Palpitaciones, estrés y ánimo cambiante: así nos afecta el ruido

Alteraciones cardíacas y del estado de ánimo, y estrés son algunos de los efectos del ruido sobre la salud, una problemática que cobra especial importancia en la Ciudad de Buenos Aires -una de las más ruidosas del mundo- y entre los jóvenes, grupo etario con más riesgo de quedar sordo, alertaron especialistas con motivo del Día Mundial de Concientización sobre el Ruido, que se celebra cada 27 de abril.

Si bien en numerosas urbes del mundo se están tomando medidas para reducir los efectos de la contaminación acústica, especialistas locales coincidieron en que pese a la implementación del Plan Microcentro, que transformó en peatonales algunas de las calles más transitadas, la Ciudad sigue teniendo niveles de ruido perjudiciales para la población.

Desde la cartera de Ambiente porteño afirmaron que a partir de la aplicación del plan en 2013 el nivel de ruido en las calles de esa zona de CABA disminuyó hasta un 87%.

«El microcentro porteño siempre fue un lugar de gran contaminación sonora, y reducir el ruido nos permite poder vivir mejor la Ciudad y hacerla más saludable», dijo a Télam el Ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, Eduardo Macchiavelli, que señaló que el Plan «fue un éxito en términos ambientales».

Y agregó: «La peatonalización de las calles trajo consecuencias muy positivas, como menos contaminación, menos ruido, optimización de la energía y calles más caminables para vecinos y turistas».

Sin embargo, según datos del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad, se registraron el año pasado más de 7.000 denuncias por ruidos perturbadores: Palermo encabezó el ránking con 1.326 presentaciones, seguido por Balvanera (449) y Caballito (435).

El arquitecto Teodoro Potaz, de la organización Acústica Legal, afirmó a Télam que aunque haya disminuido el ruido en las calles del microcentro se reciben «cada vez más consultas y denuncias por ruidos molestos en la Ciudad».

«Palermo, Recoleta, Belgrano y Núñez son los barrios que más ruidos molestos tienen, porque son además los que tienen mayor cantidad de bares, discotecas y confiterías, mientras que La Boca y Once, por ejemplo, son barrios comerciales donde el ruido se termina a las 18», precisó.

Para Potaz no se conseguirá que el ruido disminuya en la Ciudad hasta que haya mejoras estructurales. «Necesitamos soluciones de infraestructura que aíslen el ruido, por ejemplo, que generan las autopistas, que en los países europeos y varias partes del mundo tienen pantallas aislantes y donde además existen reglas de ordenamiento del tránsito y control de lugares ruidosos», enfatizó.

 La endocrinóloga Laura Maffei señaló a Télam que «más del 60 por ciento de los argentinos se siente perturbado por ruidos molestos en sus barrios u hogares y un 49% en sus trabajos», y afirmó que «hay evidencia científica que confirma que la contaminación acústica tiene efectos temporales y permanentes a través de los sistemas endócrino y nervioso».

La especialista señaló que las consecuencias en el organismo empiezan a notarse a partir de las exposiciones diarias a niveles de ruido por encima de los 70 decibeles (dB), límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y afirmó que si bien siempre se hace referencia a los daños directos en los oídos, «los ruidos también actúan como un estresor».

«El ruido actúa como una amenaza y por eso el organismo se defiende aumentando la segregación de las hormonas adrenalina y cortisol. Esa última regresa al cerebro y actúa en la amígdala y el hipocampo, dos áreas relacionadas con las emociones y la memoria», precisó.

Agregó que si la exposición es crónica, la acción que produce el cortisol lleva al enojo y a la hipersensibilidad emocional, lo que hace que la persona se vuelva nerviosa y agresiva.

Asimismo, según un informe de OMS, el grupo etario con más riesgo de quedar sordo es el de los jóvenes, ya que más de 1.100 millones están en riesgo a causa de prácticas inseguras de escucha como usar dispositivos electrónicos y auriculares reiteradamente y a un volumen más alto al recomendado.

«Así como el olfato puede acostumbrarse a un mal olor, el organismo es capaz de acostumbrarse a los ruidos, por eso es importante consultar con un profesional para evitar una de sus consecuencias más peligrosas: la naturalización del estrés», concluyó Maffei.

Según el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, el transporte es el mayor generador de ruido y en algunos puntos se alcanzan niveles constantes de 75 a 80 decibeles (dB), mientras que también contribuyen a la contaminación acústica las obras en construcción y el ruido que proviene de eventos deportivos y culturales, locales comerciales, discotecas y lugares de esparcimiento.

Además, las esquinas porteñas más ruidosas son Cerrito y 9 de Julio, Marcelo T. de Alvear y Pueyrredón, Las Heras y Callao, Las Heras y Coronel Díaz, Bullrich y Santa Fe y Avenida de Mayo y 9 de Julio.

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