El 30 de mayo en Argentina se conmemora el Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos. La fecha se propuso en honor al nacimiento del hijo de la primera paciente que dio a luz después de haber recibido un trasplante hepático en el Hospital “Cosme Argerich”. Esta fecha, fue propuesta por quien fuera el médico hepatólogo responsable de llevar adelante aquella intervención que, desde 1998, representa la posibilidad de vivir y dar vida después de un trasplante. Hasta el momento de esta publicación, según el INCUCAI, en 2013 se llevan realizadas 498 operaciones de un total de 224 donantes reales.
En diálogo con DocSalud.com, el Dr. Horacio Aziz, presidente de la Fundación Argentina de Trasplante Hepático (FATH), habla sobre cómo es la vida para el paciente a partir de “el día después”, la importancia de los adelantos en la medicina moderna y la trasplantología que permiten una recuperación cada vez más precoz y el valor de los afectos para atravesar un proceso tan difícil como del de recibir un órgano. A su vez, el jefe de hepatología del Hospital Cosme Argerich hace hincapié en que “el transplante en los hospitales públicos garantizó la equidad en la distribución de los órganos, sin importar la condición social o económica del enfermo. Todos integran una lista común porque es un recurso que se dona de corazón, de forma gratuita y sin pretender nada a cambio”.
Periodista (P.): ¿Cómo es el proceso de recuperación de la persona trasplantada?
Dr. Horacio Aziz (H.A.): Primero hay que tener claro que aquellas personas que llegan a la instancia de requerir un transplante es porque, éste es su único y último recurso para recuperar la salud. Es decir que se trata de personas que no tienen ninguna otra alternativa terapéutica. En segundo lugar, es necesario remarcar que este tipo de intervención se considera exitosa cuando una persona recobra la totalidad de sus potencialidades tanto físicas como psíquicas y emocionales. Esto significa que ha obtenido una calidad de vida normal que se expresa en la posibilidad de llevar adelante la vida que tenían incluso antes de enfermarse en lo familiar, laboral y social. Es factible convivir con un individuo que recibió el órgano de otra persona y no notarlo.
Con esto, me refiero a que el contraste de su recuperación es muy grande porque se trata de personas que padecían enfermedades crónicas que les producían un deterioro físico y emocional muy grande que cuando se trasplantan logran una mejoría mucho más precoz de lo que uno supone. A partir de este momento hablamos de personas sanas.
P: ¿De qué manera contribuyeron los avances de la medicina y la ciencia que agilicen esta evolución?
H.A.: Se ha producido un avance muy importante en todas las áreas vinculadas a la salud, a la medicina y a la trasplantología. Recuerdo que en 1988 cuando empecé a trabajar en trasplantes en la Argentina como médico hepatólogo, un paciente trasplantado pasaba un promedio de entre 25 y 30 días de internacación. Hoy, este proceso no supera los 10 días y hay quienes luego de recibir un hígado nuevo, vuelven a su casa concluida una semana para terminar su recuperación. Una vez transcurridos entre 2 y 3 meses de la operación el paciente suele completar su recuperación y goza de una calidad de vida normal. Esto habla de que, sin lugar a dudas, hubo un gran avance desde lo científico en las técnicas quirúrgicas, en las drogas inmunosupresoras para evitar el rechazo y en aspectos varios de la medicina que hacen del trasplante una práctica médica habitual. Ya no hablamos de un recurso milagroso sino de un procedimiento cotidiano muy reconocido que se basa en reglas, prácticas procedimentales y de seguimiento precisas.
P: ¿Existen terapias complementarias que favorezcan la evolución del paciente?
H.A.: Dependiendo del deterioro de la masa muscular previo al trasplante, en general tienen asistencia de kinesiología. Muchos de ellos, también tienen sostén emocional porque son personas conscientes de que si no recibían ese órgano donado que necesitaban podían morir y esto es un tema que pega muy fuerte y requiere ayuda para sobrellevarlo.
P: ¿Cuál es el rol del entorno familiar y social para la persona trasplantada?
H.A.: Los afectos, integrados por la familia y los amigos ocupan un espacio central. Estés o no trasplantado, constituyen uno de los aspectos esenciales en la vida de cualquier ser humano. Cuando uno ve a su familia peleando a la par por lograr la curación y ve por ejemplo siente el amor de los hijos, de su pareja o de sus amigos y compañeros de trabajo, sin lugar a dudas, ese es un camino que no se hace en soledad y, generalmente, los resultados suelen ser mejores.
P: ¿Existen precauciones con la medicación inmunosupresora?
H.A.: La medicación, en principio se toma de por vida. Si bien existen algunos casos en los que luego de muchos años del trasplante suspenden la medicación porque no existen riesgos de que se produzca un rechazo, lo cierto es que por lo general, no se abandonan los fármacos que en la mayoría de los casos constan de dos o tres comprimidos díarios que el paciente tolera muy bien. Algún tipo de precaución siempre hay que tener, pero este también es un concepto que se ha revolucionado con el correr de los años. La persona debe estar lo suficientemente inmunosuprimida para no rechazar el órgano trasplantado pero debe tener un nivel adecuado de defensas para evitar las infecciones (bacterianas o virales) que deriven en un cuadro grave. En este sentido, hoy se habla del concepto de inmunomodulación. Es importante aclarar también que el máximo efecto inmunosupresor se busca en el postrasplante inmediato y, con el correr del tiempo, cada vez se le da menor concentración de drogas inmunosupresoras. Es por esta razón que a los trasplantados les resulta posible llevar una vida perfectamente normal y pueden volver a sus actividades cotidianas. Durante el tiempo de internación, es posible enfrentarse a microorganismos agresivos que se encuentran dentro del conjunto de las “infecciones intranosocomiales”, que se asocian a los drenajes, sueros y catéteres que pueda tener colocados la persona trasplantada. Sin embargo, una vez que abandonó el hospital, cuando un paciente tiene una infección grave, la pregunta que nos hacemos los especialistas es si no estará sobre-inmunosuprimido, porque esta situación no se concibe normalmente.
P: En 2012 Argentina fue sede de los juegos Latinoamericanos de Pacientes Trasplantados y en 2015 se prepara para ser el país anfitrión del torneo mundial. ¿Cuál es si visión sobre este aspecto?
H.A.: La gente de la Asociación de Deportistas Trasplantados de la República Argentina (ADETRA) ha trabajado mucho por lograr este objetivo y lograron ser la sede de los XX Juegos Mundiales Para Deportistas Trasplantados. Por otro lado, esto da visibilidad a aquello que estuvimos hablando: que la gente vea que compiten en distintas disciplinas personas que tienen condiciones físicas atléticas y que fueron trasplantados. Esta es la prueba inequívoca de que el trasplante recupera al paciente con toda su potencialidad. Me parece fantástico que podamos contar con este evento en el país y poder mostrarlo al mundo. Argentina tiene excelentísimos resultados en los distintos trasplantes y es un país de vanguardia en este sentido. Además, por conocer a esta comunidad de personas que han recibido un órgano, a mí me pone muy feliz que, luego de tanto sufrimiento, puedan ligar su realidad y condición de trasplantado al deporte, a la alegría y a la salud. Creo que constituyen un ejemplo muy sano para todos y que hay que apoyarlos mucho.