Debido a un brote de tos convulsa que afecta a los EEUU y la región, este año el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP, por sus siglas en inglés) de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de ese país amplió las recomendaciones de vacunación contra esta enfermedad e incluye ahora también a todos los adultos mayores de 65 años.
La tos convulsa –también llamada tos ferina o coqueluche–, es una infección respiratoria aguda altamente contagiosa, causada por la bacteria Bordetella pertussis. Según la Organización Mundial de la Salud, produce 50 millones de casos por año en el mundo y alrededor de 350 mil fallecimientos. Si bien compromete a personas de todas las edades, afecta fundamentalmente a los bebés y niños, y representa una de las principales causas de enfermedad y muerte en los más pequeños. En general, se introduce en el seno familiar por medio de los hijos mayores, los padres o los abuelos, y se contagia por contacto directo con las secreciones respiratorias de las personas infectadas.
Antes de la nueva decisión de ACIP, en EEUU la vacuna triple bacteriana acelular (dTpa, que protege también contra la difteria y el tétanos) se aplicaba a los adolescentes y adultos de entre 11 y 64 años, y sólo se indicaba a las personas de mayor edad si estaban en contacto cercano con lactantes. Sin embargo, las estimaciones actuales sugieren que el número real de enfermos en la población de más de 65 sería 100 veces mayor al registrado, y de allí la necesidad de extender la vacunación a este grupo de individuos.
Asimismo, ACIP recomienda que todos los adultos mayores de 19 años que aún no se vacunaron contra la tos convulsa reciban una única dosis, independientemente del tiempo transcurrido desde la última aplicación de la vacuna antitetánica o doble adultos (contra la difteria y el tétanos). Las vacunas acelulares, como la dTpa, demostraron ser seguras y protegen a las personas de edad avanzada.
Situación en Argentina
Desde fines del 2010, los casos de tos convulsa en el país aumentan en forma sostenida y en lo que va de 2012, la notificación de casos sospechosos aún se mantiene por encima de lo esperado. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, en 2011 se reportaron 8.315 casos y fallecieron 70 niños de menos de un año de vida. De ellos, el 91% era menor de cuatro meses, ya que al no tener edad suficiente para recibir la vacuna, no estaban protegidos.
En este contexto, la cartera sanitaria nacional también emitió en 2012 nuevas recomendaciones de vacunación. Con el objetivo de proteger a los recién nacidos y a los lactantes durante los primeros meses de vida, amplió la aplicación de la vacuna dTpa a las mujeres embarazadas (a partir de la vigésima semana de gestación). A través de esta estrategia, conocida como “efecto capullo”, los anticuerpos generados por la mujer pasan al feto y luego protegerán al recién nacido. La medida oficial abarca además a todas las mujeres que acaban de dar a luz y no se vacunaron durante la gestación, y a las madres de bebés menores de seis meses. Está demostrado que de esta manera y junto con la vacunación de los familiares y de las personas que conviven con niños, disminuyen en un 70% los casos de tos convulsa en los lactantes durante los primeros tres meses de vida.
Si bien en el país no hay aún una recomendación oficial para que se vacunen los mayores de 65 años, la Sociedad Argentina de Infectología aconseja que todos los adultos de entre 19 y 64 años reciban la dTpa en reemplazo de uno de los refuerzos de la doble adultos (que se administran cada 10 años), en forma independiente del tiempo transcurrido desde la aplicación de la última dosis de esta vacuna. Y subraya la importancia de inmunización de las personas que tienen contacto con niños, en especial con los recién nacidos.
Asimismo, el Calendario Nacional de Vacunación cuenta con cuatro vacunas que protegen a los niños contra la tos convulsa: la pentavalente se debe aplicar a los dos, cuatro y seis meses de vida; la cuádruple, a los 18 meses; la triple bacteriana celular, al momento de ingresar a la escuela, y la triple bacteriana acelular, a los 11 años. También se recomienda la dTpa para el personal de salud que presta cuidado a niños menores de un año y para las personas en contacto con niños prematuros de menos de 1.500 gramos de peso.
Es importante cumplir con todas las dosis necesarias de las vacunas contra la tos convulsa, ya que si bien es una enfermedad prevenible a través de la inmunización, las coberturas por debajo de los niveles óptimos, la pérdida natural de anticuerpos tiempo después de la vacunación y el hecho de que tener la enfermedad no genera defensas duraderas han colaborado con la propagación de esta infección.
Cuándo sospechar la tos convulsa
Al comienzo, los niños presentan catarro con poca fiebre, moco nasal, estornudos y tos. Unos diez días después, aparecen los accesos de tos característicos de esta infección: golpes rápidos y de intensidad creciente, que le ocasionan al niño una angustia considerable y dificultad para respirar. Estos episodios finalizan con una inhalación ruidosa de aire, seguida de una expectoración de mucosidades claras y adherentes. Con frecuencia, los niños también tienen vómitos después de toser. Esta situación suele repetirse entre 20 y 30 veces por día, durante un período de seis a 10 semanas. La recuperación es prolongada y los síntomas desaparecen en forma gradual.
En los lactantes, los síntomas incluyen dificultad para alimentarse, aumento de la frecuencia respiratoria, episodios de ahogo con interrupción de la respiración y aparición de una coloración azulada en la piel. La principal complicación de la infección es la neumonía, que causa el 90% de las muertes. Con menor frecuencia, puede afectar el sistema nervioso central y producir convulsiones y coma.
Y dado que en los adolescentes y adultos la enfermedad no es tan característica porque produce tos seca de larga duración, es importante que, ante un cuadro de este tipo, médicos y pacientes tengan en cuenta que puede tratarse de tos convulsa, para poder llegar a un diagnóstico y tratar estos casos de manera adecuada. Así, se logra cortar una vía común de diseminación y el contagio de la enfermedad.
Fuentes: Morbidity and Mortality Weekly Report (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, EEUU), Actualización de Recomendaciones Infecciones Respiratorias Agudas Argentina 2012 (Ministerio de Salud de la Nación), Sociedad Argentina de Infectología.