El cambio de ambiente típico de las vacaciones, tanto de adultos como de niños, promueve el contagio de las comúnmente llamadas “enfermedades del viajero” y las patologías cutáneas no son la excepción.
Desde la Sociedad Argentina de Dermatología enfatizan no sólo en la protección solar, sino también en prestar atención a otras enfermedades de la piel que pueden surgir en época de vacaciones y que son factibles de prevenir si contamos con la información adecuada.
Como primer paso para la prevención “es importante que los viajeros se asesoren al máximo acerca del destino al que se dirigen y comenten con un médico el tipo de viaje, así como las actividades planeadas, para evitarlas”, aconseja Marcelo Label, médico dermatólogo y miembro de la SAD. Con las medidas oportunas, muchas de las enfermedades del viajero se pueden prevenir.
Los especialistas en dermatología coinciden en que las enfermedades cutáneas del viajero suelen representar entre el 20 y 30% de las consultas post vacaciones. Enumeran entre las más habituales a la Larva migrans, las picaduras, las micosis y la Leihsmaniasis cutánea. Concuerdan en que se dan entre los que han viajado en zonas del Caribe, América del Sur y Central y Sudáfrica y sudeste asiático, tanto niños como adultos.
Esto sucede porque nuestro cuerpo no está preparado para hacer frente a determinados parásitos, virus y bacterias de otras latitudes. Distinto para quienes vacacionan en la Costa Atlántida, donde la incidencia de adquirir una patología de este tipo es menor.
“Las enfermedades pueden adquirirse de diversas formas, ya sea por alimentos o agua contaminados, de excrementos de animales y del suelo o a través de insectos, como mosquitos, moscas y garrapatas”, enumera el doctor Julio Gil, miembro de SAD. También en baños públicos, por andar descalzos en la playa o de persona a persona a través del contacto íntimo, agujas compartidas o relaciones sexuales sin protección.
¿Cuáles son las más comunes?
• Larva migrans cutánea. Es causada por la penetración en la piel de larvas intestinales de perros o gatos, que son capaces de ingresar pero como en los humanos esta especie no puede terminar su ciclo, permancen en la zona. Las infecciones se contagian por caminar descalzo en la playa. La lesión, que se localiza principalmente en pies y glúteos, es muy pruriginosa y se debe a la alergia local que provoca el parásito. El tratamiento es con y medicamentos específicos.
• Micosis. Conocida también como hongos, es de las enfermedades más comunes del viajero,. La manifestación clínica más frecuente es el pie de atleta y as onicomicosis, que son los hongos en las uñas, pero también afecta a otras partes del cuerpo, como la ingle. Esta patología, cuyo contagio es por contacto directo, es más frecuente en zonas calurosas y en persona que transpiran mucho. El tratamiento consiste en mantener las áreas propensas secas y suelen bastar los tratamientos tópicos salvo en las uñas que requieren esquemas sistémicos por tiempos prolongados.
• Escabiosis o sarna. Es la infección por el ácaro Sarcoptes scabiei. Se trasmite por contacto piel con piel y conlleva la aparición de pápulas pruriginosas en zonas de piel delgada. El tratamiento es tópico, con medicamentos específicos, pero en casos severos o personas con sus defensas afectadas se dispone de esquema por vía oral. Es imprescindible el lavado de la ropa en contacto con la epidermis, o en su defecto plancha caliente, secado al sol o suspender su uso por un mínimo de 4 días. Deben realizar el mismo tratamiento las personas que durmieron en la misma cama o tenido relaciones sexuales.
• Tunga penetrans. Se la conoce también como pulga de la arena, pique o bicho do pé. Es una enfermedad híper endémica en África, Sudamérica, con alta prevalencia en Brasil y el Caribe. Se adquiere por caminar descalzo por la arena, por eso la afección se localiza entre los dedos de los pies o en la planta. La hembra grávida penetra para llegar para alimentarse de la sangre del infectado, ya que es hematófaga. Así forma una pápula subcutánea blanca de 6 a 8 milímetros con un punto negro central. Es necesaria la extracción de la pulga con aguja o bisturí e intentar que no quede ningún huevo. Además, es preciso tratamiento antibiótico por la sobreinfección bacteriana que puede causar.
• Miasis. Es una infección por larvas de moscas. Se localiza en zonas tropicales y subtropicales de América. La hembra de esta especie suele depositar los huevos en el suelo húmedo o la ropa tendida mojada. El crecimiento de la larva produce un nódulo eritematoso subcutáneo con un orificio abierto por el cual respiran. Al cabo de unas semanas la larva sale espontáneamente. El tratamiento se hace con terapia oclusiva del orificio, con vaselina durante veinticuatro horas. En caso de no ser efectivo se deberá extraer la larva de manera quirúrgica.
• Leishmaniasis. Es una infección parasitaria transmitida por mosquitos y es endémica en 88 países del mundo. Se estiman que se dan 1.5 millones de casos nuevos cada año, más del 90% ocurren en países como Afganistán, Irán, Arabia Saudita, Brasil y Perú. Desde la picadura del insecto hasta que la enfermedad se manifiesta pueden pasar de cuatro a seis meses. Los síntomas dependen de la localización de la misma: cutánea (también llamada ‘botón de oriente’) o visceral (también llamada Kala-azar). Las infecciones cutáneas dan lugar a lesiones localizadas o difuminadas dentro de la piel. La primera manifestación es una lesión en la zona de la picadura del mosquito (un nódulo con una zona costrosa en el centro), que evoluciona a nodular y ulcerativa, indolora y crónica, de bordes sobre elevados. En otros casos, aparecen lesiones múltiples, junto con inflamación de los ganglios, dolor o picor. Las infecciones viscerales, que se manifiestan con fiebre, aumento del hígado, el bazo, los ganglios y anemia, aparecen cuando las defensas del organismo no son capaces de controlar la infección. Los pacientes inmunodeprimidos y los niños malnutridos son quienes tienen más riesgo de sufrir estos cuadros.
• Esquistosomiasis. Es una enfermedad parasitaria producida por un gusano. La forma más frecuente de contagio en países en desarrollo es a través del baño en lagos y charcas infestadas por caracoles, que son el reservorio natural del esquistosoma. A las seis u ocho semanas de su entrada en el organismo, las larvas llegan a la madurez y empiezan a desovar, entre 300 y 3.000 huevos al día. Los huevos no son los que infligen daño al organismo, sino que éstos se producen por la propia la respuesta del organismo frente a los parásitos. La esquistosomiasis es una enfermedad crónica. Cuando los gusanos atraviesan la piel causan daño mecánico y traumático, con picor y dermatitis, aunque a veces esto pasa desapercibido. La reacción del sistema inmune a los huevos produce granulomas, que pueden aparecer en la piel, los pulmones o el hígado. En la vejiga se produce hematuria, calcificaciones e incluso puede llegar a producirse un tumor. En el intestino produce diarrea.