Un estudio sobre 783 médicos del Reino Unido reveló que el 97% admitió haber dado al menos una vez algún tipo de placebo, ya sea por petición del propio paciente o bien por iniciativa propia para tratar de tranquilizarle. Los resultados del relevamiento fueron publicados en la revista online PLoS One.
Los investigadores distinguieron entre placebos «puros», que son tratamientos como pastillas de azúcar o inyecciones salinas que no contienen ingredientes activos, e “impuros”. Estos últimos son tratamientos no demostrados, como el uso de antibióticos cuando se sospecha de infección viral o pruebas que no son esenciales y análisis de sangre realizados para calmar al paciente.
«Potencialmente, el placebo puede ayudar a la gente si se usa con ética. Pero también pueden generar costos si se emplea inapropiadamente», explicó a la BBC Jeremy Howick, de la Universidad de Oxford y coautor de la investigación. El experto explicó que el uso de estos compuestos es «muy común a pesar de que es considerado antiético».
En concreto, el estudio indica que el 66% de los médicos considera que el placebo puro es éticamente aceptado bajo ciertas circunstancias. Sin embargo, los impuros tienen más aceptación, pues el 84% de los doctores los consideraron aceptables.
«En mi opinión, el estigma que acompaña al uso del placebo es irracional, y se deberían hacer más investigaciones para desarrollar placebos éticos y rentables», señaló George Lewith, de la Universidad de Southampton, también coautor del estudio.
Sin embargo, más del 90% de los médicos rechazó su uso si ello daña la confianza médico-paciente y más del 80% se mostró en contra de su uso si ello implica engañar al paciente.
Analgésico “natural”
Lewith indicó que otros trabajos realizados por la Universidad de Southampton demostraron que los placebos «pueden ayudar a mucha gente y ser efectivos mucho tiempo después de su administración». «El efecto placebo funciona liberando los analgésicos naturales de nuestro cuerpo«, agregó.
El profesor Howick, por su parte, no lo considera antiético siempre y cuando no se mienta. «En algunos casos, administrar placebo involucra engañar al paciente, como cuando el doctor le dice que le está dando un medicamento y en vez le suministra una solución salina. Pero en otros casos es cuestión de ofrecer sugerencias positivas», explicó.
Además, también justifica el tratamiento con placebo cuando el paciente ya probó otras opciones farmacológicas y éstas, o bien no funcionan o tienen serios efectos secundarios. «En estos casos sabemos que puede funcionar y lo damos en una forma ética, informando al paciente, podría ser beneficioso», indicó.
No está prohibido
En el Reino Unido, el Consejo Médico General (GMC, por sus siglas en inglés) es ambiguo respecto al uso de placebo ya que no lo discute explícitamente y tampoco lo prohíbe.
Este organismo tiene una recomendación para que los doctores sean siempre honestos con sus pacientes y le expliquen qué es lo que están recetando. Al mismo tiempo, aconseja responder las preguntas del consultante honesta y completamente.
«El GMC mantiene silencio respecto a placebos«, declaró Howick a la par que agregó que muchos médicos consideran esta postura como una prohibición.
Fuente: Plos One / Europa Press