Entre el 1 de enero y el 31 de octubre de 2011 se registraron más de 26.000 casos de sarampión en Europa. De estas personas, 7.288 debieron ser hospitalizadas y nueve fallecieron. Hasta el momento, la región más afectada es el oeste del continente, con un 83% de los registros.
En Francia, 14.000 individuos contrajeron la enfermedad y seis fallecieron. En el Reino Unido, el número de enfermos se triplicó en comparación al año anterior y, en la mayoría de los casos, se trató de adolescentes y adultos que no habían sido vacunados, o que desconocían su historia de inmunización.
Ante esta situación, la directora regional de la OMS para Europa, Zsuzsanna Jakab, se manifestó preocupada e instó a las autoridades sanitarias a mejorar la vigilancia y la notificación de la enfermedad, y a aumentar las coberturas de vacunación entre los habitantes, ya que en muchos países los niveles de cobertura actuales no alcanzan al 70% de la población. De esta manera, el virus se disemina rápidamente entre las personas susceptibles e incluso se trasladó desde Europa a otras partes del mundo, como Canadá, Australia y Brasil. En 2008, hubo 164.000 fallecidos por esta infección en todo el mundo.
El sarampión es una enfermedad viral muy contagiosa, que se transmite y extiende muy fácilmente. Los síntomas con los que se presenta son: fiebre elevada, secreción nasal, conjuntivitis y exantema o manchas rojizas en la piel. Puede causar complicaciones graves, como encefalitis, ceguera, diarrea, neumonía y muerte, en especial en los menores de 5 años.
En la actualidad existen vacunas para prevenirlo: la triple viral, que protege también contra la parotiditis y la rubéola, y la doble viral, que previene el sarampión y la rubéola.
En Argentina, la triple viral está incorporada al calendario nacional de inmunizaciones. Se indica al año de edad y se administra una segunda dosis a los 6 años. En muchas ocasiones, se recomiendan refuerzos y se organizan campañas de vacunación acordes a la situación epidemiológica de la región. Según datos de la OMS, la vacuna proporcionó grandes beneficios de salud pública y, entre 2000 y 2008, redujo en un 78% la mortalidad mundial por esta causa.