El pasado 13 de diciembre, murió Richard Holbrooke, enviado estadounidense en Medio Oriente, tras más de veinte horas en el quirófano a causa de una disección en la aorta. El fallecimiento del diplomático generó conmoción y también permitió dirigir la atención a un problema que causa la muerte de aproximadamente dos mil personas por año en EEUU.
La aorta es la arteria más grande del cuerpo. Una hipertensión no controlada, la aterosclerosis (endurecimiento de las arterias originado en la acumulación de material adiposo en las paredes), una lesión traumática, una debilidad genética en la pared de la arteria o una válvula anormal pueden hacer que se rasgue el revestimiento interno de dicha arteria, conformada por tres capas.
Los desgarros en la aorta son más comunes en los hombres y en las personas de entre cuarenta y setenta años. También pueden ocurrir como resultado de un aneurisma, que consiste en un debilitamiento y posterior estiramiento de la pared de la arteria, que forma una especie de bolsa, donde se acumula sangre.
Cuando se produce una disección aórtica, se crea un segundo canal en el vaso, por el cual comienza a fluir la sangre, que sigue ejerciendo fuerza contra las paredes y puede desgarrar aún más la arteria. Si la ruptura de la pared es total, podría ocurrir la muerte en forma inminente.
No todos los desgarros en la aorta son mortales
Cuando la disección aórtica es pequeña y se detecta a tiempo, puede repararse con cirugía y medicamentos. En la operación, es posible que se arregle el defecto o que se extirpe la parte dañada y se reemplace con un tubo de material sintético. En algunos casos, también es necesario restaurar o sustituir la válvula aórtica y hacer un bypass en las arterias coronarias.
La clave es acudir de inmediato al hospital y recibir el diagnóstico correcto para poder comenzar el tratamiento. A veces, podría demorarse la detección porque las señales se confunden fácilmente con los de un infarto o una úlcera.
¿Cuáles son los síntomas típicos?
Dado que los síntomas pueden variar de una persona a otra y confundirse con los de otras afecciones, no hay un conjunto de signos que permita aseverar con certeza que hay un desgarro en la aorta. Para ello es necesario que el médico realice una serie de exámenes, una tomografía computada, por ejemplo.
Los síntomas comunes de la disección aórtica son dolor repentino y agudo en el pecho, la espalda o el cuello, falta de aire, pulsos anormales en las extremidades, frío en las piernas o síntomas similares a los de un accidente cerebrovascular, como parálisis o debilidad.