POR LA DRA. AMELIA IMBRIANO.- |

¿Por qué las mujeres se estresan más?

La mujer actual vive estresada. ¿Pero cuáles son los motivos? Las causas radican en su deseo de querer cumplir con los ideales de familia, y a su vez con la profesionalización y la necesidad de trabajo. Tiene todas las demandas del siglo pasado que trae consigo de generaciones anteriores, como ser madre y esposa. Y a su vez, los deseos de realización en su carrera, lo que en ocasiones puede resultar una carga.

Hay una generación, quizás la de los años ’70, que fue impulsada a no conformarse con ser ama de casa, sino a salir de la endogamia del consabido hogar y tener trabajos remunerativos, consecuencia de estudios universitarios. Es la generación que podríamos definir como la de invención de respuestas diferentes: esposa, madre, trabajo. Y por ende, ocuparse de múltiples funciones: lo que hay en la heladera, lo que dice el cuaderno de comunicaciones del colegio de su hijo, las camisas de su esposo o lo que hay en la cuenta bancaria.

Si bien se ha declarado el derecho a la igualdad entre los sexos, la mujer, tanto en la calle como en su casa y en su trabajo aún enfrenta distintas modalidades de desigualdad. En Latinoamérica, por ejemplo, sigue siendo considerada débil y no podemos decir que estos derechos se cumplan en su totalidad.  

En la calle suele ser violentada con facilidad por hombres que le profieren palabras obscenas, o por ser un blanco más fácil de robo. En la casa, no todos los esposos comparten la idea de igualdad de derechos sino que siguen intentando dominar a la mujer, la toman como posesión amorosa y sujeto destinado a dar, lo que hace que no participen del cuidado de los hijos o de las tareas domésticas. En el trabajo, los jefes varones reproducen la dominancia masculina, mientras que por mismo cargo y funciones la mujer percibe menos salario en muchas empresas.

Por todos estos motivos, sumados a la hiperconexión que demanda respuestas inmediatas,  viven más estresadas. A su vez, sufren violencia en diversas modalidades y ello se transforma en estrés psíquico, lo que termina por derivar en un estrés físico.  

Es que la mujer no sólo sufre una violencia de época, por las exigencias de generaciones pasadas sumadas a las actuales, sino que también puede sufrir  violencia física en el hogar o moral, en los ámbitos laborales, cuando son maltratadas por sus superiores que no reconocen su trabajo. Por todos estos motivos, para disminuir el estrés, es vital dejar de lado el sufrimiento pasivo y activo ante la violencia y encontrar respuestas. Preguntarnos qué queremos como mujeres es el máximo tesoro de filiación que le dejaremos a nuestras hijas, nietas, bisnietas y con suerte, colaboraremos en nuevas generaciones menos exigidas.

* Amelia Imbriano es Doctora en Psicología Clínica y  Decana de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Kennedy.MN: 0370

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