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¿Cómo detectar un problema auditivo en los niños?

Escuchar bien durante los primeros años de vida es fundamental para el desarrollo del habla y el lenguaje. Por eso controlar y detectar problemas que podrían interferir en la evolución social, emocional y cognitiva es clave.

En los primeros años de vida, la audición es un aspecto fundamental para el desarrollo del habla y el lenguaje. Por esta razón, es fundamental controlar y detectar posibles problemas cuanto antes y evitarlos que podría interferir en el desarrollo social, emocional y cognitivo de los niños.

Según la fonoaudióloga Alicia Fernández Zubizarreta, “la evaluación de la audición puede hacerse desde la primera semana después del nacimiento ya que se utilizan equipos especiales completamente automáticos que permiten conocer la capacidad para oír del bebé sin que el mismo deba responder”. Estos estudios no provocan ningún tipo de molestia al niño que “simplemente tiene que estar quieto en los brazos de su mamá para escuchar unos sonidos durante los  minutos que dura esta prueba”, agregó.

La disminución de la capacidad auditiva en los más pequeños puede deberse a malformaciones congénitas en sus oídos, a exposiciones continuas a sonidos excesivamente fuertes o a una exposición breve a sonidos de impacto repentino. En los niños, también es bastante común que se desarrolle un problema de escucha a causa de infecciones en los oídos que no fueron tratadas debidamente.

En general, resulta difícil detectar el trastorno ya que los niños que los sufren aprenden a compensar su falta de audición  al volverse más sensibles a otros tipos de señales informativas a su alrededor, como por ejemplo, los cambios de luz al abrir o cerrar una puerta, las vibraciones del suelo y los movimientos del aire. Además, la pérdida de esta capacidad sensorial suele pasar inadvertida en los primeros meses de vida ya que es asintomática en una fase inicial, previa al lenguaje, y puede tener secuelas graves si se diagnostica tarde, como la sordomudez y el retraso psicomotor. Esto podría acarrear problemas de comprensión y alterar a largo plazo la integración social.

Un chico con una pérdida auditiva congénita tiene un riesgo mayor de experimentar un retraso en el desarrollo del habla y del lenguaje que un niño que sufre esta pérdida después de haber desarrollado su habilidad de hablar. Por esta razón, es importante diagnosticarlas y compensarlas lo más temprano posible.

El mejor método para detectar este fenómeno precozmente es someter a los recién nacidos a los programas de screening neonatales. Si la madre pasó por algún proceso viral como varicela o rubéola durante el embarazo, también es fundamental que el bebé sea revisado para descartar daños del sistema auditivo, o para someterlos al tratamiento adecuado.

Cuándo consultar

Existe una serie de síntomas que podrían indicar la necesidad de acudir a la orientación de un especialista. Si el niño no se sobresalta por ruidos fuertes, o no puede localizar las fuentes de sonidos, por ejemplo, girando la cabeza hacia la persona que habla o no responde cuando se le llama.

Entre otros indicadores se puede citar cuando no responde a su nombre a la edad de aproximada de seis meses o si los balbuceos no pasan a ser sonidos del habla reconocibles y no emite palabras durante el segundo año de vida.

Por otra parte, si se toca o tira de uno o de los dos oídos con frecuencia, puede indicar presión o una infección en el oído.

Consejo de experto

Sólo se pueden tratar ciertos tipos de pérdidas auditivas con medicina o con operación, mientras que el resto de las deficiencias se compensan con el uso de  audífonos. Si el niño tiene un problema para registrar los sonidos, usársete aparato en forma temprana “puede ayudarlo a desarrollar una habilidad del habla y del lenguaje similar a la de los chicos con una audición normal, evitando de este modo los trastornos que un problema auditivo produce”, recomendó Fernández Zubizarreta.

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