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El 90% de los argentinos ignora que la fibrilación auricular es un factor de riesgo de ACV

La alteración más frecuente del ritmo cardíaco, denominada Fibrilación Auricular (FA), aumenta cinco veces el riesgo de sufrir un Accidente Cerebrovascular (ACV). Sin embargo, apenas el 3 % de los argentinos menciona de manera espontánea este dato, y sólo 4 de cada 10 se hicieron controlar el pulso en los últimos 6 meses. Las cifras fueron difundidas por Arrhythmia Alliance Argentina y PRONETAC (Programa de Estudio y Tratamiento de las Arritmias Cardíacas), a partir de un relevamiento realizado sobre 1.010 encuestados de todo el país con motivo del Día Mundial del ACV, que se conmemorará todos los 29 de octubre.

La Fibrilación Auricular es tipo de arritmia que afecta al 1% de la población total aunque su prevalencia aumenta de manera creciente con la edad hasta llegar a 10% en personas mayores de 80 años.  Se estima que una cada cuatro personas mayores de 40 años padecerá esta patología a lo largo de su vida. Se ha demostrado que quienes sufren FA corren mayor riesgo de tener coágulos en la sangre, y esto a su vez aumenta 5 veces la probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular. Según, el Dr. Steven Davis, médico neurólogo y presidente de la World Stroke Organization (WSO) “cada año, se producen unos 15 millones de ACV en el mundo de los cuales, 3 millones se deben a la FA. “Representa un enorme desafío global para los sistemas de salud. Es la segunda causa más común de muerte y la primera de discapacidad a largo plazo”, agregó.

El Dr. Jorge González Zuelgaray, Presidente de la Arrhythmia Alliance Argentina, manifestó que «la falta de conocimiento sobre este tema muestra que estamos perdiendo una importante oportunidad de prevención, ya que cuando la FA se detecta es posible tratarla y controlarla para evitar consecuencias tales como el ictus, que puede causar discapacidad y muerte. Con una medida tan sencilla como tomarse el pulso, ya es posible sospechar si algo está funcionando mal en el ritmo cardíaco, y consultar al especialista antes de que sea demasiado tarde».

En el sondeo

Al solicitar que se nombraran los principales factores de riesgo de ACV, los más mencionados fueron el tabaquismo (35%); la hipertensión arterial (32%); la obesidad/sobrepeso (23%); el colesterol alto (21%); y los nervios/estrés (14%). Apenas el 3% mencionó la fibrilación auricular, mientras que sólo un 6% incluyó los antecedentes familiares de la enfermedad; 5% la edad; 7% la diabetes y 3%  haber sufrido un ACV previo.

«Los ataques cerebrovasculares suelen presentarse con alguno o varios de los siguientes síntomas: parálisis en el rostro o en los miembros, dificultad para hablar, estado confusional, fuerte dolor de cabeza, pérdida del equilibrio y pérdida de visión en uno o ambos ojos”, expresó el Dr. Adrián Lescano, Coordinador de Insuficiencia Cardíaca del Hospital General de Agudos Donación Francisco Santojanni.

Consultados sobre la identificación de los principales síntomas de las apoplegías, los encuestados manifestaron dos síntomas en promedio, reportando dolor de cabeza (48%); parálisis en el rostro, un brazo o una pierna (30%); dificultad en el habla (12%); pérdida del equilibrio o coordinación (12%); cambios en la visión (9%); alteración de la lucidez mental (9%); y cambios en el sentido del gusto (4%). Tres de cada diez encuestados (28%) no supieron mencionar síntoma alguno.

Respecto del nivel de conocimiento sobre la fibrilación auricular, casi 8 de cada 10 (76%) desconocían que aumenta en 5 veces el riesgo de ACV, 7 de cada 10 (72%) no sabían que las palpitaciones irregulares, la sensación de falta de aire, debilidad generalizada y mareos pueden ser síntomas de FA, y el 75% ignoraba que con una simple medición del pulso es posible detectarla.

En cuanto a los métodos más importantes para la prevención del ictus en pacientes con fibrilación auricular, 1 de cada 2 encuestados mencionó el diagnóstico temprano, mientras que el 7% refirió tratamiento anticoagulante, además de controles de laboratorio, y restricción en la dieta; un 5% tratamiento anticoagulante solo y el 23% todas las anteriores juntas.

