Las nuevas cepas de tuberculosis son cada vez más resistentes a los fármacos para curar esta enfermedad, lo que amenaza los avances logrados en las últimas décadas, según un informe publicado en la revista médica «The Lancet»
El documento, difundido en vísperas del Día Mundial contra la Tuberculosis– celebrado el 24 de marzo- subraya también el impacto que están teniendo otros factores de riesgo como el tabaquismo y la diabetes para incrementar la incidencia de la enfermedad en todo el mundo.
La tuberculosis mata anualmente a 1,7 millones de personas y el número actual de enfermos (unos 9 millones) es el más alto registrado en la historia, según el trabajo coordinado por los profesores Alimuddin Zumla, del University College de Londres, y Stephen Lawn, de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
El 80 % de los casos se dan en un total de 22 países pobres y emergentes, con especial incidencia en el África subsahariana, donde se registran cuatro de cada cinco casos de tuberculosis asociados al virus del sida, un vínculo con «un efecto devastador».
«El aumento de las tasas de tuberculosis resistente a los medicamentos en el este de Europa, Asia, el África subsahariana, amenaza con socavar los avances logrados mundialmente con los programas de control de la enfermedad», afirmaron los autores.
El informe señala que los principales factores de riesgo para contraer y desarrollar plenamente este mal son el virus del sida -que multiplica por 20 las chances de adquirir el padecimiento-, vivir en una situación de pobreza y la sobrepoblación.
No obstante, hay otros elementos que preocupan a los expertos, en concreto «la epidemia global de diabetes y las excesivamente altas tasas de consumo de tabaco en países pobres y emergentes».
«Estos son los elementos que creemos que están disparando la epidemia de tuberculosis», indicaron Zumla y Lawn, que aseguraron que la diabetes multiplica por tres el riesgo de padecer tuberculosis y que el tabaquismo lo multiplica por dos.
Hay además otros muchos factores de riesgo: el cáncer, la carencia de vitamina D, el alcoholismo, la contaminación en espacios cerrados, los problemas renales crónicos, la herencia genética y el uso de corticoides y de fármacos antagonistas del factor de necrosis tumoral (FNT) para tratar dolencias como la artritis reumatoidea.
Estudios en Norteamérica han demostrado que los FNT incrementan en un 50 % el riesgo de desarrollar la enfermedad en pacientes infectados y que los corticosteroides lo incrementan en un 100 %.
El informe concluye que los principales problemas a superar son la falta de pruebas asequibles de diagnóstico, la excesiva duración de los tratamientos, la falta de una vacuna eficaz, la emergencia de cepas resistentes a los fármacos y la fragilidad de los sistemas públicos de salud en los países pobres y en vías de desarrollo.
Pese a ello, se afirma que «hay razones para el optimismo», porque se atraviesa un momento de excelencia investigadora para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad.
Pero este impulso no servirá de nada, advierten, «si no hay un importante compromiso político y financiero para garantizar que se puedan cumplir los objetivos del Plan Global de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ‘STOP TB’ para el periodo 2006-15».