Aunque creamos tener la casa impoluta, el aire que allí respiramos puede contener partículas que desencadenan reacciones alérgicas. Estos alérgenos aéreos pueden ser de distinto tipo y varían de un caso a otro: no todas las personas son alérgicas, pero en las más susceptibles, el factor causante puede ser una mascota, el moho o los ácaros del polvo.
Las reacciones alérgicas se producen cuando el sistema inmunitario tiene una respuesta exagerada ante un elemento por lo demás inofensivo: un alimento, un remedio o un animal, por ejemplo. Ante el contacto con el alérgeno en cuestión, el organismo libera una cantidad elevada de histamina y otras sustancias, y produce efectos como inflamación en las vías respiratorias.
En el caso de la rinitis alérgica (irritación o inflamación nasal a causa de una alergia), se producen síntomas parecidos a los de un resfrío: congestión, goteo nasal, lagrimeo o estornudos. Por ello, puede resultar difícil precisar si se trata de uno u otro problema. Si el cuadro se prolonga por más de una o dos semanas, es muy probable que se trate de una alergia, pero esto lo determinará un especialista.
¿Qué elementos presentes en el hogar podrían provocar alergia?
Los ácaros del polvo son insectos microscópicos que viven y se reproducen en ambientes cálidos y húmedos. No pican a las personas, pero son sus desechos los que pueden resultar particularmente molestos si uno es alérgico a ellos. Es común que se encuentren en colchones, almohadas, alfombras y sillones.
El moho es otro potencial alérgeno. Las esporas de los hongos pueden no resultar visibles y desencadenar síntomas de alergia. Son frecuentes en los lugares con mucha humedad, como el baño, en las paredes y en las plantas.
Las mascotas también son posibles portadoras de sustancias alérgenas que se desprenden del pelo, la piel, la orina o la saliva. No hace falta entrar en contacto directo con estas sustancias: la inhalación o el contacto indirecto (por ejemplo, al acariciar los gatos, que se lamen el cuerpo) pueden producir una reacción.
Otro alérgeno del aire por excelencia es el polen. En general, la alergia se observa en los meses de primavera y verano, cuando las flores, el pasto y los árboles liberan polen durante la reproducción.
¿Qué medidas se pueden tomar?
Prevenir las alergias respiratorias resulta especialmente difícil por el medio en el que se encuentran las sustancias nocivas para la persona alérgica: el aire. Las partículas eliminadas por las esporas, el polen, las mascotas o los ácaros se encuentran por doquier, y deshacerse de ellas por completo es una tarea muy complicada.
Sin embargo, se pueden poner en práctica una serie de pasos para evitar una reacción alérgica si se ha logrado identificar al alérgeno. Es fundamental limpiar a menudo las paredes donde se pueda acumular moho e instalar extractores de aire en lugares húmedos, como el baño o la cocina. También pueden colocarse purificadores que ayuden a eliminar estas partículas.
En el caso de los ácaros, se pueden colocar fundas en los colchones y las almohadas. Además de barrer y pasar la aspiradora (preferentemente con un filtro especial) con asiduidad, aunque nunca por la noche antes de ir a dormir, es recomendable no tener alfombra y lavar con frecuencia las carpetas y los felpudos del baño.
Vale aclarar que limpiar a fondo tampoco es una garantía absoluta de protección contra las alergias. A veces, incluso las tareas básicas de higiene remueven aún más los alérgenos aéreos. Tan sólo quitar libros para repasar la biblioteca puede provocar picazón en la nariz y estornudos a causa del polvo.
Cuando es la mascota lo que produce alergia, la opción más efectiva será encontrarle otro hogar. Pero separarse del animal suele ser muy difícil para muchas personas. En tal situación, lo que se puede hacer es impedir que ingrese en la habitación y, de ser posible, en la casa. También hay que evitar acariciarlo y darle besos.
Y si estas medidas preventivas no dan resultado, el médico puede probar con medicamentos antialérgicos para aliviar los síntomas y brindar mayor comodidad.