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“Hoy los padres se arman porros delante de sus hijos”

Rawson, un tranquilo municipio en las afueras de la ciudad de San Juan, recibió el 7 y 8 de septiembre en su plaza principal a 7.500 personas, en amplias carpas. No se trataba de ningún festival, feria ni espectáculo, sino que allí se realizaba II Congreso Internacional de Prevención de Adicciones en Poblaciones Vulnerables, que reunió a expertos en la materia, terapeutas, funcionarios, representantes de organizaciones sociales y también a sacerdotes para hablar sobre cómo afectan las drogas en distintos ámbitos y cómo se puede trabajar para abordar el problema desde la escuela, el trabajo, la iglesia, los médicos, el Estado y la comunidad.

El encuentro, que contó con el apoyo de la Sedronar y con la presencia de su titular Roberto Moro, fue organizado por el licenciado Eduardo Lavorato, psicólogo y experto en adicciones, quien fue el encargado de convocar  a referentes de distintas provincias y países como Estados Unidos, Chile, Puerto Rico y Paraguay además de encargar las palabras inaugurales al sacerdote José Luis Di Paola, conocido como el Padre Pepe, quien lucha contra la droga en las villas. En diálogo con DocSalud.com, Lavorato opinó que se debe reforzar el mensaje de que las drogas dañan, porque hoy el consumo se naturaliza.

Periodista: ¿A qué se le llaman poblaciones vulnerables?

Eduardo Lavorato: La vulnerabilidad tiene que ver con circunstancias que se da en todo el arco social y que no son exclusivas de las clases pobres, porque los chicos que murieron al consumir drogas sintéticas en Costa Salguero durante la fiesta Time Warp no eran de clase baja, pero también estaban en situación de vulnerabilidad. Hablamos en varios sentidos, de personas que quizás no cuenten con familias que las alojen, que no estén escolarizadas, que tengan trabajos precarios, que no tengan una buena alimentación, que no tengan una calidad de vida plena. Hablamos de vulnerabilidad cuando no se alcanza la plenitud de la salud. Porque cuando una persona se siente frustrada, no se siente plena, se siente más voluble a este tipo de adicciones.

P.: El funcionario Pedro Robledo había teorizado en un programa de TV que los chicos de clase media consumían de forma recreativa mientras que en los barrios de extrema vulnerabilidad los chicos consumían sin tener un proyecto de vida. ¿Qué opinás de esta frase?

E.L.: Esos comentarios son clasistas y no responden a la realidad. Pedro Robledo es una persona muy sensibilizada por la temática, pero él está haciendo sus primeros pasos en esto y cuenta con mucha desinformación. En la medida en que quiera insertar a la juventud en programas de prevención seguramente va a ir aggiornandose. Toda persona que empieza en esto, lo hace con muchos prejuicios. Robledo habla desde un desconocimiento por no tener una visión integral del problema, pero eso es algo que también hacen muchos expertos en drogas, pensando desde su clase. Es muy difícil entender el problema de las adicciones desde una cosmovisión netamente burguesa. Hay formadores de opinión que hablan de droga teniendo una visión netamente reduccionista y es un problema complejo.  Hay que entender lo que sucede en las villas, cómo afectan las drogas a la clase media, a las clases altas y sobre todo en el interior del país. De esta forma se construye una visión integral. No se puede hacer una generalización cuando se habla de adicciones, sino que hay que entender mucho la cultura y la idiosincrasia de donde se da este fenómeno. Hoy este congreso de adicciones, en San Juan, llevó a generar 7.500 inscriptos. Este mismo congreso  en otra ciudad tal vez hubiese tenido menos repercusión. La buena respuesta se dio por una profunda mancomunión entre el Estado, sus políticas y las organizaciones sociales. Cuando ves esta coherencia es lógico que haya una respuesta como esta.

P.: ¿Qué opina que hoy el tema del cannabis esté ganando terreno en la comunidad científica?

E.L.: Una parte de la comunidad científica va a congresos internacionales que son sponsoreados por laboratorios que ofrecen una mirada sesgada de intereses económicos. Hay un narcomercado que intenta comprar las voluntades de los técnicos con estos eventos. Y con estudios sesgados se termina siendo víctima de estas cosmovisiones.  El narcomercado hoy en día está detrás del mal llamado “cannabis medicinal”, e intenta llevar al mercado el consumo de marihuana. Con esas idiosincrasias se prepara el terreno para que en el mercado se termine comercializando la droga, así como pasó en Uruguay. Ahora, qué tiene que ver la comercialización de la marihuana con un problema de salud? Absolutamente nada.

