Argentina alcanzó el 40% de tasa de embarazo por métodos de fertilización asistida y cuenta con un nivel técnico, científico y de recursos humanos compatible al de los países más avanzados en ese campo de la medicina. Así lo afirmaron varios especialistas nacionales en esta técnica a tres días de cumplirse 33 años del nacimiento de Louise Brown, la primera «bebé de probeta» del mundo.
Robert Edwards fue el médico responsable de ese nacimiento, ocurrido en Inglaterra, y su labor que dio inicio a la fertilización asistida le valió el premio Nobel de Medicina en 2010.
Claudio Chillik, ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Medicina Reproductiva, destacó que a poco de cumplirse otro aniversario de ese logro «se calcula que hay más de tres millones de bebés nacidos por fertilización asistida en el mundo y es una de las ramas en las que más se avanzó».
Chillik, que dirige en Argentina el Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción (Cegyr), sostuvo que «hoy en cualquier grado de cualquier colegio hay algún chico nacido a través de estas técnicas» y puntualizó que «Argentina llegó a un techo de embarazo del 40%, por cada intento por fertilización in vitro».
El médico precisó que en el centro que está a cargo «se logra un promedio de 1500 casos exitosos de embarazo por año» con técnicas de reproducción asistida y en cuanto a la garantía de embarazo según la edad de las pacientes, estimó que «a partir de los 43 años comienzan a ser remotas las chances con óvulos propios». Aclaró que «no ocurre lo mismo con la donación de óvulos”, donde se opta por poner “un límite de 50 años para lograr un embarazo».
Por su parte, Ramiro Quintana, miembro de la Sociedad Argentina de Fertilidad (SAF) y director de Preservar Fertilidad, coincidió en que «el panorama argentino en medicina reproductiva está muy bien y el país no tiene nada que envidiarle a los centros más importantes del mundo».
Quintana insistió en que «se avanzó muchísimo y hoy hablamos que en las pacientes menores de 40 años, de un éxito para lograr un embarazo logrado con un ciclo de tratamiento».
«Cuando comencé en 1986 la tasa de embarazo por fertilización asistida era del 15% y hoy estamos alrededor del 40», recordó el especialista, a la par que «los tratamientos variaron, avanzando a tal punto de que se pueden vitrificar óvulos».
Entre los desafíos pendientes en medicina reproductiva, indicó que «hay una deuda con los pacientes en entender el mecanismo de implantación del embrión», para que no se pierdan el embarazo.
No obstante, Quintana señaló que «se avanzó mucho en la calidad de los embriones para que prendan», a tal punto que «se transfieren dos como máximo, debido a la buena probabilidad de llegar a buen término».
Por su parte, Sergio Pasqualini, director del Instituto Médico Hallitus, coincidió en que «Argentina posee el nivel técnico, científico y de profesionales compatible a la de los países más avanzados», pero manifestó la necesidad de «contar con una ley nacional sobre fertilización asistida».
Pasqualini opinó que «la posibilidad de acceso a estas técnicas está restringida para buena parte de la población» y consideró como uno de los motivos decisivos el factor económico.
Por eso, destacó que «hoy podemos estar orgullosos de tener una ley de reproducción asistida que promulgó la Provincia de Buenos Aires, que no sólo brinda salud a una parte de la población que de otro modo no accedería, sino que regula la práctica e incentiva su investigación y formación de profesionales».
Indicó que «esa ley es pionera en América Latina y, en varios aspectos, superior a la reglamentación de muchos estados de los Estados Unidos».
En la Provincia de Buenos Aires más de 30 parejas lograron en los últimos meses un embarazo, al acceder a tratamientos gratuitos en cuatro hospitales bonaerenses. Ese programa está destinado a quienes tienen un mínimo de dos años de residencia en la provincia y los tratamientos son una posible salida al problema de la infertilidad, una dificultad que afecta a una de cada 6 parejas, según la Organización Mundial de la Salud.