DR. DANIEL STAMBOULIAN – DIRECTOR DE STAMBOULIAN SERVICIOS DE SALUD |

Historia y novedades del VIH/Sida

La enfermedad fue descubierta en 1981 y el virus, aislado en 1984. Desde entonces se registraron importantes avances en el tratamiento, pero no todavía una cura. Argentina registra 5 mil nuevos diagnósticos por año.

Un 5 de junio de 1981, los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) dieron cuenta, en uno de sus informes, de la aparición de un nuevo tipo de neumonía presente en cinco hombres jóvenes homosexuales de la Ciudad de Los Angeles, en los Estados Unidos. Un año más tarde, por sus características, la denominaron Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Por aquel entonces, poco se sabía de esta enfermedad que se diseminaba rápidamente y cuyos principales grupos de riesgo eran los hombres de la comunidad homosexual, aquellas personas que abusaban de las drogas endovenosas y quienes debían recibir transfusiones de sangre.

 

Posteriormente, en 1984, los doctores Luc Montagnier junto a Françoise Barré-Sinoussi del Instituto Pasteur de Francia y Robert Gallo del Instituto Nacional para el Cáncer, en los Estados Unidos logran aislar al virus responsable de esta nueva enfermedad y se le llama Virus de la inmunodeficiencia humana o VIH. Este descubrimiento abrió el camino para que, sobre finales de la década del 1980, se comenzaran a desarrollar medicamentos que permitieran mejorar la calidad de vida de las personas VIH+ y retrasar el desarrollo de la enfermedad.

 

Hoy sabemos que, aún con los tratamientos más potentes y sofisticados, no es posible eliminar el virus aunque si lo es controlar la infección. El VIH se mantiene vivo y en estado latente en células denominadas reservorios (macrófagos, linfocitos) o en ciertas partes de nuestro organismo como el cerebro donde los antirretrovirales llegan con mayor dificultad.

 

Los estudios actuales investigan los reservorios del VIH, la reactivación del virus, el rol de la inmunidad y los factores genéticos que influyen en la infección. Todos estos trabajos seguramente darán sus frutos y tendrán un impacto relevante en las estrategias de manejo y tratamiento de las personas con el virus. Gracias a ellos la erradicación viral puede llegar a ser un objetivo más cercano.

 

En la última Conferencia Internacional que se llevó a cabo en julio en la ciudad austríaca de Viena, se presentaron resultados prometedores de estudios sobre prevención y tratamiento:

 

• Prevención de la infección en mujeres tras utilizar un gel vaginal microbicida con tenofovir al 1%. El estudio CAPRISA 004 demostró una reducción de 30% en la tasa de infección del virus en aquellas que utilizaron el gel. En conclusión, este ensayo establece esta estrategia de prevención como una herramienta importante para las mujeres.

 

• Vacuna de HPV para hombres. Se demostró que la inmunización del HPV (virus del papiloma humano), inicialmente diseñada para las mujeres, es útil en la población masculina. La vacuna cuadrivalente (cuatro cepas de HPV 6, 11, 16 Y 18) produjo una reducción del 90% de lesiones extragenitales como las verrugas y, lo que es más importante, se redujo la presencia de tumores incipientes.

 

• Nuevas líneas de tratamiento de pacientes con VIH/Sida: Se presentaron varios estudios en los que se combinan dos drogas muy potentes como nuevas líneas de tratamiento. Estudios como estos abren la posibilidad, a futuro, de que existan  opciones más sencillas, potentes y con menor perfil de toxicidad.

 

• En pacientes con VIH y Tuberculosis, el inicio temprano de tratamiento antirretroviral después de comenzado el tratamiento para tuberculosis mejora la sobrevida de los pacientes.

 

Se recomienda iniciar cuanto antes el tratamiento antirretroviral en bebés con VIH. Esto se basa en estudios que demostraron que tratarlos precozmente reducía la mortalidad en esta población en comparación con la estrategia de posponer el esquema de medicación. Esta estrategia también disminuye los costos en salud.

 

• Prevención: a quién dirigirla. Se enfatiza la importancia de enfocar las estrategias de prevención también en las personas recientemente infectadas, las cuales tienen una elevada capacidad de transmisión del virus, ya que muchas veces su carga viral es elevada.

 

En los últimos 28 años, la pandemia del virus de inmunodeficiencia humana se ha difundido a lo largo de todo el mundo. La morbilidad y mortalidad por esta infección continúan siendo elevadas, especialmente en los países emergentes. En el año 2008, el programa conjunto de VIH/Sida de las Naciones Unidas determinó que había más de 33 millones de personas infectadas con el virus de VIH en el mundo y que esta infección mata a aproximadamente 2 millones de personas por año de las cuales 250.000 son niños.

 

La mayor proporción de infectados están en África, dos tercios de las personas con infección por VIH y 60% de las mujeres infectadas viven en el África subsahariana. Como resultado de esta pandemia, la expectativa de vida se ha reducido en más de 20 años en los países más afectados, retrasando el desarrollo económico y exacerbando la pobreza.

 

En la Argentina, según datos del Ministerio de Salud del año 2008, se estima que la cantidad de personas infectadas asciende a 120.000 de las cuales solo la mitad conoce su condición de infectada y está en seguimiento y tratamiento.

 

Cinco mil nuevos diagnósticos de infección por VIH son notificados por año, los cuales corresponden en su mayoría a varones, en una relación que se mantiene estable desde hace varios años (1.6 hombres por cada mujer diagnosticada con VIH). Las relaciones sexuales no protegidas siguen siendo la principal vía de transmisión del virus. En el período 2007-2009, el 84% de las mujeres y el 82% de los varones diagnosticados se habían infectado de ese modo (en el caso de los hombres 48% por relacionas heterosexuales y 34% por relaciones homosexuales). 

 

A pesar de los avances en el conocimiento sobre la prevención, el tratamiento y el cuidado de las personas infectadas, que han permitido progresos considerables en el control de la infección, la epidemia de VIH continúa avanzando.

 

Los futuros desafíos para lograr detener esta epidemia mundial consisten en eliminar las inequidades y asegurar el acceso al tratamiento de todos los infectados e implementar programas de prevención más efectivos que alcancen a todas las poblaciones.

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