El virus de la gripe aviar que se encuentra en la naturaleza contiene todos los componentes genéticos para convertirse en un agente patógeno similar al responsable de la pandemia devastadora de 1918, según una investigación publicada este miércoles en Estados Unidos.
Un equipo internacional de virólogos identificó ocho genes en varios virus de la gripe aislados en patos salvajes. Estos recordaron a los que formaron el virus de la pandemia de gripe de 1918, responsable de al menos 40 millones de muertes en el mundo.
«Hay reservas de genes en la naturaleza que tienen el potencial, combinándose, de provocar pandemias graves en el futuro», subrayó Yoshihiro Kawaoka, un virólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison y principal autor de este estudio que publicò la revista estadounidense Cell Host and Microbe.
Para evaluar el peligro de que el virus pueda adquirir estos ocho genes, los investigadores utilizaron un método denominado genética inversa para recrear un agente patógeno que difiere del de 1918 en solo un 3% de sus aminoácidos, a partir de los cuales aquel obtiene sus proteínas.
Las pruebas produjeron un virus más fuerte en los ratones y hurones con los que experimentaron que un virus ordinario de la gripe aviar, pero sin ser tan contagioso como el de 1918. Además, era incapaz de transmitirse entre mamíferos por vía aérea, el principal modo de transmisión de la gripe.
Los investigadores determinaron entonces el número de cambios genéticos necesarios para que este virus pueda transmitirse fácilmente entre hurones, el modelo animal para investigar esta infección de las vías respiratorias.
Así, identificaron siete mutaciones en tres genes del virus, que le permitirían transmitirse tan fácilmente como el de la gripe de 1918.
Esta investigación arrojó más luz sobre los mecanismos responsables de la adapatación de los virus de la gripe aviar en los mamíferos.
Según Kawaoka, saber qué genes buscar en un virus puede ayudar a predecir la probabilidad de la aparición de una cepa de la gripe capaz de causar una pandemia, y permite a los científicos desarrollar estrategias más eficaces para combatirlo.