“A 32 años de descubrirse los primeros casos de sida, la enfermedad sigue siendo un problema de salud”, indicó el virólogo francés Luc Montagnier, quien en 2008 obtuvo el Premio Nobel en Fisiología y Medicina por haber aislado en 1983 el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Durante su paso por Buenos Aires, el experto brindó una conferencia para profesionales de la salud en la Academia Nacional de Medicina, junto a los principales referentes argentinos en materia de la enfermedad, y expresó que debe haber un “cambio de paradigma” en la manera de diagnosticar y tratar la patología.
Montagnier, quien realizó sus principales trabajos en el Instituto Pasteur de Francia, indicó que si bien el sida “siempre es producido por un retrovirus”, existen factores ambientales, tanto infecciosos como no infecciosos que repercuten en el desarrollo de la patología. Es por eso que, en sus palabras, esta enfermedad “debería ser abordada como multifactorial, y no como una mera infección”.
“Con la evolución humana se crearon medios propensos para que existan más infecciones, lo que explica por qué el sida se expandió de manera tan rápida en la década de 1980. Entre ellos están la mala nutrición, los cambios climáticos y la globalización”, pero a la vez, también existen más enfermedades –entre ellas el cáncer- “que aparecen junto con el estrés oxidativo, que no es el mental, sino el que sufre el organismo”.
Entre los factores que producen el llamado estrés oxidativo están las infecciones, la contaminación, la radiación, el esfuerzo intensivo en los deportistas de elite y también el envejecimiento. Es justamente este deterioro de los tejidos el que vuelve a esta población “de riesgo”.
“Existen atletas que se mueren en el campo de juego o jóvenes que fallecen por leucemia, cosas que no deberían pasar porque para estos decesos hay causas, que deben ser frenadas con más investigación”, sostuvo.
Ahora, si el estrés oxidativo debilita el sistema inmunitario y los factores ambientales inciden en que se propague la patología, el postulado de Montagnier es que la enfermedad debe ser tratada como multifactorial, por lo cual a los tratamientos antirretrovirales, se debe agregar “antioxidantes, antibióticos y hasta incluso productos de origen natural, ni bien se desarrollen”.
¿Pero por qué antibióticos? Porque, tras analizar el ADN de pacientes, el virólogo descubrió que una bacteria intracelular, presente en personas no infectadas, se replica en el ADN de los individuos que viven con VIH.
Para analizar el rol de las infecciones en los genes, el experto utilizó pruebas de PCR, que en breve reemplazarán a las serológicas. Este análisis es el que actualmente se le realiza a los bebés de madres con el virus, y tiene como ventaja detectar la presencia del VIH antes de que se formen los anticuerpos, y así acelerar el tratamiento de los recién nacidos en casos positivos.
En investigación, la tecnología PCR permite detectar el rol de las infecciones latentes en las enfermedades crónicas al amplificar el ADN por computadora. Para el experto francés, “este método es muy importante, ya que hoy estamos viviendo infecciones frías, es decir, las que no provocan síntomas y al persistir de manera latente, generan una reacción inflamatoria notable”. Antes, prevalecían las infecciones calientes, que producían afecciones que se cursaban de manera aguda, con manifestaciones típicas.
Desafíos pendientes
Luego de los 30 años de investigación, el VIH/sida, según Montagnier, sigue siendo un problema del salud. En primer lugar, porque los pacientes no se curan, ya que quedan en el cuerpo pequeños reservorios del virus, que se replica a niveles muy bajos. “Para evitar que aparezcan enfermedades, el individuo debe ser tratado de por vida y la toxicidad de las drogas produce eventos secundarios (entre ellos el envejecimiento del los tejidos, que puede derivar en enfermedades cardiovasculares). Por otra parte, tras años de ingerir la medicación, los virus mutan y para tratarlos se necesitan nuevos compuestos, que son mucho más caros”, indicó el virólogo.
