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Frenan la diabetes tipo 1 en ratones

Células madre de ratón.

A pesar de que hasta ahora solo se pudo demostrar en animales, las chances de curar la diabetes tipo 1-la menos frecuente, pero la más susceptible de provocar complicaciones – es un paso enorme para la medicina. Las esperanzas para poder extrapolar el tratamiento a los seres humanos van de la mano con las células madre.

Según reprodujo el sitio ABC.es, para los científicos del Instituto Gladstone, en EEUU, la solución radicaría en programar células de la piel para conventirlas en células pancreáticas productoras de insulina.

La diabetes tipo 1 se origina cuando las células productoras de insulina –células beta-, localizadas en el páncreas, son incapaces de cumplir este propósito o lo hacen de manera ineficiente.

Como la insulina es fundamental para que los órganos absorban el azúcar necesaria para que produzcan energía, la patología obliga a los pacientes a depender del tratamiento con insulina de por vida.

Hasta el momento, diversos científicos trataron de obtener células para suplir esta carencia, pero los resultados no fueron exitosos.

Pero la consolidación de la medicina regenerativa permitió, al menos en ratones, la posibilidad de reprogramar células o de obtener nuevas que sean capaces de producir la insulina necesaria.

Durante la investigación publicada en la revista Stem Cell los científicos lograron producir las cantidades necesarias de células beta para trasplantarlas a un paciente, algo que hasta el momento había sido imposible.

Cómo lo lograron, paso a paso

“El poder de la medicina regenerativa es que nos puede proporcionar una fuente ilimitada de células beta productoras de insulina funcionales que pueden ser trasplantadas en el paciente”, señaló, S. Ding, quien debido a que por intentos anteriores no había logrado éxito, se propuso un enfoque “algo diferente”

Uno de los principales desafíos para la generación de grandes cantidades de células beta es que tienen una limitada capacidad regenerativa; es decir, una vez que maduran es difícil hacer más.

Fue entonces que los investigadores decidieron retroceder un poco en el ciclo celular. Primero obtuvieron células de la piel, llamadas fibroblastos, de ratones de laboratorio. Luego, por el tratamiento de los fibroblastos con un “cóctel” de moléculas y factores de reprogramación, transformaron las células en células similares a las del endodermo, un tipo de célula que se encuentra en una fase embrionaria inicial, y que maduran generando los principales órganos, incluyendo el páncreas..

Al reprogramar las células con otro “cóctel” de moléculas y factores de reprogramación, el equipo transformó las células del endodermo en células que imitan las células del páncreas, que llamaron de PPLC.

De acuerdo con Ke Li, otro de los investigadores del estudio,  “el objetivo inicial era ver si podíamos lograr que dichas células PPLC maduraran y se convirtieran en células que, al igual que las células beta, responden a las señales químicas correctas y, lo más importante, secretan insulina. Y nuestros experimentos iniciales, realizados en el laboratorio, revelaron que sí”

Ahora sólo faltaban probarlas en animales vivos. Fue entonces que trasplantaron las células PPLC a ratones modificados para tener hiperglucemia, un indicador clave de la diabetes que muestra altos niveles de glucosa.

La semana después del trasplante se pudo registrar que la glucosa en los roedores descendió a niveles normales.

“Cuando quitamos las células trasplantadas vimos un pico inmediato glucosa, que revela una relación directa entre el trasplante de PPLC y la reducción de la hiperglucemia” señaló Li.

Sin embargo, la confirmación de su trabajo llegó a las ocho semanas: las células PPLC de habían fabricado células beta secretoras de insulina completamente funcionales. Fue entonces que los ratones diabéticos recuperaron sus niveles de glucosa normales.

Los autores del estudio consideran que “los resultados no hacen sino resaltar el poder de las moléculas en la reprogramación celular y son una prueba de concepto para un futuro enfoque terapéutico personalizado en pacientes”. El siguiente paso, reconoce Ding, es trasladar los resultados a la clínica en humanos.

Fuentes: ABC.es

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