Hombre denuncia a ley belga tras realización de eutanasia a su madre

La mujer falleció en 2012 como consecuencia de una inyección letal que solicitó por sufrir una “depresión intratable”. Su hijo informó que fue informado de los hechos después de la muerte de la mujer.

Tom Mortier denunciará a la ley belga ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. (Foto: National Post)

Tom Mortier, un belga de 38 años, denunciará ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TDHE) la legislación que regula la eutanasia en Bélgica, por haber permitido la muerte asistida de su madre, afectada por una grave depresión.

Godelieva De Troyer, de 64 años, murió en abril de 2012 como consecuencia de una inyección letal que se le aplicó, a petición propia, en un hospital de Bruselas.

El hijo decidió llevar a la corte de Estrasburgo el caso de su madre para relanzar el debate en su país y asegurar un mayor control de la aplicación de las normas, informa hoy el diario flamenco «De Morgen», que a su vez menciona a otros medios.

Los médicos dieron a Godelieva De Troyer el visto bueno a la eutanasia tras concluir que la mujer sufría de una «depresión intratable», pese a gozar de una buena salud física, recuerda el diario belga.

El hijo fue informado de los hechos después de la muerte de su madre, cuando un hospital le contactó para indicarle que podía pasar a retirar sus restos.

Mortier ya había denunciado el caso ante la Orden de Médicos de Bélgica y la Fiscalía de Bruselas.

La denuncia presentada ante la Fiscalía de Bruselas el pasado abril se dirigió en particular contra el médico que procedió a la eutanasia de su madre, Wim Distelmans, presidente de la comisión de control de la eutanasia en Bélgica.

Fue la primera vez que un médico considerado un pionero en la materia, era objeto de una denuncia.

En particular, Mortier manifestó la existencia de graves indicios de que no se habían respetado las condiciones de la ley sobre la eutanasia.

La petición ante el Tribunal de Estrasburgo será presentada, según el letrado de Mortier, por Roger Kiska, de la Alianza de Defensa de la Libertad, un movimiento conservador de defensa de los valores familiares tradicionales con sede en Viena.

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