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Controlar el asma es posible

Hoy las personas con asma pueden controlar sus síntomas con un tratamiento efectivo y desarrollar una vida normal. Esta es la premisa por la que trabaja la organización Iniciativa Global para el Asma (GINA, por sus siglas en inglés) y otras que, año a año, adhieren a la conmemoración del Día Mundial de esta enfermedad, a través de la organización de campañas educativas, eventos y actividades de concientización en la comunidad.

Cada vez hay más personas que sufren esta patología, en particular en las ciudades y zonas urbanas, por lo que constituye un problema mundial. Se estima que afecta a alrededor de 300 millones de personas, entre e1 1 y 18% de la población, y causa 250 mil muertes por año. Compromete a personas de todas las razas, niveles socioeconómicos y edades. Por lo general comienza durante la niñez, y es la enfermedad crónica que causa mayor ausentismo escolar.

Esta afección pulmonar crónica  se caracteriza por la inflamación y obstrucción de la vía aérea. En las personas sanas, el aire entra y sale de los pulmones sin dificultad. Pero en los asmáticos, los bronquios reaccionan con mayor sensibilidad a diferentes sustancias irritantes y se obstruyen por mecanismos que incluyen la inflamación de la mucosa, el aumento de las secreciones y la contracción de los músculos de la pared bronquial dificultando la respiración.

Las causas y los mecanismos que desencadenan el asma son complejos e interdependientes. Los síntomas son muy variables, como sensación de falta de aire, opresión en el pecho, tos y sibilancias, y, por lo general, son más severos por la noche y durante las primeras horas de la mañana. Dependen de factores propios de la persona y de otros ambientales. Con respecto a los primeros, predominan las causas genéticas, la obesidad y el sexo. Así, durante la niñez, el asma es más frecuente en los varones. Por el contrario, en la edad adulta, es más común en las mujeres. Entre los factores del medioambiente que pueden desencadenar una crisis están los alérgenos –como polen, polvos, hongos, levaduras, pelo de mascotas–, las infecciones (principalmente por virus), el humo de cigarrillo y la polución ambiental. Otras situaciones que gatillan un ataque de asma son el ejercicio, las emociones intensas, determinados alimentos y algunas drogas, como la aspirina.

Cada individuo responde de manera diferente a los distintos factores desencadenantes. Por eso, identificar la causa en cada caso y aprender a evitarla representa un paso fundamental para el control de la enfermedad. 

¿Qué significa controlar el asma?

El control de la enfermedad implica estar libre de síntomas, no despertarse de noche por esta causa, no necesitar la medicación de alivio rápido –o requerir sólo un uso mínimo–, poder realizar actividad física y ejercicio en forma normal, obtener resultados normales o casi normales en las pruebas funcionales de los pulmones y no sufrir ataques.

Para lograrlo, las personas afectadas deben tener acceso a la medicación y saber cómo utilizarla. También deben conocer los factores que desencadenan la crisis y cómo proceder cuando los síntomas empeoran

La  mayoría de los pacientes necesitan usar dos tipos de medicación. Primero, una de base y de uso prolongado que controla la enfermedad y previene los síntomas. Este grupo comprende las drogas antiinflamatorias, como los corticoides inhalatorios. En segundo lugar, requieren medicamentos de acción  rápida (broncodilatadores), que se utilizan en el momento del ataque para aliviar los síntomas.

GINA fue creada en 1993, como iniciativa de la OMS y del Instituto Nacional de la Salud de EEUU, y trabaja junto a los profesionales de la salud en todo el mundo. Sus objetivos son alcanzar un mayor conocimiento sobre el asma y sus consecuencias para la salud pública, identificar las causas del aumento de casos, promover el estudio sobre la relación enfermedad-medioambiente, disminuir el número de perjudicados las muertes por esta afección, mejorar el control y manejo de los síntomas, y por último,  asegurar el acceso al tratamiento efectivo.

La estrategia propuesta por la GINA para que cada persona con asma logre controlar la enfermedad comprende cuatro fases: desarrollar una buena relación entre el paciente y el médico, identificar los factores desencadenantes y evitar o reducir la exposición, cumplir con el tratamiento y el seguimiento, y manejar de manera adecuada las exacerbaciones.

Bajo esta estrategia, el asma se trata en forma gradual. Esto implica aumentar la medicación “de a un escalón” hasta controlar los síntomas, y luego disminuirla de manera progresiva, una vez que se logró controlar los síntomas por un período de tiempo prolongado. A pesar de no tener cura, con el tratamiento adecuado, las personas asmáticas pueden estudiar, trabajar y desarrollar actividades normales.

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