El otro gran problema, en sus palabras, es la alta vulnerabilidad hacia el virus en los pacientes de África Austral, donde el 15% de la población vive con VIH, por lo cual “sostener la medicación de por vida a millones de habitantes significa un costo que el sistema de salud no puede afrontar”.
Si bien la aparición de la terapia antirretroviral permitió que la infección se cronificara y así reducir la mortalidad y la tasa de nuevos contagios, así como mejorar la calidad de vida de quienes viven con el virus, todavía hay aspectos que la medicación no logró superar.
Según el doctor Marcelo Corti, jefe de división “B” VIH/sida del Hospital Muñíz, quien participó del panel, la medicación “logró poner un freno a las enfermedades oportunistas, pero no tuvo el mismo efecto en las neoplasias o cánceres”. En sus palabras, los cánceres más frecuentes son los de pulmón, el epitelial anal y el linfoma de Hodgkin y estos dós últimos, están ligados a infecciones por el virus del papiloma humano (VPH) o el Epstein-Barr, respectivamente.
A su turno, el doctor Jorge Bennetucci, uno de los primeros médicos argentinos en investigar el virus, indicó que existen pacientes que, aunque fueron tratados por muchos años, no lograron llegar a un nivel de CD 4 (las células que permiten la lucha contra enfermedades en sangre) mayor a 500, sino que apenas alcanzan los 300. “Cuando el recuento de estas células es de 200 o menos, el paciente tiene más chances de fallecer por enfermedades oportunistas”, especificó.
¿Fin de la epidemia? Polémicas y esperanza
La Organización Mundial de la Salud ya visualiza el cese de la transmisión del VIH con la ayuda de la terapia antirretroviral. El científico argentino residente en Canadá, Julio Montaner, había planteado que todos los pacientes con VIH deben acceder a estos tratamientos, no sólo para ralentizar la aparición del sida, sino también como estrategia de prevención, ya que a menos carga viral en sangre, menos posibilidad de contagio.
El doctor Pedro Cahn, presidente de la Fundación Huésped, preguntó al virólogo francés si estaba de acuerdo la toma de estos cócteles como estrategia de prevención. El experto dijo que no, “ya que se desconocen los efectos a largo plazo que pueden tener esas drogas, de por sí tóxicas”, por lo que prefiere “el uso del preservativo”.
A su turno, la doctora Isabel Cassetti, directora médica de Helios Salud, preguntó si era posible la aparición de un nuevo retrovirus, es decir, de esos que pueden replicarse dentro de la célula y alterar el ADN. Para el experto, esto puede pasar e incluso dijo estar investigando si ciertos cánceres de mama están asociados a un patógeno de este tipo.
Pero más allá de los tratamientos actuales y de las apariciones de nuevos patógenos, “la pregunta del millón” estuvo a cargo de Bennetucci, al consultar si hay una posibilidad futura de erradicación del virus. Para Montagnier, “el caso del ´paciente de Berlín’ quien mostró la ausencia del virus en sangre tras un complejo transplante de médula diagnosticado para tratar una leucemia, prueba que sí existe la chance”. Aunque este caso no puede reproducirse de forma masiva, ya que, de casualidad, el donante poseía una mutación genética que frena el avance del virus, pero esa variante “sólo se encuentra en el 1% de los caucásicos y no existe ni entre los asiáticos ni en los africanos”.
“Tal vez en un futuro los humanos puedan ser cambiados genéticamente, aunque eso sería difícil de lograr. Lo que sí se puede decir, es que este caso da pistas de que se debe insistir en investigar la médula ósea y las potencialidades de sus células”, opinó.
En la misma línea, Corti preguntó si es factible que desaparezcan los reservorios del virus en el aparato gastrointestinal, en el sistema nervioso o en la médula ósea, a lo que el médico respondió que si bien la tarea es difícil, se están realizando ensayos que aún deben ser probados.