La Organización Mundial de la Salud (OMS) propondrá a 33 países con la incidencia más baja de tuberculosis, entre los que están Costa Rica, Cuba y Puerto Rico, el objetivo de reducir los nuevos casos de esta enfermedad a menos de diez por un millón en 2035.
La organización les planteará la manera de eliminar totalmente esta enfermedad contagiosa para 2050, para lo que ha convocado a sus responsables de Sanidad en Roma.
La prevalencia promedio de tuberculosis en el conjunto de 33 países es actualmente de 100 diagnósticos por cada millón de habitantes, lo que representa un total de 155.000 nuevos casos anuales, con 10.000 muertes entre ellos o 30 fallecimientos diarios.
Varios de esos países están entre los más ricos del mundo y «en la mayoría de ellos se piensa que la tuberculosis es un problema del pasado, pero no es así», dijo a la prensa en Ginebra el director del Programa Global sobre Tuberculosis de la OMS, Mario Raviglione.
La tuberculosis es una «enfermedad lenta» que puede tardar entre tres y cinco años en declararse y no todas las personas que portan el bacilo que la provoca desarrollan la patología, pero sí contagian.
Los países donde la OMS considera que es posible eliminar la tuberculosis para 2035 son Australia, Austria, Bahamas, Bélgica, Canadá, Costa Rica, Cuba, Chipre, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Islandia e Irlanda.
También en Israel, Italia, Jamaica, Jordania, Luxemburgo, Malta, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega, Puerto Rico, Eslovaquia, Eslovenia, Suecia, Suiza, Emiratos Arabes Unidos, Estados Unidos y los territorios palestinos.
La OMS les recomendará una estrategia que incluye medidas que probaron ser eficaces, entre ellas la necesidad de reforzar las acciones de prevención, de diagnóstico y los tratamientos entre los grupos más vulnerables, como los inmigrantes.
El camino a la erradicación de la tuberculosis pasa por detectar brotes entre las personas sin domicilio, en pobreza extrema o con problemas inmunológicos, como enfermos de sida, consumidores de drogas y de alcohol en exceso, y diabéticos.
Otro colectivo especialmente vulnerable es el de inmigrantes y, dentro de éste, los que atraviesan las fronteras usualmente de manera clandestina, como en el caso de la frontera entre EEUU y México, mencionó Raviglioni.
«Con la globalización y los desplazamientos, la tuberculosis es una enfermedad que no conoce fronteras», subrayó el especialista.
La ola masiva de inmigrantes irregulares de África subsahariana y Siria que han llegado en los últimos meses a Italia tras atravesar el Mediterráneo debe ser igualmente considerada por la posible presencia entre ellos de personas portadoras de la tuberculosis, reconoció el experto.
Recordó que ya se han diagnosticado casos de tuberculosis entre inmigrantes llegados por esa ruta, por lo que sugirió pruebas selectivas de diagnóstico o cuestionarios para determinar la presencia de algún síntoma entre ellos.
Otro obstáculo a la erradicación es la tuberculosis multirresistente a los fármacos, que requiere un tratamiento muy costoso y que puede prolongarse por dos años, frente a los seis meses en casos normales.
Un semestre de tratamiento para la tuberculosis normal cuesta 30 dólares, mientras que la multirresistente requiere de un tratamiento que en los países occidentales puede costar entre 50.000 y 100.000 dólares, y de 1.500 a 3.000 dólares en un país de bajos ingresos que haya negociado precios menores con las farmacéuticas.
En el grupo de 33 países en cuestión, ese tipo de tuberculosis, de curación muy difícil o casi imposible, se calculan en 567 casos, según la OMS.
Ninguna vacuna es considerada eficaz contra la tuberculosis aunque en países con alta prevalencia se mantiene la recomendación de vacunar a los niños recién nacidos o a edad muy temprana con una vacuna que los protege durante la infancia de una forma diseminada de tuberculosis, pero no de la que ataca los pulmones en la vida adulta.
Todas las vacunas sometidas a exámenes clínicos fracasaron en los últimos años y aunque hay doce candidatas que se intentan desarrollar EEUU y el Reino Unido, ninguna estará lista antes de diez años, en el mejor de los casos, sostuvo Raviglioni.