Científicos británicos desarrollaron una nueva técnica con células madre para crear tejido hepático en funcionamiento que podrían finalmente evitar la necesidad de los costosos y riesgosos trasplantes de hígado.
Un equipo de investigadores del Instituto Sanger y la Universidad de Cambridge empleó métodos de avanzada para corregir una mutación genética en células madre derivadas de biopsias cutáneas de un paciente y convertirlas en células hepáticas. Al colocar las nuevas partículas en ratones, demostraron que estaban funcionando completamente.
«Desarrollamos nuevos sistemas para apuntar a los genes y corregir defectos en las células de los pacientes», dijo Allan Bradley, director del Instituto Sanger. En un resumen sobre el estudio, el experto señaló que la técnica -primer éxito en su tipo- no deja rastros de la manipulación genética, excepto por la corrección en los genes.
«Estos son los primeros pasos, pero si esta tecnología puede trasladarse a un tratamiento, ofrecerá increíbles beneficios potenciales para los pacientes», añadió el experto.
Las células madre son el material maestro del cuerpo, la fuente de todas las demás células. Los científicos consideran que podrían transformar la medicina, al habilitar tratamientos para la ceguera, las lesiones de la médula espinal y de otro tipo, además de proveer nuevas células a órganos dañados.
La investigación se centra en dos formas principales: las células madre embrionarias -que se toman de embriones de días de vida- y las células reprogramadas -también conocidas como células madre pluripotentes inducidas o iPS- que se reprograman a partir de células comunes de la piel o la sangre.
Cuando se las descubrió por primera vez en el 2006, las células iPS parecían una solución perfecta para la controversia ética sobre el uso de células embrionarias, dado que las iPS se crean en el laboratorio a partir de células cutáneas y sanguíneas comunes.
Las células madre embrionarias suelen tomarse de embriones descartados por las clínicas de fertilidad, algo a lo que muchos grupos religiosos se oponen. Pero en los últimos años, surgieron dudas sobre si las células iPS son tan «limpias» o maleables como las células madre embrionarias.
El año pasado, un grupo dirigido por Robert Lanza, de la firma estadounidense Advanced Cell Technology , comparó lotes de células iPS con células madre embrionarias y notó que las células pluripotentes inducidas morían más rápido y eran mucho menos capaces de crecer y expandirse.
Corregir una mutación
En el estudio, que fue publicado en la revista Nature, el equipo británico tomó células de la piel de un paciente con una mutación en un gen llamado alfa 1-antitripsina, responsable de crear una proteína que protege contra la inflamación.
Las personas con mutaciones en el gen alfa 1-antitripsina no son capaces de emitir la proteína de manera adecuada desde el hígado, por lo que queda atrapada allí, lo que finalmente genera cirrosis hepática y enfisema pulmonar. Se trata de uno de los desórdenes hepáticos y pulmonares hereditarios más comunes y afecta a una de cada 2.000 personas de origen europeo, indicaron los investigadores.
Los científicos reprogramaron las células cutáneas que recolectaron para que vuelvan a su estado de células madre y luego usaron un tipo de técnica de «tijeras moleculares» conocido como nucleasa de dedo de zinc para recortar el genoma de las células en el lugar preciso e insertar la versión correcta del gen mediante un transportador de ADN denominado «piggyBac».
Las secuencias sobrantes del piggyBac luego fueron removidas de las células, limpiándolas y permitiendo que se conviertan en células hepáticas sin ningún rastro de daño residual del ADN en la zona de la corrección genética.
«Luego convertimos esas células en células hepáticas humanas y las colocamos en ratones y mostraron que eran viables», indicó durante la conferencia David Lomas, profesor de biología respiratoria de Cambridge que también formó parte del equipo.
Ludovic Vallier, también de la Universidad de Cambridge, dijo que los resultados son un primer paso hacia la terapia celular personalizada para los trastornos genéticos del hígado. «Aún tenemos importantes desafíos que superar, pero ahora contamos con las herramientas necesarias», señaló.
Los investigadores indicaron que pasarían entre cinco y 10 años hasta que se efectúen ensayos clínicos de la técnica sobre pacientes con enfermedad hepática. En caso de ser exitoso, el método podría convertir en un tema del pasado a los trasplantes de hígado, que son procedimientos costosos y complicados en los que los pacientes necesitan fármacos de por vida para asegurarse de no rechazar al órgano.
«Si podemos usar las propias células de la piel de un paciente para generar células hepáticas que luego podemos volver a colocar en el paciente, evitaríamos la necesidad de trasplantes a futuro», dijo Lomas.