Las mujeres que consumieron cocaína aunque sea una sola vez durante el embarazo tienen un tercio de posibilidades de dar a luz bebés más pequeños y prematuros, reveló un nuevo estudio.
Mientras que los trabajadores médicos conocen desde hace mucho esta relación, la última investigación, publicada en American Journal of Obstetrics and Gynecology, reunió los datos de 31 trabajos previos para tener un panorama más exhaustivo de la situación.
«Esto realmente nos da cifras concretas para recordarnos una vez más la asociación del uso de cocaína y el impacto negativo que tiene no sólo en el embarazo sino sobre los recién nacidos», dijo Kellie Murphy, profesora asociada de obstetricia y ginecología de la University of Toronto y coautora del estudio.
Los bebés nacidos de madres que consumieron cocaína -que el estudio definió como cualquier uso durante el embarazo- tenían una de tres posibilidades de nacer antes de las 37 semanas de gestación. Sin ingesta de esa droga, ese riesgo era de uno en ocho.
Las embarazadas usuarias también tenían una de tres posibilidades de dar a luz un bebé con menos de 2.500 gramos de peso, mientras que en las que no ingerían la sustancia esa probabilidad era de una en 10. Esa reducción en kilos implica que los bebés son más pequeños “en tamaño y circunferencia de cabeza”.
Otros profesionales de la salud señalan que los bebés de mujeres consumidoras de cocaína también corren un mayor riesgo de tener presión arterial elevada, enfermedad cardíaca y muerte prematura, lo que implica que los costos sociales actuales requieren una política de asistencia médica a largo plazo para solucionar el problema.
Existen investigaciones que indican que los programas para que las mujeres dejen la cocaína son útiles, por lo que es importante que los médicos traten de identificar a las pacientes con estos problemas, señaló Murphy.
«El embarazo suele ser un tiempo en que las mujeres pueden cambiar sus vidas. Es potencialmente una oportunidad para que se encaminen», añadió la experta.