La Asamblea Mundial de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el mayor órgano decisorio de política sanitaria, adoptó un plan de acción para luchar de forma firme y transversal contra la resistencia antimicrobiana, incluyendo la resistencia a los antibióticos. En el encuentro, que concluye este martes tras ocho días de deliberaciones, se tomó el compromiso de actuar con contundencia contra este problema creciente.
Precisamente, justo antes de que comenzara la Asamblea, la OMS presentó un estudio que reveló que infecciones que en las últimas décadas se volvieron curables gracias a los antibióticos podrían empezar a matar nuevamente por el aumento de las bacterias resistentes a estos fármacos.
La OMS alertó de que sin medidas que lo eviten, el mundo se dirige a «una era postantibióticos», en la que enfermedades comunes y heridas menores tratables por décadas pueden empezar nuevamente a matar.
El plan de acción establece cinco objetivos: mejorar la conciencia y el conocimiento sobre la resistencia antimicrobiana; reforzar la vigilancia y la investigación; reducir la incidencia de la infección; optimizar el uso de medicinas antimicrobianas; y asegurar una financiación duradera. La resolución urge a los Estados a implementar el plan de acción en sus propios contextos nacionales y a buscar fuentes de financiación adicionales. De hecho, al adoptar el plan, los países se comprometieron a adaptarlo nacionalmente antes de mayo de 2017.
Los programas nacionales tienen que cubrir tanto la resistencia antimicrobiana en humanos, como en los animales y la agricultura.
El uso durante largo tiempo de los antibióticos y otros antimicrobianos genera naturalmente un proceso de resistencia, pero éste se acelera cuando se utilizan de forma excesiva, inapropiada o cuando son de mala calidad.
Uno de los principales problemas hallados es que la venta de antibióticos y otras medicinas antimicrobianas sin prescripción médica es habitual en muchos países, a lo que se suma la disponibilidad de medicamentos por internet. Esto último provoca que las personas puedan tener acceso a compuestos que no podrían comprar en una farmacia sin receta médica, incluso en países donde existe una buena regulación al respecto.
A esta situación contribuye que muchos países carezcan de directivas de tratamiento, lo que aumenta no sólo la automedicación, sino el mal uso o elección del antibiótico por parte de los médicos. Otro factor que incrementa la incidencia de la resistencia es que el tratamiento no sea completado. El tercer problema encontrado son las medicinas de poca calidad y que no contienen la cantidad apropiada del ingrediente activo, lo que resulta en una dosificación menor a la que se cree. Esta situación se agrava en el caso de los fármacos falsificados.
Por otra parte, los delegados de la Asamblea Mundial de la Salud aprobaron otra resolución para mejorar el acceso a las vacunas a precios asequibles.
El mayor problema lo padecen los países de medianos ingresos que no cuentan con la ayuda de instituciones como Gavi, la Alianza para la vacunación, ni tienen los ingresos propios necesarios para vacunar universalmente a toda su población, tal y como debería ocurrir.
En 2012, los propios delegados de la Asamblea adoptaron el Plan Global para la Vacunación, que busca la vacunación universal para 2020, pero cuya implementación no está dando los resultados deseados.