La palabra “mentor” surge del poema griego “La Odisea”. Cuando el rey Ulises partía a la guerra, le confiaba el cuidado de su reino y su hijo a Mentor, a quien entonces consideraba un “consultor y asesor sabio, y de confianza”.
Encontrar un mentor no es fácil, pero uno debe preocuparse por buscarlo. Julie Bick, quien tuvo un rol de liderazgo en la empresa Microsoft durante los 90, dice: “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías, pero breve y eficaz por medio de ejemplos”.
Yo comparto este concepto. El aprendizaje cuesta menos cuando se tiene ejemplos para replicar, modelos a seguir. Y cuando se tiene el apoyo y el consejo de otros con más experiencia, que pueden guiarnos en nuestro camino, alentarnos a transitar nuevas rutas, ayudarnos a crecer.
El aprendizaje no es exclusivo de una etapa de la vida, es una necesidad permanente a lo largo de toda una carrera profesional. Y la mejor manera de aprender es poniendo entusiasmo, interés y pasión para adquirir nuevos conocimientos. Pero también, y sobre todo, se aprende a través de la enseñanza. Uno enseña como médico. Uno enseña también como padre, como hijo y como abuelo. Porque la enseñanza no se realiza sólo en las Universidades, podemos llevarla a cabo en cualquiera de los escenarios en los que nos toque actuar.
Uno aprecia al buen maestro cuando es capaz de estimular a su alumno para que “encienda sus motores”, piense y asuma un rol activo. El médico y el maestro tienen muchas cosas en común. Por ejemplo, los dos enseñan. Como lo indica la palabra doctor (del latín “docere”, que significa “enseñar”), la relación médico-paciente se encuadra naturalmente en una situación de enseñanza-aprendizaje. Por eso, en cada consulta tratamos de comunicarnos con claridad y precisión, para ayudar a resolver los problemas que aquejan a la persona enferma y su familia. La misma actitud nos vincula con los alumnos, residentes y colegas, con quienes compartimos nuestros conocimientos, transmitiendo las experiencias y aprendiendo mientras enseñamos.
Para Leonardo Da Vinci el arte y la ciencia eran indivisibles. Se lo conoció como un científico estudioso del arte y un artista estudioso de la ciencia. Y en su obra siempre mantuvo estos conceptos en equilibrio. La ciencia es el conocimiento, el arte es la maestría para aplicarlo. Y cada uno de nosotros tiene su forma única de hacerlo. Nuestro potencial creativo es ilimitado y debemos desarrollarlo. Para eso, pensemos qué queremos hacer, miremos los modelos, y crezcamos con el apoyo de nuestros mentores.
Por último, es importante recordar que la enseñanza es una de las actividades fundamentales en la vida y que, la mejor manera de aprender es poniendo entusiasmo, interés y pasión para adquirir nuevos conocimientos. Pero existe otra forma: también se aprende enseñando.