Docsalud – Lo que necesita saber sobre salud

Estrategias para mantener la lucidez a edad avanzada

Para llegar lúcidos, se debe estar atento a las señales que indican un deterioro cognitivo

Llegar a la vejez con las capacidades cognitivas intactas es uno de los principales objetivos de las personas, por lo que todos buscan mantener la «lucidez» que,  según los expertos, es la capacidad que permite continuar razonando y expresando lo que se piensa de manera adecuada.

 

Mantenerla depende de la preservación de las capacidades cognitivas como el lenguaje, el juicio, la inteligencia, la atención, la ubicación espaciotemporal, la memoria y la habilidad visoespacial. Mientras que a nivel neuronal, la capacidad cognitiva se somete a la capacidad dinámica de las células nerviosas de establecer conexiones, llamadas «sinapsis».
Cuando se es más joven, la dinámica de formación de sinapsis es mayor.

«Está demostrado que cuanto más activas se mantengan las capacidades cognitivas durante la juventud (mediante el estudio, la actividad social, el juego y todo aquello que estimule el ejercicio de la inteligencia y la salud mental), mayores serán las conexiones sinápticas que se establecen, y mayores son las chances de tener una buena capacidad cognitiva a medida que se avance en edad», explicó Moisés Schapira, especialista en Medicina Familiar y Gerontología y Director Médico de Hirsch, Centro de Adultos Mayores.

Schapira indicó que, pasados los 65 años «deben buscarse actividades que permitan preservar las funciones remanentes y ejercitarlas, pero es muy difícil recuperar una función cuando se ha perdido por completo».

Por tal motivo, consideró «fundamental» estar atentos a las posibles señales de deterioro, diferenciar situaciones «normales» acorde a la edad, de aquellas que representan algún grado de declinación, y recurrir a actividades y tratamientos capaces de minimizar el deterioro cognitivo.

Para el especialista, cuando los movimientos o la marcha se vuelven más lentos o los olvidos se vuelven más frecuentes, son señales típicas del paso de los años.

 

 «Efectivamente hay cierta disminución de capacidades propias en la senectud como algunos olvidos o la dificultad para recuperar nombres propios», indicó Schapira, quien aclaró que existe un nivel de deterioro al que es necesario prestar más atención, y son los del llamado «deterioro cognitivo leve». En realidad, según aclaró el experto, «son mal llamados leves, porque de estos casos, entre un 8 y un 16% evolucionan hacia demencia en un período de 2 años».

Según remarcó, los síntomas «dependen de la persona, así como de la causa del deterioro y de las funciones afectadas». Puede tratarse de un trastorno amnésico (pérdida de la memoria), afásico (Pérdida del lenguaje) o múltiple, como así también pueden afectarse el juicio, la orientación o la capacidad visoespacial.

Es en el entorno de la persona donde existe la mayor facilidad para detectar estos trastornos ya que es posible comparar las capacidades actuales con las que el paciente tenía a una edad más temprana.

Otro de los puntos centrales, agregó Schapira, «es el cuidado integral de la salud cardiovascular, ya que los factores de riesgo vasculares -la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto, el tabaquismo o la falta de actividad física- incrementan también el riesgo de deterioro de las células del sistema nervioso. Incluso aumentan el riesgo de padecer demencia, es decir: una caída severa del potencial cognitivo de la persona respecto de cuando era más joven» y añadió que «la enfermedad de Alzheimer es el ejemplo prototípico».

El profesional dijo que «la salud cardiovascular está estrechamente vinculada con la vitalidad de las neuronas y con su capacidad para establecer sinapsis; con el envejecimiento -y muy especialmente por enfermedades cardiovasculares se observan déficits que remedan formas aceleradas de envejecimiento con lo que se incrementa el riesgo de deterioro cognitivo».

La prevalencia del mal de Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa progresiva, es similar en todo el mundo desarrollado -se acerca al 11% de la población mayor de 80 años-, y crece al ritmo del envejecimiento poblacional. Es de origen genético sólo entre un 1 y un 5% de los casos, y es más frecuente desde los 65 años en adelante, edad a partir de la cual el riesgo se duplica cada 5 años.

Pero las demencias vasculares y la enfermedad de Parkinson son otras de las frecuentes causas de pérdida cognitiva progresiva.

Mantenerse en actividad -en todos los sentidos en que sea posible- y recibir los cuidados necesarios, con el adecuado control clínico de los factores de riesgo crónicos, son la llave que permite preservar las capacidades cognitivas.

Detectar los posibles deterioros, indica el especialista, es muy importante porque permite trabajar con las capacidades remanentes, es decir las que no se han perdido.

En la última década fueron presentados notables descubrimientos en el terreno de la fisiología neuronal y de cómo las funciones del cerebro se corresponden con determinadas redes neuronales (neuroplasticidad).

«Estos conocimientos orientan los nuevos tratamientos de neurorehabilitación», señala Schapira para luego agregar que apuntan, en primer lugar, a evitar o retrasar la pérdida de redes neuronales, con diversas herramientas que pueden incluir desde ejercicios para mantenerlas en actividad hasta fármacos, siempre dependiendo de la causa que genera la pérdida ya que, «no existe un tratamiento preventivo cuya eficacia esté suficientemente demostrada».

Pero sí es posible que la persona potencie las capacidades que conserva y se adapte a su nueva situación.

Salir de la versión móvil