Cómo “medir” al dolor y cuál es la mejor opción para tratarlo

No existe persona que no haya sentido dolor alguna vez, y si bien no es considerado como una enfermedad en sí misma, representa “el mayor motivo de las consultas al médico”, según coinciden los especialistas.

El doctor Roberto Baistrocchi, médico farmacólogo, explicó que para combatirlos  “se usan fármacos que actúan a nivel del sistema nervioso central y otros que actúan a nivel de los nervios periféricos”, ya que aunque la molestia se sienta en alguna parte del cuerpo, la sensación de dolor se genera siempre en el cerebro cuando los nervios periféricos le envían al área la señal de que algo sucede.

¿Pero cómo medir el dolor? Su evaluación es enteramente subjetiva, y por eso son subjetivas también las escalas que se usan para mensurarlo. Si bien el malestar tiene un componente objetivo, que es el estímulo físico que lo causa, éste va de la mano del componente subjetivo “que permite valorar el dolor, y por eso no es lo mismo padecerlo cuando uno está en una situación tensa que cuando uno está tranquilo, aunque la causa sea la misma”.

Una de las escalas más habituales que usan los especialistas para evaluarlo es preguntarle al paciente en qué punto situaría el dolor que siente en una hipotética escala de 1 a 10. Otra, utilizada en pediatría, consiste en una serie de “caritas” donde el niño puede indicar aquella con la cual su dolor lo hace sentir identificado. La sensación es meramente personal, ya que el mismo estímulo puede ser percibido de diferentes maneras cuando las circunstancias son distintas.

Opciones farmacológicas

De acuerdo con la consultora internacional IMS, las ventas de analgésicos en nuestro país es de 70 millones de cajas anuales, lo que representa $ 2.700 millones. ¿Pero cuáles son los indicados de acuerdo al grado de dolor?

Los analgésicos más potentes que se conocen son los hipnoanalgésicos, representados en los opiáceos como morfina, codeína o nalbufina. Provocan un profundo efecto de sedación en el sistema nervioso central que hacen que el paciente “olvide” por completo el dolor, pero no actúan sobre las causas que lo generan, como por ejemplo una inflamación, y además son muy adictivos.  Por tal motivo, sólo se utilizan para tratar dolores muy severos.

 Otros analgésicos potentes como la pregabalina retardan la despolarización de las neuronas que generan dolor, por lo que usados en bajas dosis ayudan a controlar dolencias de tipo neuropático, como las producidas por algunas hernias de disco o la neuralgia del trigémino.

Pero para los dolores considerados “leves” o “moderados”, que afectan la vida diaria como los de cabeza, muelas, articulaciones, secuelas de operaciones, dolores menstruales y esguinces, se utilizan los antiinflamatorios no esteroides o AINEs, ya que casi todos estos malestares son consecuencia de un fenómeno inflamatorio.

“Los opiáceos, que no son AINEs no tienen ningún efecto antiinflamatorio; otras sustancias como el diclofenac, quitan la inflamación, y con ella se va el dolor, pero no actúan directamente sobre los procesos que causan el dolor”, indicó  Baistrocchi en el marco de la presentación de un único comprimido que combina Ibuprofeno y Paracetamol lanzado por laboratorios Sidus, que se vende bajo receta médica.  

Indicó que el ibuprofeno combina estos dos efectos, porque “por más que no es el más potente antiinflamatorio ni el más potente analgésico, desinflama y a la vez inhibe el proceso enzimático que causa el dolor”.

Por otra parte, entre los AINEs, el paracetamol es particular “porque tiene un importante efecto a nivel del sistema nervioso central, menos potente que el de los opiáceos pero sin las complicaciones que generan estos últimos”, agregó el médico farmacólogo.

Combinaciones de fármacos para el tratamiento

Hasta el presente muchos especialistas en el mundo siguen investigando cuáles son las combinaciones analgésicas más eficaces. Uno de ellos, realizado en 2013, reveló las ventajas de la combinación en una dosis de ibuprofeno y paracetamol para tratar dolores posoperatorios.

“En este caso, la combinación produce un sinergismo de potenciación, porque permite lograr un mayor efecto con menores dosis, con menos efectos adversos que las dosis que habitualmente se usan de cada uno.  Eso significa que pasando esas dosis, “no hay aumentos significativos del efecto analgésico sin aumento de los efectos adversos”, que en los casos de consumo muy prolongado o sin control se relacionan con la lesión de la mucosa gástrica o la sobrecarga renal.

Según detalló el médico, la combinación entre ibuprofeno y paracetamol potencia los efectos de cada droga y proporciona niveles adicionales de analgesia sin necesidad de aumentar las dosis, efecto que se da por la sinergia, una combinación en la que el efecto del todo es más que la simple suma de las partes.

Pero más allá de la administración analgésicos, el farmacólogo recomendó porque un mismo dolor puede responder a diversas causas, algunas de ellas, graves. 

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