P.: ¿Ve a este gobierno más comprometido con el tema de las adicciones?

E.L.: Veo como positivo de este gobierno que el tema de las adicciones está en agenda. Ahora se debe dar otro paso más, el de tener un discurso inequívoco frente a este problema. No nos podemos permitir debates y debates que en las historia de los últimos 13 años han sido inconducentes. En nuestro país tenemos situaciones en donde la legalización estaba de hecho, como dijeron los curas villeros (en referencia a cuando el 2009, el Padre Pepe había suscripto en un documento que la droga estaba “despenalizada de hecho” en las villas) y las situaciones sociales que ahí aparecen son tremendas. Si hay algo que pone este congreso es la homogeneidad de una cosmovisión que se le diga no al consumo de drogas, porque hace daño. Es tan obvio y sin embargo hoy hay que decirlo.

P.: ¿Cuáles son las diferencias entre el usuario y el adicto?

E.L.: Dada la situación de vulnerabilidad que se encuentra hoy en día la sociedad, en donde el 30% de las personas están por debajo de la línea pobreza según un estudio de UCA (Universidad Católica Argentina), ¿podemos hablar de usuarios de drogas? Y donde en ese mismo estudio hubo estadísticas que revelaban que las condiciones de vulnerabilidad se daban en un 68%. Yo creo que no. Hace un tiempo en el Hospital Durand se realizó un congreso de consumo problemático en la infancia. ¿Se puede plantear que exista un consumo no problemático en la infancia? Podemos decir que en la situación actual en la que estamos, todo consumo es problemático.

P.: ¿Qué puede hacerse para no estigmatizar a un usuario de droga y darle un buen tratamiento, con servicios amigables?

E.L.: Te corrijo. A la adicción hay que llamarla por su nombre, y hay que identificarla. Ser un adicto es un diagnóstico que permite al individuo someterlo a un proceso de ayuda y que el Estado se involucre en ayudarlo. Eso no es estigmatizar, sino visibilizar la situación. Pasa que se dice estigmatizar cuando llamamos a las cosas por su nombre. Por un mal llamado “no estigmatizar” se ha naturalizado el problema. Hoy es habitual si vas a las canchas encontrar en las tribunas a padres armándose porros delante de los hijos. Y es claro que tiene que haber dispositivos especializados para tratar a estas poblaciones, pero los encontrás cuando  identificás el problema. Si no digo “esta persona tiene una adicción al consumo de drogas” porque lo estoy estigmatizanzo, como profesional estoy justamente limitándome en el camino a encontrar respuestas.

P.: Ya se empieza a hablar del consumo en niños. ¿Cómo se opera un servicio amigable para tratar a esta población?

E.L.: En principio se opera con un trabajo fuerte con los padres. La sociedad perdió la percepción de riesgo del consumo de drogas y los chicos son los que pagan porque los padres no se dan cuenta de los peligros. Hemos naturalizado tanto la adicción que penetró a las familias y a las generaciones futuras.

P.: ¿Debería entonces ponerse en la currícula de la escuela primaria el tema del consumo de drogas?

E.L.: Debería, pero hay que prestarle atención a los contenidos, porque hubieron experiencias que quisieron imponer prevención, pero con dibujos que naturalizaban el consumo de drogas. Hay que tener cuidado. Y que los contenidos tengan una línea unívoca que refleje el daño del consumo de drogas.

P.: ¿ Qué expectativas tiene con la realización de este encuentro?

E.L.: La misión de este congreso es generar conciencia social acerca de la problemática de las adicciones, ya que en estos últimos años se dieron discursos que decían ser progresistas pero que terminaron haciendo una invisibilización del problema y desencadenó la realidad que hoy tenemos: que nuestro país terminara por declararse en Emergencia en Adicciones hasta 2018 por decreto presidencial. Hay que volver a las fuentes, ubicar a la droga como una sustancia que efectivamente daña. Que entendamos que la problemática de la droga no es un problema psicosocial sino que es biopsicosocial y transgeneracional, lo que quiere decir que una persona que se encuentra actualmente en situación de consumo puede llegar a generar hábitos nocivos en sus propios hijos y esto no sólo quedaría reducido a los hábitos sino también a la morfología neurológica.

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