El 2009 fue el año de una nueva pandemia: la de la gripe o influenza a (H1N1). Si bien en un comienzo el virus desconcertó a los científicos, ahora estamos más preparados para combatirlo. Aquí, medidas de prevención y datos sobre un mal que tiene cura en más del 90 % de los casos.
Apareció en México, en abril de este año, y provocó alarma mundial. Recordó, además, que la humanidad ya había padecido los efectos de otras grandes pandemias, como la de la gripe que azotó a Europa en 1918. Los estudios de evolución genética demuestran que el nuevo virus de la influenza A (H1N1) es un descendiente del virus de 1918.
Al principio se llamó gripe porcina. Se supo, también, que el virus se transmite de persona a persona. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya se difundió en más de 130 países, y los casos confirmados superan los 400.000. La población más afectada ha sido la que tiene entre 15 y 40 años.
Marcar la diferencia
¿Es lo mismo hablar de gripe estacional que de gripe A (H1N1)? Definitivamente, no. La gripe estacional es una enfermedad respiratoria de importancia mundial. Cada año, la sufre entre el 5 y el 20% de la población. Provoca un gran impacto en la salud y en las economías de los países, principalmente porque ocasiona enormes pérdidas en la productividad laboral.
Si bien los síntomas de este virus son similares a los que provoca la gripe A (H1N1), no se trata de enfermedades idénticas. El nuevo virus requiere una mirada diferente desde el punto de vista médico. La mayor parte de los afectados se cura rápidamente, y la mortalidad por este virus es baja. Los expertos remarcan que es importante tener en cuenta que hasta el momento ha afectado preponderantemente a jóvenes, con altas tasas de ataque en la población escolar. También se observó una mayor proporción de hospitalizados y fallecidos en adultos jóvenes, con escaso impacto en los adultos mayores.
Si una persona presenta síntomas de la enfermedad (fiebre alta, dolores musculares, dolor de garganta, fatiga, escalofríos, tos y cefaleas) debe concurrir al médico, quien indicará el tratamiento a seguir.
El diagnóstico definitivo, sólo si fuera necesario, se realiza al hacer hisopados respiratorios que detectan el virus, dentro de los primeros días.
Nadie puede contraer la gripe A (H1N1) por comer carne porcina. Sí, en cambio, por entrar en contacto con una persona infectada. El mensaje de los expertos es claro: no asustarse. Sólo es necesario actuar a tiempo.
Una gran herramienta
La vacuna contra la gripe estacional no protege contra la gripe H1N1 de 2009. La F.D.A. (Administración de Alimentos y Medicamentos, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ha aprobado 4 vacunas para la H1N1 que ya se están aplicando en ese país. Se recomienda allí que ciertos grupos de la población son los primeros en recibir la vacuna contra la gripe H1N1 de 2009: las mujeres embarazadas, los que conviven o cuidan niños menores de 6 meses de edad, el personal de los servicios médicos de emergencia y de atención médica, personas comprendidas entre los 6 meses y 24 años de edad, y los adultos entre 25 y 64 años que tienen un riesgo más alto ante la gripe H1N1 de 2009 porque padecen trastornos de salud crónicos o sistemas inmunes debilitados (inmunocomprometidos).
Además, se recomienda inmunizarse contra la gripe estacional en cuanto esté disponible la vacuna. Es probable que la próxima vacuna estacional tenga el componente del virus pandémico A (H1N1) para el hemisferio sur. Este virus reemplazaría el H1N1 estacional de muy baja incidencia en el último año.
Un hecho a destacar, es que parte de las muertes ocurridas durante las pandemias del siglo XX no han sido causadas por el virus de influenza mismo, sino por una nueva infección pulmonar producida por una bacteria llamada neumococo, a días de haberse iniciado el cuadro de gripe. El neumococo causa habitualmente neumonía y otros cuadros severos, como la bacteriemia (cuando el germen se propaga a la sangre) o meningitis (cuando afecta las capas que cubren el cerebro). Estos cuadros se tratan con antibióticos, pero una vacuna puede prevenirlos o mitigarlos.
En Estados Unidos, el 30% de las muertes por neumonía fueron causadas por neumococo. Esto sugiere que parte de las muertes por neumonía podrían ser evitadas con la vacunación antineumocócica.
Por esto, ese organismo ha recomendado intensificar la inmunización con diferentes vacunas contra esta enfermedad, especialmente en mayores de 2 años y menores de 65 años con patologías de alto riesgo, y en niños sanos menores de 5 años. Es imprescindible que los distintos países de Latinoamérica implementen estrategias contra este germen, ya que hasta el momento las coberturas son bajas. Para los pacientes, siempre es importante consultar y preguntar al especialista.