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“Para combatir las enfermedades tropicales, apelaremos a la participación colectiva”

Dr. Oscar Daniel Salomón

 En entrevista exclusiva con DocSalud.com el titular del Instituto de Medicina tropical, Oscar Daniel Salomón, declaró que su principal objetivo es que representantes de los distintos sectores  puedan ver “el problema social en conjunto” de ciertas enfermedades como el dengue, la lepra y el Chagas, ya que muchos de estos padecimientos se relacionan con la pobreza. A su vez, afirmó que su meta es que se logre ver el horizonte del país a largo plazo.

 

P: ¿Hace cuanto que usted está esperando un Instituto de Medicina Tropical?

 

E: Es difícil decirlo. De alguna forma, siempre fue una necesidad pero que no se corporizaba como la necesidad de abrir un instituto. Lo que hicimos los profesionales de nuestra generación fue aprender de los padres del tropicalismo, como el Dr. Olindo Martino, quien a su vez aprendió de otros referentes.  Con el paso del tiempo, la especialidad se fue entendiendo de una forma integral, con una impronta muy fuerte en lo social. Hoy podemos decir que, lamentablemente, tanto el dengue como el cólera nos ayudaron a hacerle entender a un sector muy cerrado -y no hablo sólo de médicos sino también de investigadores- que son las personas las que se enferman. Y si lo hacen, es por determinantes socioculturales y ambientales,  que pueden  generar un impacto que si se modifican.

 

Por fortuna, las personas hoy no solamente se informan sino que tienen voces muy fuertes, entonces la única forma de llegar a una solución es escucharlos a ellos también. Así que aspiramos a que el IMET sea una construcción colectiva y nuestro primer paso es debatir entre investigadores y pobladores para ver qué es lo que queremos del instituto. Esto es lo que yo anhelaba desde hace muchos años; más que un Instituto de Medicina Tropical, mi deseo era  romper con ese feudalismo histórico donde cada área académica estaba cerrada y lograr, si puedo, que todos los que tengan que opinar sobre los temas que nos interesan, lo hagan, independientemente de su sector; luego convocar a un equipo extranjero que nos haga un aporte. Finalmente, con esas dos visiones, busco que mediante un debate público se cierre la idea de qué queremos los argentinos de un instituto de medicina tropical.

 

P: ¿Qué expectativas tiene para su gestión al frente del IMET?

 

E: La Presidente de la Nación me dio un mandato, me otorgó la tarea de dirigir un instituto. Yo quiero que la comunidad internacional y nacional de académicos y finalmente la comunidad involucrada, que convive con las llamadas enfermedades “desatendidas”, me de otro mandato en un año, no sin antes comprobar que la Argentina tiene lo que necesita de un Instituto de Medicina Tropical. 

 

P: ¿Se puede decir que con la apertura del INET se recuperó la esperanza?

 

E: La esperanza, para los que estamos en tropicalismo, está recuperada. Hoy lo que necesitamos es pensar también otros cambios de cultura. Si pensamos en salud, no pensar en enfermedad; pensar en prevención, no estar corriendo  ante las emergencias y, cuando se presentan, hacerlo con todo el conocimiento. Por otra parte tenemos que aprovechar todas las capacidades instaladas en el país, que por suerte están más integradas. 

Para mí eso se logró y ese fue un sueño personal cuando empezaba como estudiante, porque había grupos muy separados, se veía otro país. Hoy, en esa esperanza, podemos pensar una Argentina más allá de lo inmediato, planear el horizonte en 15 años. Otros países de la región, que empezaron a pensar en 15 años, lograron emerger en tan sólo cinco años con mucho más fuerza, mucha más solidaridad como nación. Creo que estamos en el camino correcto.

 

 

P: ¿Cómo se explica el resurgimiento de las enfermedades tropicales en el país?

 

E: Debemos salir de la autorreferencia, ya que nosotros decimos: “Volvió el dengue a la Argentina”. Pero en realidad, el dengue volvió a América. El regreso de la enfermedad se debe a una serie de circunstancias. En primer lugar, su erradicación se había dado por factores climáticos y por ciertos insecticidas como el DDT, que eran tóxicos y que hoy sabemos que no podemos ni queremos usar.  Lo que profundizará el IMET es el diálogo con los institutos de medicina tropical de América Latina, que ya se había establecido con ciertos académicos de nuestro continente desde hace ya cinco años.

 

P: ¿Qué estrategias planean para la erradicación de las enfermedades desatendidas?

 

E: Buscamos hacer las herramientas efectivas aún más efectivas. Una de las principales misiones del IMET, que es casi un nicho vacío en la Argentina, será la de evaluar programas y sistemas. Es decir, si alguien dice “esto funciona para dengue”, aunque aparezca en todos los medios, y aunque sea una máxima figura académica o política, nosotros tendremos la obligación como instituto de probar científicamente si la herramienta es efectiva o no. En cuanto a los sistemas, analizaremos también por qué la gente no accede a la salud, una rama de investigación sanitaria que está poco desarrollada en Argentina.

 

P: ¿Cómo espera que se vea garantizada la continuidad del IMET ante un posible cambio de gobierno?

 

E: La cantidad de escenarios son infinitos, pero podemos entonces hablar de “la incertidumbre menos incierta”. A mi me interesa que el IMET crezca, pero me interesa mucho más el dengue. En la medida que yo logre sentar a todos los involucrados, gente que no tiene por qué estar de acuerdo con esta gestión, pero que tiene algo para opinar de salud, serán invitados. Lo que yo necesito es que la gente que se sienta a opinar tenga voluntad de integración. En la medida que yo logre ese consenso entre comunidad académica, comunidad médica y comunidad, ningún gobierno podrá cambiarlo.

 

P: ¿Cuáles son los planes del IMET para achicar la brecha con los más disminuidos?

 

E: Vamos a apelar a la participación colectiva. Por muchos años sentimos que el Ministerio de Salud no podía afrontar por sí solo con el problema de las enfermedades desatendidas. Por ejemplo, desde el programa de Chagas, los habitantes pedían un programa de vivienda, lo que nos indica que todas las autoridades debemos ver el  problema social en conjunto. Es preciso contar con gente de Educación, senadores, diputados, Ciencia y Técnica, o sea, formar una estructura permanente que asesore sobre el factor puntual. Si se trata de un problema de la estructura de vivienda o sobre el acceso a agua segura,  como director debo contactarme con representantes de Infraestructura para darle una solución. También interactuaremos con las ONGs y las Sociedades Civiles. A su vez buscaremos informar vía Internet, donde abundan datos malos y buenos, pero tal vez muy técnicos para ser reinterpretados sin errores. Para este objetivo, no le vamos a pedir al investigador un “doble standard”, pero sí que tome en cuenta que no le habla sólo a otro investigador, sino a toda una comunidad que busca informarse.

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