Finalmente, consultados sobre el control del pulso, 4 de cada 10 manifestaron haberse controlado el pulso por un médico en los últimos 6 meses y el 37% aseguró saber tomarse el pulso.

La encuesta fue llevada a cabo por la consultora TNS Argentina a pedido de Arrhythmia Alliance Argentina y PRONETAC, con el apoyo de los laboratorios Bristol-Myers Squibb y Pfizer. El trabajo relevó la opinión de 1010 argentinos de ambos sexos mayores de 18 años de todo el país, durante el mes de septiembre de 2013. Consistió en una entrevista personal domiciliaria (1 entrevista por hogar), con método muestral probabilístico, polietápico y estratificado en cuotas de sexo y edad en el hogar, representativo de la población argentina adulta, con un esquema de ocho preguntas sobre el conocimiento que los encuestados tenían respecto de las arritmias, la fibrilación auricular y el riesgo de ACV.

Los resultados del sondeo fueron presentados por los Dres. Jorge González Zuelgaray, Jefe del Servicio de Arritmias y Electrofisiología del Sanatorio de la Trinidad San Isidro; Fernando de Valais, Médico del Servicio de Arritmias y Electrofisiología de la misma institución; Adrián Lescano y Patricia Casais, Investigadora del Instituto de Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de Medicina y Médica del Centro Pavlovsky.

Arritmia – Corazón a destiempo

Para latir, el corazón cuenta con un sistema de conducción eléctrica que envía señales o impulsos a través de las cámaras cardíacas superiores (aurículas) e inferiores (ventrículos). De esta forma, se logra un ritmo regular y coordinado.

En el ritmo normal, se genera un impulso eléctrico que envía el nodo sinusal (el ‘marcapasos’ del corazón) para establecer la frecuencia y el ritmo cardíaco. Esta corriente eléctrica se extiende por las aurículas, que se contraen y expulsan la sangre hacia los ventrículos. El impulso eléctrico alcanza el nodo aurículo-ventricular, que funciona como una compuerta y enlentece y regula dicho impulso. A medida que la señal eléctrica llega a los ventrículos, éstos se contraen y envían sangre a los pulmones y al resto del organismo. Normalmente, el corazón adulto late en forma regular entre 60 y 100 veces por minuto, durante el reposo, lo que se conoce como ‘ritmo sinusal’ normal.

Cuando se altera la corriente eléctrica del corazón, éste modifica su ritmo, ya sea latiendo muy rápido (taquicardia), muy despacio (bradicardia) o en forma irregular (fibrilación auricular).

«Es fundamental que la población conozca cómo se manifiesta un ACV, porque la asistencia médica inmediata favorece el pronóstico del paciente», enfatizó el Dr. Fernando de Valais, médico del Servicio de Arritmias y Electrofisiología del Sanatorio de la Trinidad San Isidro. «Tenemos que ser conscientes de que un ACV puede producir la muerte, y en gran cantidad de casos, causa lesiones de por vida con una importante carga para el paciente, su familia y la sociedad, además de costos en el sistema de salud».

El principal riesgo asociado con la FA es un ictus. Esto se debe a que cuando las aurículas no se contraen en forma efectiva, la sangre se puede estancar y formar coágulos que si se desprenden y viajan al cerebro pueden causar una obstrucción, lo que genera el ACV. Además, la frecuencia cardíaca elevada durante largos períodos de tiempo puede dañar al corazón, provocando insuficiencia cardíaca, e inclusive aumentar levemente el riesgo de muerte.

Si bien es un trastorno que suele tener buen pronóstico, en muchos casos tiende a repetirse y empeorar, incluso a pesar del tratamiento. “Una detección oportuna de la fibrilación auricular, aún cuando el tratamiento de arritmia fracase, permite iniciar anticoagulación por vía oral, lo que reduce el riesgo de accidente cerebrovascular en aproximadamente un 70%”, señaló la Dra. Patricia Casais, investigadora del Instituto de Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de Medicina.

A menudo se trata de un problema silencioso y lo primero que una persona puede tener en cuenta es la pérdida de la función de un lado del cuerpo, la pérdida del habla o la visión cuando  está padeciendo una embolia cerebral. 

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