Plantearse objetivos que puedan efectivamente realizarse y tomar los desafíos que se presentan con convicción y optimismo son la clave para encarar con éxito cada año que comienza.
Para Jorge Franco, psiquiatra jefe de Atención Ambulatoria del Hospital de Clínicas, «el cierre y el comienzo de un año es una época particular porque está presente la muerte y la resurrección y depende de cada uno dónde se pone el acento».
Franco consideró que «lo más aconsejable es hacer buenos balances para hacer buenas proyecciones, pero lo fundamental es que lo que se siente y lo que se cree se pueda comunicar».
En ese sentido, destacó que «es muy importante confiar en lo que se quiere» y propuso «trabajar en la elaboración de proyectos que no sean muy estructurados ni tampoco totalmente fantasiosos», porque la clave está en lo que se pretenda de la vida “pueda ser factible y esté lo menos alejado de la realidad, para que después no venga el desencanto».
Para el psquiatra, «lo principal al comenzar un año es tener la posibilidad de sentirse bien con lo que está por venir, saber elegir y no exigirse más de lo que se puede cumplir».
Por su parte, Celia Katz de Eskenazi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), evaluó que «siempre lo que concierne al año nuevo encierra esperanza y es importante ante lo que viene tener una visión optimista». La profesional consideró que «hay que tener capacidad para aceptar las frustraciones y poner énfasis, en lo que se puede realizar en el futuro».
Pero aclaró que «no hay que plantearse metas irrealizables», sino que evaluó como positivo comenzar cada año viendo qué cosas pueden modificarse para sentirse mejor. “Hay aspectos universales y sociales que son difíciles de manejar, pero en lo cotidiano cada uno puede hacer mucho para estar bien y mejorar a su vez lo social», opinó.
En igual sentido, el psicoanalista Enrique Novelli coincidió en que «cada vez que uno hace un proyecto para el año que se inicia, las planificaciones tienen que tener un acercamiento con la realidad, para no sentirse frustado al finalizar el año».
Pero sostuvo que «lo que tenemos que pensar siempre es en que lo que se proyecta hacia el futuro, es algo que se vivencia en el presente y que también traslada vivevencias del pasado».
«El asunto es no hacer un círculo vicioso que nos lleve al pasado sin visión de futuro y lograr que a partir del balance del año anterior, ir proponiendo metas criteriosas y alcanzables», añadió.
En ese orden, Novelli consideró que «si no existiera optimismo no se podría planificar ni proyectar porque uno se quedaría preso de las inhibiciones y del yo no puedo».
«Siempre en ese trabajo del yo puedo esto´, tiene que estar presente el criterio de realidad que ayuda a construir algo seguro».