“Saber comer es saber vivir”, decía el pensador chino Confucio 479 años antes de Cristo. ¡Y cuánta razón tenía! Hoy se sabe que muchas enfermedades se pueden prevenir, y hasta curar, con una simple modificación en la dieta. Una de ellas es el Síndrome del Intestino Irritable (SII), más conocido como colon irritable, un problema que se estima que padece entre el 9 y el 22% de la población.
Ahora bien, ¿qué es el SII? Se trata de un síndrome crónico caracterizado por dolor abdominal y cambios en el ritmo intestinal, ya sea diarrea o estreñimiento, que puede ir acompañado o no de una sensación de distensión abdominal. No existe un proceso único que explique todos los casos de SII, y si bien en la mayoría no hay una causa conocida, sí se han descubierto variados procesos que llevan a su aparición. Entre los más importantes están los fenómenos inflamatorios del intestino, las alteraciones de la motilidad o de la sensibilidad digestiva.
Muchas veces existen antecedentes de gastroenteritis, intolerancias alimentarias, alteraciones hormonales y algunos factores emocionales o genéticos que facilitan la aparición del colon irritable. En los últimos años se determinó la existencia de importantes cambios cualitativos y cuantitativos en la microbiota de estos pacientes. Por eso, se recomienda el consumo regular de diferentes microorganismos, ya que estos pueden proporcionar un alivio de los síntomas.
El diagnóstico siempre se fundamenta en los síntomas clínicos. Pero también se suelen realizar algunas pruebas complementarias para descartar la existencia de alguna patología orgánica.
Lamentablemente, para tratar esta enfermedad a veces se utilizan dietas muy restrictivas, como la conocida como FODMAPs, que excluye prácticamente todos los grupos de alimentos y genera efectos emocionales negativos en la calidad de vida. Para evitar esto, en primer lugar es importante llevar un diario de síntomas para poder detectar qué los dispara. Luego, hay que diseñar la dieta más adecuada en cada caso. Y, en particular, evitar temporalmente los alimentos específicos que desencadenen o empeoren los síntomas. Así como, quien presenta intolerancia a la fructosa, debe eliminar ese hidrato, quien tiene SII por el uso de antibióticos, conviene que reciba probióticos para reconstruir su flora. Y si lo que predomina es el estreñimiento, entonces se debe aumentar la ingesta de alimentos que contienen fibra.
Los probióticos presentes en el yogur, es decir, los organismos vivos que ejercen un efecto beneficioso sobre la salud, muestran efectividad para disminuir los síntomas. Otra estrategia eficaz suele ser la realización de ejercicio físico y que, en algunos casos, se indica terapia psicológica y hasta antidepresivos.
Como el colon irritable es una patología cuyos síntomas pueden mejorar con un simple cambio de hábitos alimentarios, los especialistas insisten en la necesidad de no perder el tiempo si aparecen dolores abdominales frecuentes o cambios en el ritmo intestinal. Un diagnóstico rápido y preciso permite poner en marcha los cambios necesarios para sentirse bien y poder disfrutar nuevamente del placer de comer.
*La Dra. Mónica Katz es médica especialista en Nutrición.