Más grande, más gordo, más precoz sexualmente y también menos fértil: el homo sapiens está sufriendo una evolución inédita en 200.000 años de existencia, según el biólogo francés Jean-François Bouvet.
«Por primera vez en su historia, la modificación del entorno por el hombre es el principal factor de su evolución, que se está sobreponiendo a la selección natural. No es una evolución en el sentido de Darwin, sino más bien una retroevolución», resume Bouvet en declaraciones a la AFP.
En su último libro, Mutants, à quoi ressemblerons-nous demain? (Mutantes, ¿cómo seremos mañana?), explora la «multiplicidad de los cambios y transformaciones, a veces radicales, que afectan a los seres humanos en diversos ámbitos» desde hace décadas.
Según apunta, la estatura media de los franceses, por ejemplo, aumentó casi 5 centímetros en treinta años, mientras que la proporción de obesos se duplicó en la última década y media hasta alcanzar al 15% de la población.
Otro tema que analizó el biólogo es la llegada más temprana de la pubertad, «sobre todo en las chicas, pero no exclusivamente». Un estudio efectuado en Estados Unidos sostiene que una niña blanca de cada diez y una niña negra de cada cuatro entran en esta etapa de la vida con apenas siete años.
La paradoja es que esta precocidad sexual viene acompañada de una «fertilidad en caída libre», según Bouvet. A escala planetaria, detalla, la concentración de espermatozoides en el semen se redujo en promedio un 40% en los últimos cincuenta años.
De acuerdo con el biólogo, el hombre parece además ser cada vez menos «masculino», a juzgar por la reducción del nivel de testosterona y la suavización de otros rasgos biológicos asociados a los machos.
¿Por qué las transformaciones fueron tan rápidas?
El biólogo menciona que además de los factores genéticos, el «big bang químico» creado por el hombre se está convirtiendo en un «homo perturbatus».
Bouvet saca a colación una lista de productos químicos de siniestra reputación: el bisfenol A, ftalatos, DDT, atrazina y otros pesticidas, sin olvidar los antibióticos, que se sospecha son un factor de obesidad.
Estas sustancias contaminantes, que a menudo perturban el sistema hormonal, pueden tener una vida increíblemente larga: seis siglos para que la cantidad del insecticida clordecona se reduzca a la mitad, y en el caso de los piralenos (PCB) de 94 días a 2.700 años.
Todas estas sustancias tienen «efectos demostrados, que afectan a la descendencia a lo largo de muchas generaciones, y crean un fenómeno a largo plazo» del que aún no se conocen todas las consecuencias.
Por suerte, la medicina tiene los remedios para algunos de estos males. Por ejemplo, ya se logró en ratones la fabricación de espermatozoides en laboratorio a partir de células madre, y en el futuro se perfila el útero artificial, posiblemente en cincuenta años, aventura el biólogo.
Los avances médicos ofrecen al ser humano la posibilidad de vivir más años, pero «la esperanza de tener una vida sana está estancada», advierte el científico.
Tampoco es seguro que la medicina predictiva, que a partir de la genética determina el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades, logre invertir la tendencia.
«Ya somos la única especie que sabe que va a morir. Ahora tal vez vamos a saber de qué, lo que no es necesariamente muy bonito», afirma Jean-François Bouvet.