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Lavandina, un aliado de la salud

Pocos saben que fue el científico Luis Pasteur quien en 1913 comprobó que el hipoclorito de sodio resultaba efectivo como desinfectante. Hasta entonces, sólo se conocían sus propiedades blanqueadoras.  Pero después del descubrimiento, se usó durante la Primera Guerra Mundial, cuando aún no existían antibióticos. En la Segunda, para combatir las infecciones provocadas por virus y bacterias, y en 1969, la cápsula espaial que llevó el hombre a la luna fue desinfectada con lavandina.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos, como la School Food Safety Network recomiendan el uso de hipoclorito de sodio para eliminar virus, bacterias, y otros organismos de las superficies de hogares y hospitales. Y  aunque persisten las creencias sobre su poder contaminante, está comprobado que un buen uso de la lavandina no perjudica a las personas ni al medio ambiente.

 

El hipoclorito de sodio puede aplicarse en cualquier superficie y sirve para terminar con los virus del resfrío y de la gripe, tanto estacional como porcina. También elimina bacterias, como las infecciones por estafilococo.

 

En tiempo y costos, la lavandina resulta un producto efectivo, rápido y económico. Sólo una taza basta para limpiar un inodoro y, luego de cepillar, se debe dejar actuar la sustancia por 10 minutos. Mientras que para los utensilios de cocina, basta diluir una cuchara cada cuatro litros de agua, y dejar actuar 120 segundos. Sirve además para desinfectar platos de alimentos para mascotas y hasta juguetes de niños.

 

Otros de sus usos son eliminar manchas de moho, potabilizar el agua (dos gotas por litros) y prolongar la vida de las flores recién cortadas.

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