Durante años, la bebida que tanto elogiaron y consumieron Bach, Balzac, Beethoven, Napoleón y Voltaire, estuvo rodeada de críticas oscuras como el mismo fruto. El café, solía asociarse a sus potenciales riesgos para la salud. Pero en los últimos tiempos, las investigaciones brindan algunas buenas noticias a sus amantes.
A comienzos de este año, dos artículos publicados en el American Journal of Clinical Nutrition hablaron de los potenciales beneficios que la bebida podría tener para la salud de sus consumidores. Basados en investigaciones exhaustivas, aun necesitan más años de seguimiento para entender complejos mecanismos biológicos y ofrecer resultados concluyentes y seguros. Pero los expertos del equipo encabezado por Kerstin Kempf, que analizaron la relación entre el consumo de café y su impacto sobre el colesterol, el estrés oxidativo, la inflamaciones subclínicas y factores de riesgo de la diabetes de tipo 2, contaron hallazgos interesantes.
Para este estudio se pidió a un grupo de bebedores habituales de la infusión que lo evitaran durante un mes, que al mes siguiente bebieran 4 tazas diarias y, al tercer mes, 8. Uno de sus descubrimientos más resonantes fue que el consumo de café subía los niveles de colesterol bueno, bajaba las concentraciones de sustancias previamente identificadas como factores de riesgo para la diabetes de tipo 2, y que un marcador de inflamación decrecía un 16% con el consumo de 8 tazas diarias.
La otra investigación, dirigida por la Dra. Daniela Sartorelli, de la Universidad de San Pablo (Brasil) se concentró exclusivamente en analizar la relación entre el consumo de café y la diabetes de tipo 2 en un grupo de 69.000 mujeres francesas de 41 a 72 años, durante 11 años. Una de sus conclusiones fue que aquellas que bebieron entre una y tres tazas por día bajaron en un tercio la posibilidad de desarrollar diabetes, especialmente aquellas que tomaron café en el almuerzo, por razones que todavía se están estudiando.
Enfermedades cardiovasculares
Otro estudio, publicado por la revista Annals of Internal Medicine, y llevado adelante por otra mujer, la Dra. Ester López García, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Escuela de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, había hallado que el consumo regular de café (hasta 6 tazas diarias) no estaba asociado con un aumento de la tasa de mortalidad, ni en varones ni en mujeres. Es más: la ingesta de esta infusión, descafeinada o no, se asociaba con una pequeña baja en el índice de fallecimientos por enfermedades cardiovasculares.
“El consumo de café no fue asociado a un mayor riesgo de mortalidad en hombres y mujeres de edad mediana. Se necesita una mayor investigación acerca de la posibilidad de un beneficio modesto del consumo de café en lo que se refiere a enfermedades cardíacas, cáncer y otras causas de muerte”, afirmó López García.
“Al fin mi taza de café matinal podría ayudarme a mantenerme saludable –afirmó recientemente el doctor Shelley McGuire, vocero de la American Society for Nutrition-. Soy un investigador científico, pero todavía confío en que aquellos alimentos y bebidas que han sido parte de nuestra cultura por generaciones son probablemente buenos, o al menos no malos si se consumen con moderación. Hay estudios en marcha que sugieren que el café podría bajar inflamaciones crónicas y también incrementar el colesterol bueno”, agregó.
Pero también están las caras menos benignas, que llevan a algunos profesionales a prohibir esta bebida a determinadas personas y a limitar su consumo. En verdad, es difícil distinguir los efectos propios de la cafeína de los del café. El consumo de cafeína puede interferir con el uso de algunas medicaciones o de ciertas condiciones médicas y también puede subir la presión sanguínea. A su vez, existen hombres y mujeres altamente sensibles a ella, que con una pequeña cantidad sienten poderosos efectos como si hubieran cometido un exceso. Los síntomas de un abuso son inquietud, ansiedad, problemas gastrointestinales, dolor de cabeza, falta de sueño, irritabilidad y agitación.
La sustancia también es responsable del aumento de las secreciones que impactan sobre la actividad digestiva. De ahí que no se recomiende el café a quienes sufren de gastritis, reflujo gástrico o úlceras. A quienes padecen trastornos del sueño, se les recomienda evitarlo a partir de la tarde. También las embarazadas y quienes sufren afecciones médicas o son sensibles a la cafeína deben moderar su consumo. Más allá de lo que digan los estudios, es fundamental seguir el consejo del profesional y no caer en la tentación de “automedicarse”. ¿Con café? Sí, para muchos resulta una verdadera adicción que, como todas, jamás es inocua.
Cafeína: qué es y para qué sirve
Es un compuesto alcaloide del grupo de las xantinas, presente en varias plantas así como en los granos de café y cacao, las hojas de té, las bayas de guaraná y la nuez de cola. Se utiliza en bebidas y medicinas. Actúa como pesticida natural, protegiendo a las plantas de los insectos que se alimentan de ellas. El Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC) opina que, a pesar de que la cafeína es uno de los ingredientes alimentarios más estudiados, y que su capacidad de potenciar el estado de alerta y la atención prolongada está ampliamente documentada, “las investigaciones científicas no han agotado todas las cuestiones que deberíamos conocer”.
Otras bebidas que la incluyen:
• Café instantáneo: 60 mg
• Café descafeinado: 3 mg
• Té en hojas o en bolsa: 30 mg
• Té instantáneo: 20 mg
• Cacao o chocolate caliente: 4 mg
• Un vaso (200 ml) de gaseosa con cafeína: 20–60 mg
Fuente: Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC).
Consumo moderado
La Clínica Mayo aconseja como aceptable tomar entre dos a cuatro tazas de café por día. Reconoce sus beneficios probados por las investigaciones científicas -en muchas de ellas se consumieron entre seis y ocho diarias- pero también advierte que todo depende de cada organismo. Según el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC), la mayoría de la información epidemiológica disponible indica que una ingesta total inferior a los 300 mg al día (ver equivalencias aparte) no supone ningún problema. Entre 100 a 600 mg de cafeína permiten pensar con mayor rapidez y claridad, y mejoran la coordinación corporal. Cantidades superiores a 2.000 mg pueden causar insomnio, temblores y respiración agitada. Estos síntomas se manifiestan a veces con dosis menores. Las propiedades estimulantes de la cafeína afectan en menor medida a los consumidores habituales de café que a los consumidores ocasionales.