Un gran hallazgo que podría devenir en importantes avances en el tratamiento de la esclerosis múltiple (EM) surgió después de una pregunta que se plantearon científicos argentinos tras la observación inicial de pacientes: ¿por qué sufrían menos brotes o recaídas de la enfermedad durante el otoño o el invierno? Fue entonces que un equipo del Centro para la Investigación de Enfermedades Neuroinmunológicas (CIEN) de la Fundación FLENI se abocó a estudiar el factor ambiental detrás de este fenómeno y detectó el papel que cumple la melatonina en la protección del daño cerebral en quienes sufren de esta patología.
Según explicó el doctor Jorge Correale, jefe de Neuroinmunología de FLENI y uno de los líderes del estudio, durante la presentación de los resultados realizada en la sede del la fundación, “la EM es una enfermedad que tiene un componente genético, pero no es hereditaria” y su aparición se debe a factores tanto propios de los individuos como externos, entre los que se encuentran determinadas infecciones, ingesta de sodio, tabaquismo, niveles de vitamina D y la exposición solar. Por tal motivo, “existía el interés en determinar y establecer el rol que juegan los factores medioambientales en la EM, con el fin de modificarlos y de esta manera impactar en el curso de la enfermedad y el riesgo de desarrollarla”. La respuesta llegó luego de cinco años de trabajo.
En la investigación se definió un brote como una exacerbación de síntomas previos o aparición de nuevos que duran más de 48 horas y que están separados por 30 días de un episodio anterior. Investigaciones recientes ya habían planteado la relación entre el riesgo de estos brotes en la EM y el déficit de vitamina D, que posee un impacto sobre el sistema inmune y que tiene un comportamiento cambiante según las estacionalidad, ya que la luz solar estimula su síntesis. También la melatonina se comporta de distinta manera según la época del año, ya que esta hormona, secretada por la glándula pineal durante la noche, es generada por el cuerpo en mayor medida durante el otoño y el invierno, cuando los días son más cortos, y si bien es conocida por sus efectos para conciliar el sueño, también cumple la función de la adaptación del cuerpo al cambio de estaciones.
Luego de analizar en detalle los factores que podían influir en los brotes según la estacionalidad, los investigadores se llevaron la sorpresa de que los niveles estacionales de vitamina D en nuestra población no mostraron un patrón que correlacionara plenamente con la actividad de la enfermedad en los distintos meses del año. En base a ello, se abocaron a estudiar otros factores que guardaran una mejor vinculación entre la luz solar y la frecuencia de exacerbaciones.
Fue entonces que luego de observar a 139 pacientes durante cuatro años notaron que los mayores niveles de melatonina, que suelen registrarse en las estaciones más frías, se asociaron a una menor cantidad de brotes o recaídas. “Durante los meses de invierno y otoño los días son más ´cortos´, con menos horas de luz solar y mayor oscuridad, lo que a su vez estimula la secreción de melatonina”, explicó Correale.
Por su parte, el doctor Mauricio Farez, formado en la Universidad de Harvard, y actual director del CIEN de la Fundación FLENI, especificó que “en el caso de la EM, se encontró que la melatonina puede bloquear el desarrollo de unas células conocidas como Th17, que son en gran parte responsables del daño cerebral que se produce en esta enfermedad” y que además, esta hormona “promueve la generación de células reguladoras o Tr1, que apaciguan la respuesta inmune y bloquean de esta manera el daño al cerebro”.
Estos últimos hallazgos fueron probados en ratones genéticamente modificados y notaron que los roedores tratados con la hormona habían desarrollado la mitad de células Th17 consideradas como malas y poseían más células buenas.
El trabajo observacional con los 139 pacientes publicado hoy en la prestigiosa revista Cell bajo el nombre “La melatonina en la estacionalidad de los brotes de Esclerosis Múltiple”, contó con la colaboración científica de la Universidad de Harvard, especialmente de la mano del profesor Francisco Quintana y del Instituto de Biología y Medicina Experimental, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (IBYME-CONICET), con las participaciones de los científicos Gabriel Rabinovich y Santiago Méndez-Huergo, reconocidos por sus investigaciones asociadas al cáncer. La nómina de científicos se completan co Eugenia Balbuena-Aguirre y Célica Ysrraelit; Iván Mascanfroni, Ada Yeste, Gopal Murugaiyan, Lucien Garro, Bonny Patel, Chen Zhu y Vijay Kuchroo, todos pertenecientes al Ann Romney Center for Neurologic Diseases, Brigham and Women’s Hospital, de la Harvard Medical School.
