Meningococo: una causa de infecciones severas

La enfermedad meningocócica afecta a más de un millón de personas cada año, y produce 135.00 fallecimientos en todo el mundo.  El desarrollo de nuevas vacunas podría modificar esta tendencia.

Neisseria meningitidis o meningococo es una bacteria que infecta solamente a los seres humanos. Muchas personas pueden alojar el meningococo en su garganta o faringe sin tener ningún síntoma, cuadro que se conoce como portación asintomática. En ocasiones esta bacteria puede diseminarse y provocar una infección invasiva, que generalmente se expresa como una meningitis o una sepsis (meningococemia). Comienza en forma brusca con fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y una erupción cutánea con petequias que suele ser característica de estos cuadros.

 

La enfermedad puede tener una evolución fulminante en pocas horas, presentando hemorragias, shock y coma,  lo que lleva a la muerte del enfermo. El índice de mortalidad es muy alto (entre 10% y 20%). Se estima que 1 de cada 7 personas que adquiere esta infección muere y, de quienes sobreviven, 1 de cada 5 queda con secuelas motoras y neurológicas severas e irreversibles como sordera y parálisis, entre otras.

 

Se calcula que, anualmente, el meningococo es responsable de más de un millón de casos y de 135.000 muertes en el mundo. En algunos países, es la primera causa de meningitis bacteriana en los niños y adultos jóvenes.

 

Existen diferentes grupos de meningococo, pero los que producen enfermedad son principalmente cinco: A, B, C, W135 y Y. La distribución mundial es heterogénea y variable: en América Latina, por ejemplo, predominan los casos por los grupos B y C, mientras que en la Argentina se ha detectado en los últimos años un aumento en el número de casos por el grupo W135.

 

Si bien la enfermedad suele ocurrir en personas previamente sanas, existen algunas condiciones que predisponen a un mayor riesgo de infección meningocócica como por ejemplo las inmunodeficiencias, la asplenia o ausencia del bazo, el hábito de fumar y las infecciones respiratorias previas, como la gripe. También algunas conductas sociales pueden aumentar el riesgo, como la convivencia en comunidades cerradas y la participación en eventos de concurrencia masiva.

 

Afortunadamente, la ciencia ha avanzado en el desarrollo de nuevas vacunas contra esta bacteria, las que han demostrado tener un rol fundamental en el control de las enfermedades meningocócicas. Por ejemplo, la introducción de una conjugada contra el meningococo del grupo C en el calendario de inmunizaciones de algunos países europeos logró disminuir drásticamente los casos provocados por este grupo.

 

Recientemente se ha desarrollado una vacuna conjugada cuadrivalente contra los grupos A, C, Y y W135 que ayudará a asegurar una protección más amplia en todas las edades.

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