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Infecciones: ¿cuándo estamos frente a una emergencia?

Existen algunas situaciones que obligan al médico a actuar de manera rápida y correcta. Los accidentes, los traumatismos y las hemorragias son algunos ejemplos de urgencias, pero también hay algunos cuadros infectológicos que deben ser tratados con celeridad.

En estas situaciones, los síntomas deben reconocerse en las primeras horas, llamadas “horas de oro”, para poder iniciar rápidamente el tratamiento adecuado y así asegurar la evolución favorable del paciente.

Una de las urgencias infectológicas más destacadas son las meningitis. Inicialmente, los síntomas con los que se presenta son fiebre acompañada de dolor de cabeza, vómitos e intolerancia a la luz. La rigidez de nuca, las convulsiones y el coma suelen ser síntomas tardíos. Frente a estas situaciones, se debe consultar cuanto antes para confirmar o descartar la enfermedad. 

Por su parte, las encefalitis –infecciones del cerebro– producen algún grado de alteración de la conciencia, desde cambios de carácter hasta alucinaciones, estupor y coma. Los afectados pueden presentar también convulsiones, déficit neurológico y fiebre. En algunos casos, el tratamiento antiviral disminuye el riesgo de muerte al administrarse dentro de las 96 horas del inicio de los síntomas.

La sepsis bacteriana es una infección grave que resulta de la presencia de bacterias o de sus toxinas en la sangre. Se manifiesta a través de fiebre y deterioro del estado general. La precocidad del tratamiento antibiótico reduce el riesgo de muerte.

Otra infección severa es la celulitis gangrenosa, que involucra a la piel y los tejidos blandos. Los síntomas precoces son dolor intenso, daño severo de los tejidos, producción de gas con crepitación en la zona afectada y mal estado general. Por lo general, no se resuelve solo con tratamiento antibiótico sino que necesita del manejo quirúrgico de las lesiones.

Finalmente, son de sumo cuidado las infecciones que afectan a ciertos pacientes. Por ejemplo, las personas con cáncer suelen tener sus defensas bajas, con glóbulos blancos disminuidos, y por lo tanto son propensos a infecciones por bacterias u hongos. De no mediar un tratamiento antimicrobiano rápido y adecuado, tienen una alta tasa de mortalidad.  Asimismo, los individuos sin bazo tienen una susceptibilidad aumentada a infecciones por algunas bacterias, como el neumococo y el Haemophilus influenza. Si presentan fiebre deben ser tratados de manera precoz con antibióticos. 

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