Consumir azúcar en exceso no sólo causa obesidad, sino que también puede aumentar el riesgo de enfermedades coronarias de una persona, señalaron investigadores estadounidenses. Agregaron que quienes abusan de los dulces poseen una mayor tendencia a mostrar factores de riesgo para presentarlas, entre ellos, triglicéridos más altos y menores niveles de la protectora lipoproteína de alta densidad, o colesterol HDL.
«Ingerir azúcar puede puede elevar estos lípidos, al igual que una dieta alta en grasas», dijo en un comunicado la doctora Miriam Vos de la Escuela de Medicina Emory, quien trabajó en el estudio publicado en el Journal of the American Medical Association.
El trabajo se suma a la creciente presión en las compañías de alimentos estadounidenses para hacer sus productos más saludables. Un informe del Instituto de Medicina recomendó que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) comience a regular la ingesta de sodio.
Muchos estados, entre ellos Nueva York y California, han sopesado un impuesto a las bebidas endulzadas para costear el tratamiento de enfermedades relacionadas a la obesidad. La adición de endulzantes a las comidas preparadas y las gaseosas en las últimas décadas ha aumentado enormemente la ingesta diaria de azúcar y calorías totales en el país, según Vos. Sin embargo, ningún estudio importante ha revisado el impacto de su abuso en los niveles de grasa en la sangre.
Pero esta vez, los investigadores consultaron a 6.000 adultos sobre qué comían. En promedio, cerca de un 16% de sus calorías diarias provenían del azúcar adicional. El grupo de mayor consumo ingería en promedio unas 46 cucharaditas extra por día, mientras que el de menor ingesta alcanzaba sólo tres.
«Sería importante para la salud a largo plazo que la gente comience a mirar cuánta azúcar adicional está consumiendo y que busque maneras de reducirla», señaló Vos. Abusar del producto, no sólo contribuye a la obesidad, sino que además es una causa principal de la diabetes, la alta presión sanguínea, enfermedades y paros cardiacos, según la Asociación Coronaria Estadounidense.