trastorno de conductas obsesivas era extremadamente raro. Hace 30 años se estimaba que un 0,05% de la población la padecía . Hoy se sabe que puede afectar al 2,5% de la población. Este aumento se debe al incremento de la consulta y la sospecha profesional.

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una enfermedad de alta prevalencia que, hasta década de 1980, se consideraba extremadamente rara. De hecho, hace 30 años se estimaba que un 0,05% de la población la padecía y hoy, se sabe que puede afectar al 2,5% de los individuos. Esto no significa que haya habido un crecimiento de la patología sino que se registró un aumento en la cantidad de consultas. Todos estos fenómenos sumados contribuyeron a que los profesionales adviertan la posibilidad de sospechar de su existencia durante la visita del paciente.

Es una patología de inicio temprano. Normalmente suele aparecer en la segunda década de la vida, pero en un tercio de los pacientes los primeros síntomas se presentan a partir de los 10 años de edad. La gente con este cuadro puede demorar en consultar 15 años, lo que implica muchísimo tiempo de padecimiento sin ayuda médica. Por eso es que la consideramos una enfermedad secreta, ya que quien la padece la identifica plenamente, sabe que la tiene pero hace grandes esfuerzos por disimularla. De hecho, estos esfuerzos por ocultarla pueden considerarse dentro de los síntomas por el tiempo de dedicación, la ansiedad y el malestar que produce la idea de que el entorno social registre algún síntoma.

Los rasgos de menor a mayor

El TOC presenta un gran espectro en la intensidad de los síntomas y no todo comportamiento obsesivo es un indicador de esta patología. Pueden presentarse manifestaciones leves que aparecen en situaciones de estrés y, en general, estas personas no se consideran dentro del trastorno, sino que demuestran rasgos obsesivos en su personalidad, para regular la ansiedad. Así, frente a una situación de demanda adaptativa, la activación de este rasgo nos permite ordenarnos, estructurar la información de determinada manera para mejorar la performance y resolver con éxito la situación a la que nos exponemos, por ejemplo frente a un examen.

Un siguiente escalón del espectro es cuando los rasgos ya no aparecen solo frente al estrés, sino que son constantes. La persona tiene una conducta que lo caracteriza por la rigidez en su forma de ser, la falta de capacidad de relajarse y de disfrutar, la duda, la indecisión y el procastinar (dejar las cosas para hacer después). Además, los que padecen TOC tienden a ser altamente moralistas, con preocupación excesiva por cumplir las reglas, estar atento a detalles y tender al perfeccionismo, con una alta dificultad en delegar,  por la sensación de que si no hace una tarea no estará bien hecha por otros.

También poseen la priorización rígida y culposa de la obligación, una tendencia al egoísmo y a guardar objetos por si en algún momento podrían serles de utilidad. Estas características pueden ir de formas leves y aisladas a formas marcadas, altamente condicionantes y hasta ser moderadamente limitantes.

El tercer estadio de este espectro está formado por el trastorno propiamente dicho. En el cual los síntomas son marcados y generan altísimo malestar, disminuyen significativamente la capacidad de adaptarse, producen muchas dificultades en las relaciones con otros e interfieren con la actividad diaria.

Rasgos característicos

El TOC se caracteriza por dos partes. En la parte obsesiva, que es la primaria, se suelen presentar ideas intrusivas. Los psiquiatras las llamamos “ideas parásitas” porque aparecen en la cabeza de la persona sin control ni relación a nada que tenga que ver con su contexto y no hay posibilidad de quitárselas o pensar en algo que los distraiga. Abarcan pensamientos como “me voy a ensuciar”, “alguien de mi familia se va a morir”, “seguro que perdí mi pasaporte” o “dejé el gas abierto”. También pueden aparecer en forma de pensamientos impulsivos como “me voy a tirar por el balcón” o “voy a usar el freno de mano mientras otro maneja”. Representan la idea y sensación de que en forma inminente el paciente va a perder la razón y va a hacer algo descontrolado. Para calmar estas inclinaciones, que generan ansiedad y desesperación comienzan la compulsiones, que se caracterizan por la acción. Se trata de actos que hacen que la ansiedad y el miedo disminuyan. Lavarse las manos en forma repetida, ordenar, contar, chequear el gas o la puerta en forma reiterada, vestirse con una secuencia determinada, coleccionar objetos, tocar cosas de una manera particular, bañarse reiteradamente o rezar son algunos de los ejemplos más comunes. Estás acciones deben ejecutarse de una manera particular, con una secuencia y un orden específicos, que si son alterados de alguna forma no cumplen su función ansiolítica por lo que deben repetirse de la manera correcta. Muchas veces estos rituales se acompañan de una cantidad específica de repeticiones como, por ejemplo, poner y sacar el pie de la bañadera 37 veces, no es 35 ni 38. De hecho, si hay un error o duda en la acción se repetirá nuevamente desde cero.

Por otro lado, presentan una sensación, a la que llamamos pensamiento mágico, que se caracteriza por relacionar sus actos compulsivos con la evitación de alguna consecuencia con la que no tienen relación real como podría resultar la idea de que si la persona tocó con el codo derecho la pared debe tocar la misma pared con el izquierdo, ya que si no lo hace algún familiar moriría.

Una persona con este malestar puede perder una gran cantidad de tiempo en un día y puede interferir con la vida diaria hasta lograr una inhabilitación extrema. Las personas que sufren de TOC no pierden la razón, identifican plenamente que sus sensaciones y las relaciones mágicas que elucubran no son reales ni posibles. Pero la característica de esta enfermedad es que a pesar del registro de disfunción, los pacientes no pueden evitarlas y están obligados por su cerebro a pensar y actuar (obsesión y compulsión).

El TOC es un cuadro que se relaciona con otras enfermedades del cerebro en especial con la depresión. Está asociación es común y empeora el pronóstico. Sin embargo, el trastorno es tratable, tanto con psicofármacos como con técnicas de entrenamiento de la conducta. Si bien solo responde en forma total el 50% de los pacientes, en aquellos que no se logra la recuperación absoluta se puede conseguir una mejoría que modifique en forma significativa la calidad de vida.

Hoy sabemos que es una enfermedad del cerebro. Hay áreas específicas que están alteradas y, por eso, poner voluntad en controlar este cuadro es como poner voluntad en no tener un infarto. La única salida es vencer la vergüenza, dejar de mantenerla en secreto y consultar al especialista. 

*Dentro del marco “Diálogos con la Comunidad”, FINAC; realizará el este jueves 6 de junio, una charla gratuita sobre TOC, Trastorno Obsesivo Compulsivo, a cargo del médico psiquiatra, Dr. Matías Bonanni, a las 18.30 Horas, en Quintana 161, P.B. CABA.

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