Es muy común escuchar que la gente dice: “Estoy engripada”. Sin embargo, en muchas de esas oportunidades, lo que las personas tienen es un simple resfrío. Es muy importante no confundirlas, ya que los síntomas, su intensidad y sus complicaciones son diferentes, así como también lo son su prevención y tratamiento.
¿Cómo puedo distinguir entre gripe y resfrío? En primer lugar la fiebre alta (38° – 40°) y la postración por un estado general de debilidad y fatiga son los síntomas más representativos de la gripe, que la diferencian claramente de un resfrío. También es típica la presencia de tos y dolores de cabeza muy intensos. En cambio el resfrío es una infección respiratoria que se caracteriza por la congestión nasal, dolor de garganta, tos y que rara vez presenta fiebre alta.
Otra de las diferencias entre ambas afecciones es su duración: un enfermo de gripe puede tardar hasta dos semanas en recobrar su ritmo de vida habitual, mientras que para el resfrío la recuperación se alcanza en menor tiempo.
En cuanto a su tratamiento, cabe recordar que ni la gripe ni el resfrío se deben tratar inicialmente con antibióticos, ya que ambas son de origen viral. En el caso de la primera, los antivirales pueden ser utilizados en los primeros estadios de la enfermedad (dentro de los dos días iniciales), reduciendo así la duración de los síntomas. No está indicado el uso sistemático de antibióticos a menos que sea para tratar una infección bacteriana secundaria. La mejor herramienta de prevención para la gripe es la vacuna antigripal y reforzar las medidas higiénicas y de aislamiento para evitar el contagio.