Más investigaciones
Los expertos no ignoran que la melatonina se comercializa en farmacias como una especialidad de venta libre para regular el sueño, en dosis de que van desde los 3 a 12 miligramos, mucho mayores a las utilizadas en los experimentos con animales. “Como el cuerpo secreta en el orden de los nanogramos, tratamos de reflejar ese ritmo en los roedores e imitar el escenario fisiológico, ya que una dosis mayor puede unirse a otros receptores, algo que no ocurriría normalmente”, indicó Farez.
Es por eso que los científicos del FLENI enfatizaron en el mensaje de que los pacientes no deben salir a comprar comprimidos de melatonina para el tratamiento de la EM, ya que este hallazgo es prometedor, pero experimental, y los ensayos en humanos podrían empezar recién en un período aproximado de entre tres a cinco años.
“Nuestro descubrimiento forma parte de la Medicina Traslacional, es decir, ir desde la investigación básica a la aplicada. Pero para que este abordaje pueda ser aplicable en humanos debemos descubrir primero cuál es la dosis óptima de melatonina u otro compuesto para impactar en los brotes y ayudar a regular el sistema inmune, pero sin efectos colaterales. Antes de su uso el estudio debe pasar por todas las fases clínicas, para lo que se requiere más investigaciones que dependen en parte del financiamiento”, indicó Correale.
Es por eso que durante la presentación del estudio, el FLENI también anunció la apertura del CIEN, que se abocará a la asistencia de la esclerosis múltiple, neuromielitis óptica, encefalopatías autoinmunes, neuropatías autoinmunes y miastenia gravis. Este servicio servirá para financiar en parte la investigación básica de patologías neuroinmunológicas para entender los mecanismos que las originan y brindar la perspectiva de desarrollar nuevos diagnósticos y tratamientos aplicables en el futuro. A su vez, se generará un centro para la recolección y almacenamiento de muestras de líquido cefalorraquídeo de pacientes con diferentes patologías autoinmunes. Con todo, el CIEN se convierte en el primer espacio de Latinoamérica con esta perspectiva.
Hoy, la investigación que publica Cell puede brindar una esperanza para los pacientes. Se calcula que en el país la EM afecta a 12.000 argentinos y esta enfermedad es la segunda causa de discapacidad en los adultos jóvenes, después de los accidentes de tránsito.
Se trata de una patología que afecta a la mielina, la sustancia que recubre los nervios que conducen los impulsos eléctricos desde el cerebro hacia la periferia y viceversa. Cada paciente presenta síntomas que dependen del lugar del sistema nervioso donde ocurre la desmielinización. Los más comunes son debilidad, hormigueo, escasa coordinación, fatiga, problemas de equilibrio y mareos, alteraciones visuales, visión doble, temblor, espasticidad, trastornos en el habla, problemas intestinales o urinarios, problemas en la función sexual, sensibilidad incrementada al calor, problemas con la memoria a corto plazo y ocasionalmente, problemas cognitivos de juicio o razonamiento.
“La EM discapacita a los pacientes a lo largo de los años y su máximo período de aparición suele darse entre los 20 y los 40 años, por eso, todo lo que se puede hacer para disminuir los brotes y en consecuencia, la discapacidad, será extremadamente útil para mejorar la calidad de vida de los pacientes, en la etapa más productiva de la vida”, indicó Correale.
Para poder hacer el hallazgo aplicable, los científicos buscarán profundizar en cuáles son los mecanismos que hacen que la melatonina tenga un efecto en la prevención de los episodios, y ver si administrar esta hormona u otra droga puede ser útil para un tratamiento, tanto en términos de eficacia como de seguridad.