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Francia prohibió el cigarrillo electrónico en lugares públicos

El Gobierno francés determinó que fumar cigarrillo electrónico también es fumar, de modo que decidió aplicar las mismas medidas que rigen para el tabaco, incluso su prohibición en los lugares públicos.

El anuncio de Marisol Touraine, la ministra de Salud de Francia, hizo temblar a la industria de un mercado en plena expansión.

«El cigarrillo electrónico no es un producto banal, hay que aplicar las mismas medidas que para el tabaco», dijo la funcionaria.

Además de el veto de fumar en lugares públicos, valen la prohibición de la venta a menores de 16 años y la de hacer publicidad.

El cigarrillo electrónico, precisó Touraine, «puede ayudar a los fumadores a emprender el camino para dejar», pero «esta práctica debe ser reglamentada» para proteger a los no fumadores, jóvenes y mujeres embarazadas.

A estas franjas se dirigen las medidas del nuevo plan antitabaco que será lanzado en los próximos meses: en los paquetes de cigarrillos se colocará un loco específico para mujeres embarazadas, y habrá más ayudas financieras para los jóvenes que quieren dejar de fumar.

«El tabaco mata a 73.000 personas cada año, hay demasiados jóvenes fumadores. Las mujeres embarazadas fuman demasiado: Francia tiene el récord europeo», recordó Touraine.

En los últimos días, un grupo de expertos encabezados por el profesor Bertrand Dautzenberg, neumonólogo y presidente de la oficina francesa de prevención del tabaco, entregó un informe con 28 recomendaciones para prevenir los daños del cigarrillo electrónico.

Según el experto, este dispositivo “no debe convertirse en un producto que incite a empezar a fumar” por lo que  “es preciso evitar todo tipo de promoción y facilidad de acceso a los menores y a quienes no fuman».

Entre las medidas en estudio está también la distribución del cigarrillo electrónico sólo en puntos de venta autorizados, y la imposición de una reducción de la concentración de nicotina en las cápsulas.

Asimismo se crearán espacios antitabaco en las terrazas de los restaurantes y en los parques de juegos. Y en ausencia de estudios científicos sobre su eventual toxicidad, se desaconseja su uso a mujeres embarazadas.

Según cálculos de los investigadores, unos cinco millones de franceses ya probaron el cigarrillo electrónico y un millón los usan regularmente.

Sin embargo, según el profesor de Ginebra Jean-Francois Etter estas medidas «no tienen fundamento científico serio» y corren el riesgo de «privar inútilmente a millones de fumadores de una posibilidad para salir de su dependencia».

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