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Cómo evitar infecciones gastrointestinales en vacaciones

¿Quién no se tentó alguna vez con algún plato tradicional de un destino turístico? Para muchas personas, probar comidas locales, más si son exóticas, es parte fundamental de un viaje. ¿Y cuántos son los que en vacaciones se dan permiso para comer aquello que en el año evitan? Churros, mariscos, pescados, licuados, helados y hasta cocos recién cosechados están a la orden del día en los paradores de la playa, restaurantes, rotiserías y puestos de venta ambulantes. Porque viajar es también una oportunidad para tomarse un descanso de la cocina.

Además de volver con unos kilos de más, los turistas que no se cuidan en lo que ingieren se exponen a otros riesgos para la salud. El más frecuente es la “diarrea del viajero”, una condición que, según el destino de la travesía, puede afectar a entre el 30 y 70% de las personas en tránsito. Se trata de un síndrome clínico que afecta a hombres y mujeres, y es más común en adultos jóvenes que en ancianos. Además, ésta y otras enfermedades gastrointestinales son las dolencias que más afectan a los chicos viajeros.

La infección puede deberse a una variedad de patógenos intestinales. Las bacterias, en general la Escherichia coli, son responsables de hasta nueve de cada 10 casos. Los síntomas incluyen desde retorcijones leves y la evacuación de heces sueltas y acuosas, hasta un dolor abdominal severo, fiebre, vómitos, y deposiciones con presencia de sangre.

Como el riesgo de contraer este padecimiento está asociado con los métodos de elaboración de la comida y el respeto de las normas de higiene, los viajeros se encuentran expuestos en cualquier lugar del mundo, incluso en los países más desarrollados.

Algunos aspectos estructurales del destino visitado favorecen las infecciones por alimentos. Por ejemplo, la falta de instalaciones de agua potable o la ausencia de sistemas de cañerías, inodoros o baños fuera de las casas, que lleva a una mayor contaminación por heces del ambiente. Una provisión eléctrica inadecuada puede significar poca refrigeración o cortes de energía frecuentes que afecten el normal funcionamiento de las heladeras y, en consecuencia, la conservación de las comidas.

Es común que incluso las personas que trabajan en restaurantes ignoren algunos hábitos básicos de higiene, como lavarse las manos antes de manipularlos y no poner en contacto comidas crudas –o los utensilios usados para procesarlas– con otras cocidas, para minimizar la contaminación cruzada. Además, muchos cocineros carecen de una buena instrucción sobre el modo de desinfectar los alimentos, y las superficies y los utensilios que se usan para prepararlos.

Buenas costumbres

Aunque no es posible eliminar el riesgo de contraer estas enfermedades, los viajeros pueden adoptar algunas medidas que ayuden a disminuirlo. Entre ellas están la selección cuidadosa de las comidas y bebidas a consumir, el lavado de manos con agua y jabón, o la aplicación de alcohol en gel antes de alimentarse; y, en algunas circunstancias, el uso de medicamentos preventivos.

Es preferible optar por comidas recién preparadas, y servidas bien cocidas, en lugar de platos que puedan haber permanecido varias horas en la cocina o el buffet a temperatura ambiente. Es conveniente no ingerir verduras crudas, incluidas las ensaladas, así como las frutas y verduras que no hayan sido peladas. Y se aconseja evitar las carnes y los mariscos crudos o poco cocidos.

Aunque sea una gran tentación, es aconsejable no consumir jugos y licuados si éstos fueron preparados con agua de dudosa procedencia. Las bebidas más seguras son las que provienen de botellas cerradas o tienen gas. En caso de no poder adquirirlas, se puede considerar, como alternativa, hervir el agua o tratarla con lavandina o pastillas potabilizadoras. Pero debe tenerse en cuenta que estos métodos caseros no garantizan la eliminación de todos los posibles gérmenes contaminantes. Por eso, sólo se los debe considerar como segunda opción.

 Atención con los niños y bebés

Se debe ser especialmente cuidadoso con la alimentación de los pequeños, porque éstos se deshidratan más rápidamente. Amamantar a los bebés es la forma más efectiva de reducir el riesgo de contraer una enfermedad relacionada con el consumo de alimentos. En el caso de que consuman leche maternizada, hay que considerar la posibilidad de que esa fórmula no se consiga en otros países y, por lo tanto, puede ser preferible llevarlas en la valija desde el lugar de origen. Como se mencionó anteriormente, la leche debe preparase con agua embotellada.

De igual manera, las precauciones con la comida deben ser llevadas a cabo diligentemente. Los niños deben consumir alimentos elaborados en el momento y bien cocidos. Si van a ingerir frutas, éstas deben ser peladas inmediatamente antes. Además, se debe ser cauteloso con los productos lácteos, que pueden no estar pasteurizados o haber sido diluidos en agua.

En los viajes cortos, además de todos los elementos que se lleva para entretener a los más pequeños, es recomendable que los padres lleven consigo algunos snacks, como barras de cereal o galletitas, para los momentos en que los niños están hambrientos y las opciones disponibles no parecen muy seguras o saludables.

Hay que ser especialmente meticuloso cuando de la higiene se trata. Para lavarse las manos, limpiar mamaderas, chupetes, mordillos y juguetes que se caen al suelo o son manipulados por desconocidos, se debe usar agua potable. Los padres no deben olvidar lavar sus manos luego de cambiar pañales, en especial si el niño tiene diarrea, ya que la infección se puede esparcir a ellos mismos o a otros miembros de la familia. Cuando las manos están visiblemente sucias, se debe utilizar agua y jabón. En otros casos, se puede utilizar alcohol en gel u otro agente desinfectante. Es conveniente contar siempre con estos productos.

Tratamiento

Es aconsejable realizar una consulta antes de viajar, para que un profesional de la salud indique cómo proceder en caso de diarreas. Si éstas son de intensidad leve o moderada, el especialista puede indicar cómo realizar un autotratamiento.

Si el cuadro es severo o si afecta a embarazadas o niños, SIEMPRE deberá ser evaluado por un médico antes de consumir cualquier fármaco. En los niños, cuando hay sangre en las heces, se aconseja realizar un cultivo de materia fecal y evitar el uso de antibióticos, dado que, en algunos casos, pueden causar complicaciones.

En caso de diarrea, es fundamental evitar la deshidratación. Para ello, el afectado debe beber abundante cantidad de líquidos hasta sentir saciedad. Si tiene vómitos, debe beber de a sorbos hasta ver al médico. El agua mineral, las sales de rehidratación oral, los caldos salados, las bebidas deportivas y el té son buenas opciones para reponer el agua y las sales perdidas.

 

Asesoramiento médico: Dr. Pablo Elmassian. División Medicina del Viajero – Stamboulian Servicios de Salud

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