EL INSOMNIO Y LAS APNEAS, ENTRE LOS MáS COMUNES |

Problemas que atentan contra el buen dormir

Por Celina Abud.- La especialidad médica que los trata es la Medicina del Sueño. En diálogo con DocSalud.com, la Dra. Mirta Avervuch relató cuáles son los trastornos más frecuentes y cómo se tratan. También recordó qué debe tener una noche de descanso apropiada.

Los problemas durante el dormir no sólo se limitan al insomnio. De hecho, la última clasificación de la Sociedad Americana de la Medicina del Sueño enumera 120 de estos desórdenes. ¿Pero qué es la Medicina del Sueño? Es, precisamente, la especialidad que se dedica a la prevención, estudio y tratamiento de estos trastornos.

Según explicó la doctora Mirta Avervuch, Directora del Instituto Somnos, los trastornos más frecuentes que atentan contra un buen dormir “pueden clasificarse en cuatro categorías”. En primer lugar están las problemas para conciliar el sueño y permanecer dormido, que abarca al insomnio, tanto el de inicio -problemas para conciliar el sueño- como el de mantenimiento – cuando el que lo sufre se despierta durante la noche o la madrugada, sin poder volverse a dormir. “Estos episodios pueden ser pasajeros, cuando aparecen y desaparecen; a corto plazo, cuando duran entre dos y tres semanas y crónicos, cuando son prolongados”, indicó la experta para luego agregar que “entre el 20 y el 40% de la población sufrió insomnio en algún momento de su vida”. 

En segundo lugar se encuentran los problemas para permanecer despierto. Entre ellos están las apneas del sueño, que hacen que la respiración se detenga de manera intermitente durante el descanso (asfixias), por lo que quienes las sufren se despiertan repetidas veces sin recordarlo por la mañana. “Los que padecen apneas tiene dificultad de lograr un sueño profundo, lo que les causa una excesiva somnolencia diurna”, explicó Averbuch. Las personas más propensas a presentarlas son las roncadoras con sobrepeso y aquellas con cuello corto o mandíbula pequeña.

Dentro de esta clasificación también está la narcolepsia, que se manifiesta por ataques de sueño durante el día y otras manifestaciones como parálisis de sueño y alucinaciones hipnagógicas, que son las que suceden entre la vigilia y el sueño. “Quienes sufren este trastorno pueden quedarse dormidos súbitamente y soñar durante estas breves siestas diurnas”, destacó la Directora de Somnos. También está el síndrome de piernas inquietas que se caracteriza por una sensación incómoda que se calma al moverlas. Este desorden está relacionado con el del movimiento periódico de las extremidades, en el cual el paciente las mueve durante el sueño. Ambos, según indicó Avervuch, “pueden ocasionar insomnio y somnolencia diurna”.

También, dentro de esta clasificación, está el déficit crónico del sueño, al que la experta califica como una “pandemia mundial”, ya que el 50% de la población duerme menos horas de las que su cuerpo necesita para funcionar adecuadamente de día. “En los últimos 50 años se han perdido dos horas de sueño y esto se paga con intereses altísimos como accidentes de tránsito o laborales y tiempo de reacción disminuido, entre otras cuestiones”, apuntó.

A su vez, existen los problemas para mantener un horario regular de sueño, que se presentan cuando se rompe una franja constante del dormir y de la vigilia. “Esto sucede cuando se viaja cruzando zonas horarias distintas, es decir el Jet Lag y con las personas que trabajan en turnos rotativos, en especial, de noche”, indicó.

Por último, existen las conductas que interrumpen el sueño, que se denominan parasomnias, y, aunque son más frecuentes en niños, pueden persisitir en el adulto. Dentro de ellas están las que se manifiestan durante la primera mitad de la noche en el Sueño Profundo, es decir aquel momento en que se duerme profundamente pero no se sueña. Entre ellas están los terrores nocturnos, el sonambulismo, la enuresis (hacerse pis en la cama) y la somniloquía (hablar dormido). Por otra parte, están aquellas que ocurren durante la segunda mitad de la noche, es decir, el Sueño REM (del soñar). Entre ellas están las pesadillas que hacen a la persona despertarse con angustia y el trastorno comportamental del sueño REM, en el que el que lo sufre “actúa su sueño”. Este episodio por lo general es violento, y puede ser peligroso tanto para él como su acompañante. Quien sufre este desorden, no recuerda lo que sucedió a la mañana siguiente. 

 

Cómo reconocer un trastorno y cómo tratarlo

 

Si una persona se levanta cansada, siente sueño a pocas horas de haberse despertado, presenta fatiga física y mental, además de sufrir problemas de atención y de carácter, es posible que sufra un trastorno del sueño. Pero para confirmarlos, existen distintos estudios. El método “Gold Standard” (es decir, el más reconocido) es la polisomnografía nocturna, que registra la actividad cerebral, muscular y la respiración durante el sueño. A su vez, existen otras pruebas complementarias, como por ejemplo, el test de latencias múltiples del sueño (TLMS), un estudio diurno que usa la polisomnografía durante cuatro o cinco siestas de 20 minutos cada dos horas. Este último test es especialmente utilizado para la narcolepsia. Por último está la actigrafía, que utiliza un dispositivo parecido a un reloj pulsera que permite estudiar los períodos de sueño-vigilia durante varios días.

En cuanto a los tratamientos, existen distintos abordajes según el trastorno. “En el caso del insmomnio, dependerá de sus causas: si es por depresión, se lo tratará con medicamentos y terapia cognitiva conductual del sueño. Pero también se deberán realizar intentos por controlar el ambiente, es decir, evitar demasiada luz y demasiado ruido y cambiar ciertos estilos de vida, como el excesivo consumo de cafeína u otros estimulantes”, detalló Avervuch.

La apnea del sueño suele tratarse con la pérdida de peso y el suminitro de aire bajo presión positiva a través de nariz, mientras que la narcolepsia se aborda con medicamentos estimulantes durante el día (Modafinil) y antidepresivos para la catalepsia, además de la realización de tres siestas diarias de 15 minutos. Por último, en el síndrome de piernas inquietas “se trata el trastorno subyacente para luego usar medicamentos que estimulen los receptores para la dopamina y los opiáceos del cerebro”, indicó la experta.

Por último, Avervuch recordó que una buena noche de sueño es aquella en que la persona “se duerme en menos de 10 minutos, descansa de un tirón, se despierta fresco y despejado sin escuchar la alarma del despertador, y está alerta durante el día”. Por el contrario, una mala noche “es aquella en que se tarda media hora para dorminrse, se levanta más de una vez y no puede volver a conciliar el sueño, se despierta cansado y le cuesta mantenerse despierto durante el día”.

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