Sífilis y rubéola, infecciones que las futuras madres deben recordar

Por las graves consecuencias que pueden traer al feto, es importante evitar contraerlas durante la gestación. Existe una vacuna antirrubeólica, que debe aplicarse antes de  concebir. En el otro caso, las claves son sexo seguro y detección y tratamiento precoz. Hoy es el día de la Obstetricia y la Embarazada.

Cerca de la mitad de los bebés que contraen sífilis mientras están en el útero muere poco antes o después de nacer. Para los que sobreviven, las consecuencias pueden ser graves: ceguera, sordera o deformaciones, entre otras. La rubéola durante el embarazo es capaz de provocar un desenlace similar. Por eso, al ser infecciones prevenibles o, en el caso de la sífilis, tratables, resulta fundamental que las futuras madres las conozcan y consulten con un médico ante una eventual sospecha.

Una infección de gran impacto actual

La OMS estima que, por año, ocurren 12 millones de casos de sífilis congénita en el mundo. La cuarta parte de ellos tiene lugar en Latinoamérica. En Argentina, la cifra anual de bebés infectados asciende a 720.

Esta patología es causada por una bacteria que se transmite de la madre al hijo, a través de la placenta, durante la gestación o al nacer. Es una enfermedad prevenible, si se realiza un control adecuado durante embarazo, que incluya el diagnóstico oportuno y el tratamiento de las mujeres infectadas. Los estudios de detección disponibles son asequibles y requieren de un apoyo logístico mínimo. Los resultados se pueden obtener en 24 horas y un laboratorio general puede hacer las pruebas de confirmación.

A toda mujer que cursa un embarazo se le deben realizar tres análisis de sangre (VDRL) para detectar de esta infección: uno en el primer trimestre, otro en el tercero y el último en la etapa posterior al parto. Su pareja sexual también debe ser evaluada.

La penicilina es un antibiótico eficaz para tratar la sífilis y está recomendada para personas de todas las edades. Es también el tratamiento que se debe usar para evitar la infección del feto y demostró ser eficaz cuando se completa antes del último mes de embarazo. Los análisis de sangre también se realizan para el control de la terapia farmacológica de las futuras madres. El hijo de una mujer adecuadamente tratada y controlada no adquiere la infección.

Además, hay que tener presente que la sífilis no deja inmunidad y puede entonces adquirirse nuevamente si no se cumplen las medidas de sexo seguro. A las personas que se les detecta la enfermedad, los médicos deben también estudiarlas para determinar si adquirieron otras infecciones de transmisión sexual.

En nuestro país, el Ministerio de Salud de la Nación registra los casos de hijos de madres que no fueron tratadas y controladas de manera adecuada. Esta información, que debe ser aportada por todos los centros materno infantiles, es muy importante para planificar políticas de salud.

Qué hay que saber sobre rubéola

Es una infección viral típica de la infancia. Durante esa época, rara vez produce complicaciones. Se transmite por contacto con personas infectadas –que al hablar, toser o estornudar liberan gotitas de saliva con el virus–, o con objetos contaminados con estas secreciones.

Los síntomas dependen de la edad de la persona. Los niños suelen presentar fiebre y una erupción que se inicia en la cabeza y luego desciende al resto del cuerpo. Es común también que tengan los ganglios agrandados, principalmente en el cuello y detrás de las orejas, y dolores en las articulaciones. El brote en la piel es indistinguible de otras enfermedades eruptivas y sólo un análisis de sangre puede confirmar con certeza la infección. Los adultos pueden presentar dolor en las articulaciones y artritis. Son muy poco frecuentes las complicaciones más severas. Como entre el 20 y 50% de los infectados no tiene síntomas pero puede contagiar, se dificultan la prevención  y el control.

Si una mujer se infecta durante los primeros tres meses de embarazo, existe un 80% de probabilidad de que el embrión también lo haga y presente luego complicaciones graves, como el  síndrome de rubéola congénita (SCR). Este puede provocar la interrupción del embarazo, la muerte al nacer o múltiples y graves malformaciones que provocan sordera, cataratas, ceguera, defectos congénitos del corazón, retardo mental o microcefalia, entre otros problemas. Si la infección ocurre después del cuarto o quinto mes de gestación, los riesgos son menores.

Las personas que tuvieron la enfermedad desarrollan defensas que evitan una nueva infección. La manera más segura para conocer estos antecedentes es a través de un análisis de sangre. Quienes no la adquirieron –o aquellos que deseen reforzar su inmunidad–, pueden recibir la vacuna contra la rubéola. Si bien es muy segura, contiene virus vivos y, por ello, no pueden recibirla las embarazadas. Entonces, las mujeres deben aplicársela antes de concebir. Tampoco se recomienda para personas con enfermedades graves, como los hospitalizados, en tratamiento con quimioterapia, con trastornos de las defensas o sida. Pero sí pueden vacunarse las personas VIH positivas sin síntomas.

La vacunación contra la rubéola es obligatoria en la infancia. El Calendario de Vacunación de Argentina contempla dos dosis de la vacuna triple viral (que también protege contra el sarampión y la papera): a los 12 meses y 6 años, previo al ingreso escolar. También la reciben los adolescentes de 11 años que no tienen constancia de haber cumplido este esquema. Además, deben recibirla las mujeres y los hombres que no tuvieron la enfermedad ni se vacunaron, o que desconozcan sus antecedentes.

Asesoramiento médico: Dras. Fabiana García, Liliana Vázquez y Cynthia Vartalitis – FUNCEI

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