Dieta mediterránea reduce un 30% el riesgo de infarto y ACV

Así concluyó una investigación realizada en España, que siguió a casi 5 mil personas durante más de cinco años. Esta alimentación es rica en frutas y verduras, aceite de oliva, pescado y vino.

Una dieta mediterránea, rica en aceite de oliva, frutos secos, pescado, frutas, vegetales y vino reduce un 30% el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, según el estudio más amplio publicado hasta ahora en EEUU.

Esta investigación clínica, que confirma observaciones epidemiológicas precedentes, fue realizada en España a 4.479 personas, hombres y mujeres de entre 55 a 80 años, durante más de cinco años. Los resultados fueron publicados el lunes en la versión en línea de la revista científica New England Journal of Medicine.

«Comprobamos que un régimen alimenticio mediterráneo sin restricciones cuantitativas, completado con cucharadas de aceite de oliva o de frutos secos, reduce sustancialmente el riesgo de crisis cardíacas y accidentes cerebrovasculares en personas que tienen más riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares», escriben los autores del estudio, dirigido por el doctor Ramón Estruch, profesor de medicina de la Universidad de Barcelona.

Los participantes fueron divididos en tres grupos, uno de ellos de control. El primer conjunto siguió una dieta mediterránea tradicional, con un consumo de al menos cuatro cucharadas soperas de aceite de oliva de forma cotidiana. El segundo, también sometido a una dieta mediterránea, debía consumir alrededor de 30 gramos de un surtido de nueces, almendras y avellanas todos los días, en lugar de aceite de oliva.

Los participantes de estos dos grupos consumieron al menos tres porciones de fruta y dos de verduras cada día. Debían también comer pescado tres veces por semana, evitar la carne roja y favorecer la blanca, como el pollo. También se le obligó a no consumir pastelería industrial y a limitar su consumo de productos lácteos o chacinados.

Finalmente entre los habituados a beber vino pudieron tomar al menos siete vasos por semana a la hora de las comidas.

Los investigadores pudieron determinar que los participantes seguían la dieta mediterránea al medir la hidroxitirosina en la orina, un marcador del consumo de aceite de oliva. Para las nueces y las almendras, determinaron el nivel de ácido linoléico en la sangre.

Los autores estiman que «los suplementos de aceite de oliva y de frutos secos explican probablemente la mayor parte de beneficios observados en la dieta mediterránea en los dos grupos».

Según ellos, el estudio permite comparar los efectos de esta alimentación con la llamada dieta occidental corriente, en la que la carne roja, los alimentos industriales y las bebidas gaseosas ocupan un importante lugar. 

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