Lupus: cuando el sistema inmune ataca

Afecta principalmente a las mujeres en edad fértil. Se trata de una enfermedad autoinmune inflamatoria crónica que puede involucrar varias partes del cuerpo, especialmente la piel, las articulaciones, la sangre y los riñones.

El sistema inmune del cuerpo normalmente fabrica proteínas, llamadas anticuerpos, que protegen al organismo contra los virus, las bacterias y otros “materiales extraños” (antígenos). En una enfermedad autoinmune como el Lupus, el sistema inmune pierde su habilidad de distinguir entre las sustancias extrañas y sus propias células y tejidos.  Por lo tanto, comienza a fabricar anticuerpos dirigidos contra el propio cuerpo. Estos autoanticuerpos, reaccionan con los autoantígenos para formar los complejos inmunes, que se acumulan en los tejidos y pueden causar inflamación, daños a los tejidos y dolor. Puede afectar a distintas partes del cuerpo, como las articulaciones, la piel, los vasos sanguíneos y determinados órganos, como los riñones. En la mayoría de pacientes, el Lupus es una enfermedad benigna,  que afecta a pocos órganos.  En otros, puede causar problemas muy serios, y hasta amenazar la vida.

 

Es difícil saber la frecuencia en que se manifiesta el Lupus ya que puede aparecer de maneras muy diferentes. Se lo ha llamado «el gran impostor» debido a que comúnmente, en los episodios iniciales, se lo diagnostica como otras enfermedades. Si bien cualquier persona puede contraer este cuadro, es más frecuente en el sexo femenino en una proporción de 5 a 10 veces mayor que en los hombres. Un estudio reciente en el estado de California, en el que participaron más de 100.000 personas, indica que la incidencia en los Estados Unidos es de, al menos, una persona en cada 2000 individuos. El estudio también indica que entre las mujeres de 15 a 64 años de edad, 1 de cada 700 es afectada por el lupus.

 

En los Estados Unidos, más de 16.000 personas por año desarrollan esta enfermedad. Las cifras indican, por lo tanto, que no se trata de una afección rara como se creía anteriormente y que es más común que la distrofia muscular, la esclerosis múltiple y aún que la leucemia.

 

Existen cuatro tipos de lupus: lupus eritematoso sistémico, lupus eritematoso discoide, lupus eritematoso inducido por medicamentos y lupus neonatal. El primero de ellos es el tipo más común y más grave, y es al que habitualmente se refieren las personas cuando hablan de lupus.

 

Diagnosticar la enfermedad no es tarea sencilla, dado que los signos y síntomas de la afección son muy variables de una persona a otra, pueden cambiar con el transcurso del tiempo y por otra parte, recrudecerse y desaparecer por momentos, además de confundirse con los de otras enfermedades. Además, no existe un análisis que permita detectar por sí solo esta afección.

 

Aún no se conoce qué causa este padecimiento. Sin embargo, se cree que los antecedentes familiares de lupus podrían, en parte, explicar su aparición. Además, es posible que determinados factores ambientales también desencadenen lupus. Entre ellos, podemos mencionar el estrés, la exposición a los rayos ultravioleta, la administración de ciertos medicamentos y las infecciones virales. Las hormonas sexuales, en particular el estrógeno, podrían ser otro factor que contribuye al desarrollo de la enfermedad.

 

Diferentes síntomas para diferentes casos

 

Ningún afectado por lupus es exactamente igual a otro. Además, los síntomas dependen de cuál es la zona del cuerpo perjudicada, pero habitualmente se trata de la piel, las articulaciones, los pulmones, los riñones, el corazón y los vasos sanguíneos.

 

En líneas generales, las manifestaciones podrían ser dolor e inflamación articular, fatiga, fiebre inexplicable, caída del cabello, erupciones cutáneas, sequedad en los ojos y pérdida de la memoria. Si el lupus afecta los riñones, puede provocar insuficiencia renal, una de las causas principales de muerte en las personas con lupus. Por otra parte, puede ocasionar problemas de la sangre, como anemia y un mayor riesgo de hemorragias o de coagulación. Además, puede causar inflamación o endurecimiento de los vasos sanguíneos. Las enfermedades cardíacas son otro riesgo que enfrentan las personas con esta enfermedad.

 

No existe una prueba única para diagnosticar lupus; puede tomar meses o años hacer el diagnóstico. Una característica adicional de la enfermedad es que torna a las personas más vulnerables a las infecciones, a causa de la enfermedad misma y a causa de los tratamientos utilizados, los cuales afectan el sistema inmunitario. A su vez, las infecciones pueden provocar exacerbaciones de la enfermedad e incrementar aún más el riesgo de infecciones.

 

Tratamiento

 

No existe una cura para la enfermedad, pero los medicamentos y cambios en el estilo de vida pueden ayudar a controlarlo. Son tres los tipos de remedios utilizados para tratar el lupus de leve a moderado: antiinflamatorios no esteroides (AINE), como aspirina e ibuprofeno, medicamentos antimaláricos y corticoides. Estos últimos se utilizan para bajar la inflamación, pero su uso a largo plazo y a dosis altas puede tener serios efectos secundarios. Cuando se trata de una forma agresiva de lupus, pueden utilizarse corticoides de dosis altas y medicamentos inmunosupresores, que también podrían provocar reacciones adversas en el organismo.

 

Al margen de la terapia farmacológica que indique el médico, es recomendable descansar bien, protegerse del sol, hacer ejercicio en la medida que el cuerpo lo tolere, no fumar y seguir una dieta saludable.

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