Los antidepresivos de uso común pueden incrementar en más de un tercio el riego de desarrollar dolencias cardiacas, según un trabajo del University College de Londres (UCL). Los investigadores basaron sus conclusiones, publicadas en el último número de la revista «European Heart Journal», en el estudio de 15.000 personas en Escocia.
«Nuestro estudio es el primero que contiene una muestra representativa de una comunidad entera», manifestó el doctor Mark Hamer, del departamento de epidemiología y salud pública de la UCL.
Hamer recordó que «los antidepresivos se recetan ahora no sólo para la depresión, sino para una amplia gama de problemas como el dolor de espalda y de cabeza, la ansiedad y el insomnio», razón por la que se ha incrementado su impacto en el conjunto de la población.
El estudio destacó que esta relación se da especialmente en el caso de los antidepresivos tricíclicos, uno de los grupos de fármacos más usados en el tratamiento médico de los trastornos del estado de ánimo, junto a los IMAO (monoaminooxidasa), el litio y los inhibidores selectivos de la recaptación de las monoaminas.
Su consumo está contraindicado en menores de edad y se usan con precaución durante el embarazo y la lactancia, así como en personas que sufren episodios epilépticos y conductas suicidas.
Hamer explicó que el estudio permitió constatar que «hay algunas características de los tricíclicos que están incrementando el riesgo» de sufrir dolencias cardiacas en quienes los toman.
Hasta ahora se sabía que estos psicofármacos tenían como efectos secundarios una mayor presión sanguínea, sobrepeso y diabetes. A eso se suma, dijo el director del estudio, que las personas que los toman tienen una mayor propensión al tabaquismo y la vida sedentaria, otros elementos que potencian problemas cardiacos.
La Fundación Británica del Corazón pidió tomar con cautela estas conclusiones, porque el estudio no tenía como objetivo inicial evaluar el efecto de los antidepresivos en el riesgo de padecer problemas de corazón, sino que los resultados sugirieron esta posibilidad.
«Sabemos que hallazgos como estos pueden resultar pistas falsas, por lo que antes de que podamos establecer conclusiones firmes debe haber una investigación más profunda que determine el efecto de estos medicamentos en el corazón», manifestó esta organización.