Se ha dicho que culpable es “toda aquella persona que libre y deliberadamente hace algo para perjudicar a alguien”. A pesar de que se podría pensar que hay muchos padres culpables de los problemas de sus hijos, no creo que haya nacido el papá ni la mamá que, en su sano juicio, los perjudique con el deliberado propósito de arruinarles la vida. Uno tiene que estar medio loco para intencionalmente hacerle daño a su propio hijo.
Sin embargo, también es culpable todo aquel que causa daño a otro por negligencia o imprudencia, siempre y cuando se trate de un individuo que sea capaz de responder por sus actos. Así, más que culpables, los padres somos responsables por nuestras acciones y omisiones, lo que significa que podemos actuar en forma distinta si queremos cambiar las cosas.
La “respons-abilidad”, como la palabra lo indica, es la capacidad de decidir cómo responder ante el compromiso que hemos adquirido desde el momento en que decidimos ser padres y podemos comenzar a responder en una forma diferente a como lo hemos venido haciendo bajo el influjo de la culpabilidad. Sentirnos responsables complementa la función que tiene la culpa de avisarnos que estamos obrando mal y nos anima a asumir nuestras equivocaciones, a enmendar sus consecuencias y a evitar repetirlas.
No existe un camino fácil para formar hijos que tengan no sólo principios muy sólidos, sino también una voluntad férrea para ponerlos en práctica. Tampoco es sencillo superar con éxito todos los desafíos con que nos enfrenta la paternidad. Pero sí podemos dedicarnos a identificar cuáles son los motivos que nos llevan a seguir repitiendo muchos de nuestros errores y así superar los sentimientos de culpa. De esta manera estaremos en una mejor posición para encontrar las opciones que nos permitan lograr nuestro principal propósito como padres: formar hijos con las cualidades que necesitan para ser personas sanas, bondadosas e íntegras, y que así tengan grandes posibilidades de ser felices.
El próximo 10 de agosto, la autora estará de visita en la Ciudad de Buenos Aires, para dar una charla orientada a tratar temas relacionados al desarrollo, la crianza y la felicidad de los hijos que suelen preocupar a los padres.
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