INVESTIGACIóN PUBLICADA EN “PNAS” |

EEUU: cómo incide el estatus social en la obesidad adolescente

Un estudio reveló que la tasa bajó entre los jóvenes de familias ricas, pero creció entre sus pares pobres. Los autores atribuyen esta diferencia a la desigualdad en el acceso al ejercicio físico. 

Tras duplicarse en 20 años, la tasa de obesidad bajó entre adolescentes de familias ricas en Estados Unidos, pero sigue en ascenso entre jóvenes pobres, una diferencia atribuida sobre todo a la desigualdad de acceso al ejercicio físico, reveló una investigación.

Las estadísticas recientes indican que el rápido aumento de la obesidad observado en los adolescentes de entre 12 y 17 años en Estados Unidos durante los años 1980 y 1990 se estabilizó.

Así, la tasa de obesidad entre jóvenes ricos y pobres pasó del 9,1% en 1988-1991 al 17% en 2003-2004, antes de estabilizarse, señaló el estudio publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS).

Pero esta alentadora tendencia enmascara una desigualdad socioeconómica en la lucha contra el sobrepeso y la obesidad en este grupo, uno de las principales preocupaciones de salud pública en Estados Unidos, señaló el reporte.

«Desde hace cinco a siete años se observa una disminución de la obesidad entre los jóvenes de familias ricas, pero este problema sigue creciendo entre los adolescentes de familias pobres», dijo a la AFP Kaisa Snellman, coautora de este trabajo cuando era investigadora de la Universidad de Harvard.

«La buena noticia es que todos los niños y adolescentes comen más sanamente, en el sentido de que todos consumen menos calorías», dijo en una entrevista telefónica Snellman, actualmente profesora de sociología en la INSEAD, una de las escuelas de negocios más importantes de Francia, situada en Fontainebleau, cerca de París.

De 1999 a 2010, los niños de entre dos y 19 años disminuyeron su consumo diario de calorías en un 7%, a 2.100 cal/día. Para las niñas, el descenso fue del 4%, a 1.755 cal/día durante el mismo período, según el estudio.

«Por lo tanto, la diferencia en el progreso contra la obesidad entre los niños ricos y los pobres se debe principalmente a la actividad física como caminar, andar en bicicleta o jugar a la pelota», dijo Snellman.

«Encontramos que uno de cada cinco adolescentes provenientes de una familia cuyos padres tienen un bajo nivel de educación y son pobres, no hacen ningún tipo de ejercicio durante la semana», dijo.

Esta diferencia se debe a las escuelas a las que concurren y a los barrios en que viven. En los condados pobres hay menos actividades deportivas en los colegios y pocas son gratuitas debido a los recortes presupuestarios de los últimos años. Mientras que en los más ricos se debe pagar más por practicar deportes en una escuela secundaria, señaló Snellman.

Los presupuestos educativos en Estados Unidos dependen de los estados y son financiados principalmente por los impuestos locales pagados por los propietarios de viviendas.

En los barrios pobres también hay más inseguridad, con lo cual los padres no estimulan a sus hijos a realizar actividades al aire libre.

«En Estados Unidos existe un aumento de la segregación económica, que vuelve cada vez más escasas las oportunidades para que las diferentes clases sociales se integren», se lamentó Snellman. «Hoy se ven sobre todo barrios con una alta concentración de familias de escasos recursos», añadió.

Además, los alimentos saludables, como las frutas y verduras frescas, no sólo son más caros que los procesados y la «comida rápida» sino también difíciles de encontrar en los barrios pobres, subrayó este estudio.

Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el 9,7% de la población (29,7 millones de personas) vive en zonas de bajos ingresos, donde el supermercado más cercano está a más de 1,5 km.

Esto hace que los alimentos procesados, ricos en grasas, azúcar y sal, vendidos en las estaciones de servicio y restaurantes de comida rápida, terminen siendo la opción más accesible, ya que estas familias pobres a menudo no tienen un coche, indicó el estudio.

En cuanto al ejercicio, las escuelas podrían, por ejemplo, incrementar los cursos de educación física y la frecuencia de actividades de recreación para los niños en el exterior.

Los jóvenes necesitan al menos una hora de ejercicio diario, según los Centros Federales para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

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